"La renuncia de Benedicto XVI es una lección para todos los que se instalan en la soberbia" José Bono: "Desearía que la Iglesia escandalizase al mundo eligiendo a un Papa pobre y sencillo"
(Jesús Bastante).- José Bono, ex presidente del Congreso de los Diputados, es católico, practicante, y un hombre de Iglesia. "La renuncia de Benedicto XVI es una lección para todos los que se instalan en la soberbia", sostiene, ala tiempo que revela que "si fuera elector, votaría al cardenal Rodríguez Maradiaga", de quien resalta que "no tiene esa cara de vinagre de algunos otros cardenales romanos".
Confiesa que prefiere entender su fe "como la esperanza de que este mundo tiene arreglo", y que le agradaría "que el Estado del Vaticano no fuese un estado, sino algo más parecido a una ONG".
El ex presidente afirma no poder entender "que a estas alturas de la vida los sacerdotes tengan obligatoriamente que ser célibes, cuando ni siquiera los apóstoles lo fueron", y define como "obsceno" el hecho de que la Iglesia siga defendiendo que las mujeres no pueden ser sacerdote por razón de sexo.
Hay personajes públicos a los que les cuesta decir que son católicos. ¿Es su caso?
No, yo no tengo trabajo, ni me cuesta, confesarme como un ciudadano que se ha dedicado en gran parte a la vida de la política, y que además, desde el punto de vista de sus convicciones y de sus creencias, ha estado siempre cerca de la fe (más que del dogma). He estado más cerca de querer seguir a Cristo (y en ese sentido ser cristiano) que de querer compartir con millones de seres un sentimiento que en cada caso es distinto. Por eso soy más cercano a la idea de cristiandad que de catolicidad, si bien es cierto que estoy en la Iglesia Católica, y a ella pertenezco. Pero lo que me motiva, me apasiona y realmente me hace sentir hasta los tuétanos es el Evangelio. Más que la Iglesia.
¿Ha perdido la Iglesia su significado de "Ecclesia", de comunidad?
Sí. Lo que ocurre es que la Iglesia también en gran medida es un artefacto de poder. No es sólo la comunidad, es una estructura de poder. Y ese poder, que vemos con normalidad, en muchos ámbitos parece que no es muy acorde a la propia enseñanza evangélica.
¿El poder contra el servicio?
Claro. Sin embargo, no soy quién para dar lecciones, ni pretendo quitar valor a esa Iglesia organización sin la cual muchos de los actos no tendrían un resultado feliz, y muchas de las acciones muy dignas de ser aplaudidas, a favor de los más humildes y de los más necesitados, no tendrían forma de ser llevados a cabo. Es verdad también que a veces esa organización come demasiado (demasiados medios, demasiados ilusiones, demasiado sentimientos). Pronunciándome con respeto, y sabiendo que hablo para Religión Digital, me muestro más crítico en mis apreciaciones sobre la Iglesia que si estuviese hablando con un ateo o un anticlerical. Porque entonces sentiría la necesidad de ser más abogado defensor de la Iglesia que crítico con ella.
¿Está de acuerdo con las palabras de Benedicto XVI sobre que uno no sólo tiene el derecho, sino también el deber, de hacer lo que le dicte su conciencia?
También lo dice el Derecho Canónico: que en asuntos de fuero interno ni la Iglesia está autorizada a entrar. La Iglesia es respetuosa con la conciencia individual, si bien en algunos aspectos (la interpretación de las Escrituras, las definiciones dogmáticas...) la Iglesia ha sido extraordinariamente celosa de interpretaciones distintas a la suya. Pero es cierto que el fuero interno y la conciencia están por encima de las normas.
¿Y cree que precisamente la conciencia ha sido la causa determinante por la que Benedicto XVI ha decidido renunciar al pontificado?
Debo decir que el Papa Benedicto XVI me ha sorprendido en sentido positivo. Cuando nombraron a Ratzinger papa, yo pensé que sería la continuidad de un pontificado en el que él había sido importantísimo en la Curia, había sido prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe... De alguna manera parecía fácil de adivinar la idea de que el dogmatismo sería la tónica. Y sin embargo, ha roto con los esquemas que podrían esperarse. En primer lugar, nada tiene que ver con el papa que le aúpa y que le empuja. Juan Pablo II era capaz de solazarse y de llenar estadios (eso sí, teniendo las iglesias vacías). El Papa Juan Pablo II era un hombre muy teatral muy viajero, muy esforzado, muy peregrino... pero muy dado también a llenar, más que las iglesias o los seminarios, las plazas y las manifestaciones. El Papa Ratzinger parece que casi pide perdón cuando está ante la multitud. Yo recuerdo el día en que salió al balcón de San Pedro, cuando se anunció que era papa: debajo de las ropas llevaba un jersey negro que era casi como si asomase por allí un retazo de humildad, de sencillez, de pobreza.
