IV LUNES DEL TIEMPO ORDINARIO /CICLO C/4-02-2019
IV LUNES DEL TIEMPO ORDINARIO /CICLO C/4-02-2019
EVANGELIO DEL DÍA: Mc 5,1-20.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Y le preguntó:
«Cómo te llamas?».
Él respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
El se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.
Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado.
Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca.
Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
COMENTARIO:
Celebramos en este Lunes de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario. Jesús de Nazaret nos recuerda a menudo que la vida es un don que ha sido entregado para ser ofrecido y que la vida no merece vivirse si no es desde el servicio.
En el Evangelio de este Lunes de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio según San Marcos (Mc 5,1-20).
Jesús llega a la región de los gerasenos, después de calmar el mar, símbolo de las fuerzas caóticas del mal, y allí tiene un encuentro con un endemoniado de Gerasa.
El encuentro con Jesús, que lo libera de los "espíritus inmundos", lo convierte en una persona libre, y decide "irse con él". Pero Jesús le encomienda ser testimonio en su casa y entre los suyos: "Vete a tu casa, con tus parientes y cuéntales todo lo que te ha hecho el Señor y cómo ha tenido compasión de ti".
Pedimos especialmente que el Señor nos conceda entrañas de compasión hacia los que nos rodean, especialmente los más necesitados. Amén.
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EVANGELIO DEL DÍA: Mc 5,1-20.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Y le preguntó:
«Cómo te llamas?».
Él respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
El se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.
Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado.
Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca.
Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
COMENTARIO:
Celebramos en este Lunes de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario. Jesús de Nazaret nos recuerda a menudo que la vida es un don que ha sido entregado para ser ofrecido y que la vida no merece vivirse si no es desde el servicio.
En el Evangelio de este Lunes de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio según San Marcos (Mc 5,1-20).
Jesús llega a la región de los gerasenos, después de calmar el mar, símbolo de las fuerzas caóticas del mal, y allí tiene un encuentro con un endemoniado de Gerasa.
El encuentro con Jesús, que lo libera de los "espíritus inmundos", lo convierte en una persona libre, y decide "irse con él". Pero Jesús le encomienda ser testimonio en su casa y entre los suyos: "Vete a tu casa, con tus parientes y cuéntales todo lo que te ha hecho el Señor y cómo ha tenido compasión de ti".
Pedimos especialmente que el Señor nos conceda entrañas de compasión hacia los que nos rodean, especialmente los más necesitados. Amén.
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