El legado pontificio clausura el X Congreso Eucarístico Nacional Sodano anima a construir “un mundo más justo y más fraterno”

(J. B.).- Fue una homilía sobria, seca, dentro de una celebración religiosa muy ritual, propia de un acto como la ceremonia de clausura del X Congreso Eucarístico Nacional. Flanqueado por todos los cardenales españoles (Rouco, Amigo, Sistach, Cañizares, Francisco Álvarez...), la práctica totalidad del Episcopado y el Nuncio Renzo Frattini, el cardenal Angelo Sodano animó a los cristianos a construir, desde su compromiso de fe instituido en la Eucaristía, "un mundo más justo y más fraterno".

Se esperaban las palabras de Sodano, que en los últimos tiempos se encuentra en la picota tras ser acusado, entre otros, por el cardenal Schonborn, de haber obstaculizado las investigaciones sobre abusos sexuales en Austria, y de haber protegido a Marcial Maciel. El decano del Colegio cardenalicio no hizo referencia alguna a los "pecados" de la Iglesia, sino que se centró en la Eucaristía como "epifanía del amor de Dios".

"Queremos detenernos a mirar la Eucaristía como una epifanía del amor de Dios, contemplando, adorando y agradeciendo al Señor por esta continua presencia suya en medio de nosotros", señaló Sodano, quien usó palabras de Benedicto XVI para afirmar que "en la Eucaristía se realiza en el modo más alto posible aquella continua presencia en medio de nosotros que el Señor nos ha prometido antes de subir al cielo (...).Yo estoy siempre con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo".

Sodano defendió la presencia de Dios en todo el mundo, pero reivindicó que "es en la Eucaristía donde encuentra su forma más alta". "Hay una presencia de Dios en cada persona humana, creada por Dios a su imagen y semejanza", apuntó el cardenal, pero también, y con "predilección", en "todo el cuerpo eclesial".

"La presencia eucarística es la maravilla más grande que Dios ha obrado entre nosotros", recalcó Sodano, quien incidió en que la Eucaristía "nos sostiene en nuestro camino". Un camino que ha de ser compartido. "No podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento. Éste exige por su naturaleza que sea comunicado a todos". Por eso, la Eucaristía "no es sólo fuente y culmen de la vida de la Iglesia; lo es también de su misión: 'una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera'".

Junto a su virtud litúrgica y sacramental, la Eucaristía "actualiza la entrega de Jesús por el mundo entero", por lo que Sodano aclaró que "nos lleva a que cada uno de nosotros sea también "pan partido" para el servicio de todos, y a construir un mundo más justo, más fraterno. Nos invita a comprometernos con todos nuestros hermanos para afrontar los desafíos actuales y para hacer de la tierra un lugar en el que se viva bien, como hermanos en Cristo".

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