Si tuviera que resumir el papado de Ratzinger, lo haría con una frase que me impactó, así como de Juan Pablo II (aunque sea una caricatura, porque un pontificado no se puede resumir en un acto ni en una frase ni en un día) recuerdo cuando le dio la comunión al asesino, al traidor y al ladrón Pinochet. Algo que estuvo muy cerca de aquella vez en Nicaragua que señaló con el dedo inquisidor a aquel sacerdote arrodillado y humillado, Ernesto Cardenal. Fue un gesto de subordinación por parte de Cardenal y de incomprensión (al menos para mí) por parte del Papa.
Del Papa Ratzinger a mí me emocionó cuando visitó Auschwitz, y a la salida del campo de concentración, después de que le contaran cómo habían quemado y asesinado a miles y miles de judíos, niños, mujeres, personas indefensas... Lo que dijo el Papa fue verdaderamente incomprensible para muchos dogmáticos: "¿Dónde estabas, Señor, cuando esto ocurría?". Es lo mismo que dijo Cristo en la cruz: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Y es una expresión completamente humana y profunda, de una fe que poco tiene que ver con las seguridades científicas de los que piensan que a quien no está de acuerdo con ellos hay que mandarle al infierno para siempre.
Esa frase en boca de Ratzinger... ya hubiéramos visto si Torquemada no le hubiese mandado a la hoguera.
¿Es también el último gesto del Papa (el de su renuncia) un gesto de humildad, de ponerse en las manos de Dios?
Sí, es un gesto de humildad y de otras muchas cosas. Aunque, claro, no puedo interpretar su voluntad porque yo no la conozco. Pero de lo que he visto me ha agradado de manera extraordinaria que un romano pontífice, un monarca absoluto, con todo el poder... haya dicho "lo dejo". Y además, de la noche a la mañana. Y además, porque no estoy capacitado para llevarlo adelante porque me faltan (ha dicho) fuerzas físicas y espirituales, lo cual es mucho reconocer. Probablemente es uno de esos gestos que va a cambiar, que va a hacer una inflexión en la historia de la Iglesia. Y es una lección para todos los que se instalan en la soberbia, para quienes creen ser fundamentales y esenciales.
Todos alguna vez en la vida nos hemos creído imprescindibles pero, cuando hasta el Papa se marcha, y se marcha de este modo tan sencillo y tan humilde, la lección hemos de aprenderla todos.
¿Qué supone una renuncia para la Iglesia institución?
Creo que como la curiosidad humana es grande y el papado es una referencia universal, todo lo que se relaciona con la vida del Papa (cómo se viste, cómo come, dónde duerme, quién le acompaña...) es indudable que nos interesa, aunque tengan una trascendencia en la vida cotidiana más propia de aspectos relacionados con el chisme que con su función más importante, que es la de representar a toda la comunidad cristiana. En ese sentido, a mí me interesan todas esas minucias, pero lo que más me agradaría es que el sustituto, el sucesor del Papa Benedicto XVI fuese un hombre muy cercano a la realidad. Ojalá que apoyándose en el paso que ha dado el actual papa se atreva a dar otros más.
¿Cómo cuáles?
Por ejemplo, sería magnífico que las mujeres no estuvieran discriminadas en el ámbito de la Iglesia. A mí me parece obsceno que la Iglesia siga defendiendo que las mujeres no pueden ser sacerdote por razón de sexo. Es verdad que 20 siglos pesan mucho, eso no lo voy a dudar, y tampoco quiero, al decir "obsceno", decir que son obscenos quienes lo defienden. Pero es que es inaceptable. Eso lo primero.
Lo segundo es que yo no puedo entender, a estas alturas de la vida, que los sacerdotes tengan obligatoriamente que ser célibes. No lo fueron los apóstoles, luego, ni siquiera en la tradición de la Iglesia se justifica. Éste es un segundo aspecto que a mí me agradaría profundamente que se pudiese modificar. La incorporación de la mujer, y acabar con el celibato.
En cuanto a la visión de la institución, la falta de vocaciones en Europa, el patente descrédito de la Iglesia... ¿Está dejando la Iglesia de ser un agente activo en la construcción de la sociedad? ¿La valoración que hace la ciudadanía de la institución es cada vez más baja?
