"Desde la experiencia personal" Cuando el diácono casado casa
"Me han comentado más de una vez lo bueno que es que el que va a casar a los novios sea un casado, y en cierto sentido sí que es verdad que el diácono casado lo hace desde la propia experiencia"
"Es desde esta propia vivencia, desde donde puede salir el animar a los novios hacia el matrimonio canónico, hacia la unión de verdad, el amor para siempre, sin límites"
"Los últimos registros anuales señalan que ya no llegan ni al 10% de las bodas las que se realizan por la Iglesia. Y Los que acuden a pedir el matrimonio canónico, una gran mayoría son jóvenes que no practican, y estos son precisamente los que celebran los diáconos, aquellos en que la celebración es sin misa, aunque se dé de comulgar"
"Confieso que me emociono, especialmente en el momento en que imparto la Bendición Nupcial. Y me emociono, porque a la vez que estoy pidiendo por estos novios, también lo estoy haciendo por mi matrimonio"
"Los últimos registros anuales señalan que ya no llegan ni al 10% de las bodas las que se realizan por la Iglesia. Y Los que acuden a pedir el matrimonio canónico, una gran mayoría son jóvenes que no practican, y estos son precisamente los que celebran los diáconos, aquellos en que la celebración es sin misa, aunque se dé de comulgar"
"Confieso que me emociono, especialmente en el momento en que imparto la Bendición Nupcial. Y me emociono, porque a la vez que estoy pidiendo por estos novios, también lo estoy haciendo por mi matrimonio"
No hace falta comenzar matizando que el diácono no casa, ni el obispo, ni el presbítero, porque los ministros del sacramento del matrimonio son los mismos contrayentes, pero sí que preside y bendice la celebración del matrimonio.
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME
Me han comentado más de una vez lo buenoque es que el que va a casar a los novios sea un casado, y en cierto sentido sí que es verdad que el diácono casado lo hace desde la propia experiencia, o sea después de haber recibido él mismo este sacramento y vivir la vida matrimonial como esposo y padre, en mi caso ahora también como abuelo. He bendecido el matrimonio de mi hija, siendo a la vez el padrino, acompañando en este caso como padre y diácono.
Y es desde esta propia vivencia, desde donde puede salir el animar a los novios, o cómo escuchamos en esta sociedad tan secularizada, a las parejas, hacia el matrimonio canónico, hacia la unión de verdad, el amor para siempre, sin límites ¡Qué importante es hoy en día acompañar a los que acuden a pedir el matrimonio por la Iglesia! Tenemos que hacer un esfuerzo para preparar la acogida, que se sientan queridos y animados y que no salgan espantados por el papeleo, cursillos y cobros, aunque por supuesto todo lo anterior sea necesario.
En estos tiempos, en los que la grandísima mayoría, conviven y no se casan, aun así, los últimos registros anuales señalan que ya no llegan ni al 10% de las bodas las que se realizan por la Iglesia.
Tenemos que tener en cuenta que de los que acuden a pedir el matrimonio canónico, una gran mayoría son jóvenes que no practican, y estos son precisamente los que celebran los diáconos, aquellos en que la celebración es sin misa, aunque se dé de comulgar.
"Los que acuden a pedir el matrimonio canónico, una gran mayoría son jóvenes que no practican, y estos son precisamente los que celebran los diáconos, aquellos en que la celebración es sin misa, aunque se dé de comulgar"
Está ya muy hablado y estudiado el tema de si habría que dar una amplia formación a los que van a contraer para que sepan bien lo que van a hacer, y en eso todos estamos de acuerdo, pero lo cierto es que es muy complicado exigir excesiva formación en esta sociedad, en la que prima el mínimo esfuerzo. Pues ahí es donde los que preparamos, tenemos que apañarnos para que los novios sepan bien lo que van a hacer.
Y subrayo que lo primero de todo será animarlos, decirle lo bien que hacen, que qué maravilla es acudir a la Iglesia, querer el matrimonio de verdad, no lo que simplemente es un contrato, sino pedir un sacramento en el que se derrama la gracia sacramental, en el que podrán contar en medio de ellos con Jesucristo para que en ese matrimonio reine el amor y los dos sean una sola carne.
Cierto, es quE normalmente los novios llegan con un nivel de formación bajísimo, con un casi total abandono de la práctica religiosa y aquí es donde debemos ver la mano del Señor que ha empujado a estos novios a pedir el sacramento del matrimonio y tenemos que ayudarlos en ese objetivo que se han marcado, por lo que nuestro mensaje tiene que ser siempre muy positivo para que lleguen a cumplir sus expectativas y no abandonen, porque deberíamos de vivir como una verdadera decepción el qué novios acudiesen a pedir el matrimonio por la Iglesia, pero finalmente desistiesen en este camino.
Confieso que me emociono, especialmente en el momento en que imparto la Bendición Nupcial y recito o canto aquello de: “Envía sobre ellos la gracia del Espíritu Santo, para que tu amor derramado en sus corazones, los haga permanecer fieles en la alianza conyugal ..teniéndola por copartícipe y coheredera de una misma gracia y una misma vida, la respete y ame siempre como Cristo ama a su Iglesia”. Y me emociono, porque a la vez que estoy pidiendo por estos novios, también lo estoy haciendo por mi matrimonio. ¡Gracias Señor, por hacer tuya esta unión de amor entre esposos!
Etiquetas