Los cristianos sabemos que Jesús de Nazaret se hizo pobre, humilde y sencillo para que todos los pobres y desheredados de la tierra pudieran acogerse e identificarse con Él.
Raúl Follerau, el vagabundo de la caridad cristiana, decía que “el amor ve en el rostro del pobre, del que sufre, y del perseguido, el rostro de Jesús".
San Juan de Ávila decía que "en lo pobre y más olvidado del mundo está Cristo" , añadiendo que ""para hallar a Cristo, buscar al enfermo y al pobre, y al olvidado del mundo. Temo que por falta de esta estrella no buscan muchos a Cristo".
Madre Teresa de Calcuta decía: "No estamos aquí por lo que hacemos, sino por Jesús. Somos religiosas, no asistentes sociales, maestras, enfermeras o doctoras. Somos monjas, lapiceros con los que Dios escribe".
¡Qué bien aprendieron Raúl Follerou, San Juan de Ávila y Madre Teresa de Calcuta las palabras de Cristo en el evangelio de San Mateo, capítulo 25: “Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del Reino porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recibisteis en vuestras casas, estuve desnudo y me vestisteis, estuve enfermo y fuisteis a visitarme, estuve en la cárcel y fuisteis a verme” Entonces los buenos preguntarán: “Señor, ¿Cuándo te vimos? ? Y el Rey responderá: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con alguno de esos mis hermanos más pequeños, lo hicisteis conmigo” (Mt 25,34b-40).