De entrada, creo que habría que pensar que Europa no es el mundo. El mundo no tiene ombligo, y si tuviese ombligo, no sería Europa. Eso para empezar. Aunque el Papa esté en Roma y Roma esté en Europa. Europa fue el ombligo del mundo, pero ya no lo es. La Iglesia Católica ha duplicado el número de católicos bautizados en el último siglo, y hoy no es Europa el lugar donde más católicos hay. Por tanto, seamos humildes y reconozcamos que la influencia de la Iglesia en Europa sin duda ha descendido, al igual que la influencia de Europa en el mundo.
Lo segundo es que a mí el poder y la influencia de la Iglesia en el ámbito por ejemplo de la organización de las sociedades políticas, no me interesa. A mí me agradaría mucho más que la Iglesia fuese una referencia moral que una referencia de poder, y me agradaría que el Estado del Vaticano no fuese un estado, sino que tuviese una conformación más parecida a la de una organización no estatal (una ONG). Que no tuviera romano pontífice ni pontífice máximo, Secretaría de Estado, Curia... Me agradaría que a la Iglesia se la reconociera más por las obras de los que pertenecen a la Iglesia y hacen el bien, que por el poder que tienen de representación y de influencia política sus jerarcas. Por eso no lloro que la Iglesia ya no tenga el poder que tuvo en otras épocas, del mismo modo que en otras épocas tuvieron los reyes europeos la posibilidad de nombrar papa. Hasta hace escasamente un siglo, España tenía la capacidad de veto (una manera muy brusca de interpretar el Espíritu Santo), y así el Espíritu Santo no era una paloma, sino más bien un gavilán.
¿Tiene algún candidato a Papa, o algún perfil?
Candidato no tengo, pero si yo fuera elector, mi voto lo tendría el cardenal Rodríguez Maradiaga, de Tegucigalpa, que es un hombre bueno, una persona que ha estado muy sola y muy acosada por los poderosos en su país, que ha sabido estar con la gente más humilde y más pobre; y que por otra parte, no podría dejar de sonreír, porque es un hombre amable y simpático y no tiene esa cara de vinagre de algunos cardenales romanos que da la impresión de que les hubiera sentado mal la comida todos los días (lo digo porque creo que ser cardenal debería ser motivo de alegría, no de tristeza). Además, le conozco en el ámbito de lo personal, y sé que es una buena persona. Tampoco es que conozca a otros cardenales que sean malas personas, porque no los conozco o no conozco a tantos. Los que conozco tienen mi respeto humano y personal, como por ejemplo el cardenal Cañizares, que es un buen amigo y creo que es un buen hombre; o el cardenal Rouco, que es un hombre con un poder claro e incontestable. Pero, con perdón para mis más conocidos y cercanos cardenales españoles, le daría mi apoyo a un cardenal que no fuese europeo. Y Rodríguez Maradiaga es americano, además de la América Central (con lo cual, no se verían connotaciones con América del Sur, ni se habría elegido un papa de un país tan poderoso como Estados Unidos, lo que levanta ciertas reticencias). Y, a juzgar por algunos cardenales de EEUU, más vale que no vinieran, la verdad.
Benedicto ha sido el papa de la "tolerancia cero" con los abusos sexuales a menores. ¿Ése va a ser otro tema clave a la hora de elegir al nuevo papa?
Sí, es cierto. El nuevo papa debería vestir la sotana blanca sin mancha, sin que nadie le pudiese acusar de haber sido condescendiente con pederastas, ni mucho menos de haber sido cómplice de alguno de ellos. En ese sentido Ratzinger ha sido ejemplar. Sin embargo, creo que en el gobierno del Vaticano ha tenido errores evidentes. Un cardenal me decía "se pasa el día rezando y escribiendo, y no le hemos elegido solamente para que rece y escriba, sino para que gobierne". En su lugar puso a Bertone, un fraile que tiene pocas cualidades para el gobierno de la Iglesia, eso es evidente. Tardó meses en poder echar de los apartamentos vaticanos a su antecesor Sodano. Del Vaticano aún no se ha ido, y del poder tampoco. Yo creo que Bertone da una imagen de un hombre deportista, simpático, atlético, simpático, afable... Pero no ha sabido gobernar las riendas de la Iglesia. Y el Papa es el responsable, porque al final es que lo ha nombrado Secretario de Estado. El Papa ha podido denunciar (y lo ha hecho bien) muchas irregularidades, pero tampoco las ha resuelto. Lo prueba el propio hecho de que su mayordomo haya salido un traidor, o que el que le servía el agua y el vino en las comidas se haya dedicado a vender o a sacar documentos de la casa pontificia.
