SIN LA CORRECCIÓN FRATERNA NO HAY CRECIMIENTO ESPIRITUAL
Para vivir en verdad es necesaria la corrección fraterna. La apertura al otro lleva necesariamente grandes dosis de purificación y de revisión para así purificar nuestras actitudes y conductas, palabras y sentimientos, proyectos y omisiones.
¡Qué difícil es abrirse a la corrección fraterna. Cuando alguien nos critica nuestra primera reacción, en la mayor parte de las veces, es el malestar hacia esa persona y nuestra reacción negativa la que prevalece, pero no olvidemos que sin esta corrección muchas dimensiones existenciales quedarán ocultas y seremos como la madrastra repelente, ensimismada en su ego y engañándose a sí misma en su orgullo!