La XXVIII Asamblea de CONFER reflexiona sobre el liderazgo y cómo afrontar la lacra de los abusos María Luisa Berzosa: "Como mujer y consagrada, el tema de los abusos me duele en las entrañas"
“Estoy acompañando a varias mujeres abusadas por directores y acompañantes, y es sangrante, es una terrible lacra la que tenemos”, señaló la religiosa en la segunda jornada del encuentro que reúne en Madrid a los superiores y superioras mayores de la Vida Religiosa española
Para María Luisa Berzosa, “hay que acoger a las víctimas sin juzgar ni condenar, por supuesto, como hacía Jesús”
Cristina Inogés, por su parte, recordó que “cada uno tiene su lugar en el liderazgo sinodal, los papeles no existen en la Iglesia, porque cada uno de nosotros tenemos el lugar en la Iglesia que nos da en bautismo"
Cristina Inogés, por su parte, recordó que “cada uno tiene su lugar en el liderazgo sinodal, los papeles no existen en la Iglesia, porque cada uno de nosotros tenemos el lugar en la Iglesia que nos da en bautismo"
Segunda jornada de la XXVIII Asamblea General de la CONFER, que, bajo el lema ‘Corrientes de sinodalidad’, se celebra en Madrid hasta el jueves 26 de mayo. Tras la eucaristía inicial, de nuevo les tocó el turno a Cristina Inogés y a María Luisa Berzosa, FI, que si en la víspera animaron la asamblea reflexionado sobre Raíz, raíces, ramas, tronco, esta mañana volvieron a suscitar el debate preguntándose y preguntando a la audiencia si ¿Es posible un liderazgo sinodal?
“Cada uno tiene su lugar en el liderazgo sinodal, los papeles no existen en la Iglesia, porque cada uno de nosotros tenemos el lugar en la Iglesia que nos da en bautismo y todos estamos en relación con todos”, señaló Inogés, apuntalando su tesis en la consigna de los tres mosqueteros, uno para todos y todos para uno, “tres personajes muy diferentes, que no se pisan entre sí y que trabajan de forma conjunta”, señaló la teóloga laica y miembro de la comisión metodológica del Sínodo.
La libertad, la cuestión de fondo
“La congregación nunca puede anular a la persona, es decir, la institución no puede usurpar nuestra realidad, porque la cuestión de fondo es la libertad de la persona”, y ahí invitó a conjugar voluntades, advirtiendo que no se trata de “reforzar el individualismo”, tan presente en la realidad social actual, apuntó Inogés.
“En la Vida Religiosa, cada peón tiene vida propia, identidad, palabra y pensamiento propio”, señaló utilizando el símil del juego del ajedrez, y advirtió de aquellos comportamientos de quienes se anulan a sí mismas para acabar “refugiándose en la propia congregación”, porque el primer paso en el camino sinodal es “aprender a ser yo, a ser libre”, sostuvo la teóloga.
Inogés reivindicó el estudio de la inteligencia emocional en las congregaciones -"es básica"- e incidió en la importancia de "comunicar bien", tratando de desbrozar los problemas concretos que luego, una vez expuestos, eran debatidos en común entre todos los asistentes, una dinámica que ya la víspera había sido bien recibida por los superiores y superioras mayores.
Contra los abusos de todo tipo
María Luisa Berzosa abordó la cuestión de los votos, la libertad, el compromiso y el primer amor vivido en clave de la Vida Religiosa y la vocación, dando paso a que los participantes compartiesen durante un instante lo que ese paso les había suscitado.
“La mayor radicalidad es poner a disposición mis talentos, mi tiempo, mis dones, mis saberes…”, les señaló Berzosa a los superiores y superioras. “Mi pobreza es disponibilidad de la persona, y si a eso se añade el compromiso de gobierno, hay que cuidarse para cuidar y no solo utilizar la cabeza, las cosas tienen que pasar de la cabeza al corazón, por eso insistimos en la formación permanente”, advirtió, haciendo hincapié también en la cuestión sexual ante la problemática de abusos que se está viviendo.
Llegado a este punto, la también miembro de la comisión del Sínodo entró a abordar “algo que me preocupa muchísimo, que nos preocupa a todos, lo de los abusos de todo tipo”, reconociendo la propia Berzosa que se encuentra en este momento acompañando “a varias mujeres abusadas por directores y acompañantes, y es sangrante, es una terrible lacra la que tenemos”.
Acoger sin juzgar ni condenar
“¿Cómo podemos acabar con ella? ¿Ha cambiado algo en la Iglesia?”, se preguntó la religiosa sobre esta lacra. “La formación es indiscutible, pero ¿cómo ayudamos cuando ya estamos ante las víctimas? Está la sanación de heridas tan profundas, ya no hablo de menores, sino de personas adultas, mujeres hechas y derechas, a las que hay que acoger sin juzgar ni condenar, por supuesto, como hacía Jesús, y como mujer y consagrada me duele todo esto en las entrañas”, apuntó en medio de un silencio que se cortaba, y antes de dar paso a la reflexión entre grupos.
El "plato fuerte" de la mañana de esta Asamblea General concluyó con un rico y sincero debate entre los participantes y las ponentes, donde cada uno exponía las dudas sobre lo que habían escuchado con la esperanza de poder ponerlo en práctica al regresar a sus destinos. Los principales puntos tocados tenían que ver con la comunicación, hacia dentro y hacia afuera. Sobre los abusos aún flotaba demasiado "el velo de silencio", el mismo que sirve de título al libro de la editorial San Pablo que las ponentes recomendaron para ver cómo está actualmente este triste y desgraciado asunto en la Iglesia.
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