¿No se hace difícil pensar que determinados secretos estuvieran guardados en un cajón de la cómoda del Papa, de donde el mayordomo pudiera sustraerlos?
A nadie que haya ido al Vaticano se le ocurre pensar que allí haya un mayordomo que haya sacado los documentos para venderlos o para regalarlos a los enemigos de la Iglesia. Lo más sorprendente no es que estén ahí los documentos, sino que se piense que se los han podido llevar. Luego, a medida que va uno leyendo y conociendo más opiniones, se va dando cuenta de que allí en la Curia se deben de querer muy poco unos a otros.
¿Está el pastor rodeado de lobos, como dijo el Osservatore Romano?
Claro. Es que no ha sido un periódico anticlerical el que lo ha dicho. Si los curiales verdaderamente son lobos, entiendo que el nuevo papa debería hacer tábula rasa, y que la Curia fuese un verdadero ejemplo y un espejo de moralidad, de decencia, de generosidad e incluso de austeridad.
Sin embargo, se pensó de muchos papa que iban a reformar la Curia (Pablo VI, Juan Pablo I...), y la Curia sigue siendo el mismo organismo de poder. ¿Ha ido ganando más peso incluso que la propia figura del Santo Padre?
Sí, es cierto que parece que la Curia es de hierro, y que va ganando tanto en poder como perdiendo en testimonio. Como dice el dicho: "roma veduta fede perduta". O, como decía un sacerdote "roma veduta fede perduta no, ma de cambiata...". Y es que, una vez vistas algunas actitudes, conductas y comportamientos de los cuariales, la fe cambia.
Ahora que el Papa se marcha, ¿a qué viene nombrar presidente del Banco Vaticano a un señor que preside una empresa que se dedica a construir barcos de guerra? No voy a entrar en si debe o no debe haber banco, pero lo que está claro es que esto no concuerda con la paz. ¿No fue Cristo quien le dijo a Pedro "guarda la espada"?
¿Qué retos le gustaría que afrontara el nuevo Papa? ¿Qué Iglesia sueña José Bono?
Una Iglesia en la que el eje central sea la fe, entendida como la esperanza de que este mundo tiene arreglo. Le preguntaba un día a don Joaquín Ruiz Jiménez, buen católico y buen hombre, en qué creía él. Y me dijo: "Mire, Bono, yo tengo mucha fe en que esto tiene arreglo". Me debió ver la cara de desilusión, porque me preguntó: "¿Te parece que es una fe poco divina, o poco digna de un católico?". Y le dije que no. Que creo que "esto tiene arreglo" en el amor. Desde luego que prefiero esa fe antes que la fe del que cree a pies juntillas que la Virgen María no se rompió su himen cuando dio a luz. Comprendo que eso pudiera interesar en el siglo XVI o XIX, pero a estas alturas hasta podría considerarse como una ofensa que a la madre de Dios la tengamos como virgen, como "limpia", frente a las "sucias mujeres" que sí que se rompen su himen cuando conciben o cuando dan a luz. ¿Cómo se puede considerar sucio el milagro de la vida? Por eso para mí es mucho más importante creer que Dios es amor que creer en la infalibilidad del romano pontífice, que es un dogma acuñado en el Concilio Vaticano I que se decidió por inspiración del Espíritu Santo, pero votando, y votando muchas veces y con muchas maniobras del papa del momento y de los cardenales que le apoyaron, para convencer a los que no estaban convencidos y tuvieron que soportar el dogma.
Ese dogma no es importante hoy, al menos en mi fe. Por eso repito que me gustaría más una Iglesia de fe que de dogma, más evangélica que de poder, menos vaticana y más pegada a las necesidades de los hombres.
¿Ganará la Iglesia que quiere, o la que teme?
Ojalá tengamos la suerte de que nos sorprenda tanto la elección del nuevo papa como la renuncia del actual. Porque la Iglesia también tiene la necesidad de sorprender al mundo, como Cristo sorprendió a la humanidad naciendo en un pesebre y muriendo en una cruz. Aquello sí que era sorpresa y escándalo. Y no estaría mal que la Iglesia escandalizase al mundo eligiendo a un papa pobre, humilde, sencillo, que además pudiera decir que no le gusta la Curia ni el Vaticano, y que buscara cómplices en muchos cristianos que estarían dispuestos a ayudarle a regenerar lo que hay que regenerar. Pero, según la teoría de probabilidades, parece que vuelve a tocar un italiano. Veremos a ver quién lleva razón.
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