Adios hermano Cecil

Cecil y la Encíclica de Francisco

Cecil era el León más famoso y querido de Zimbawe, un país situado hacia el sur de Africa, posiblemente el continente más rico del mundo en materias primas lleno de pobres. Así el IDH de Zimbawe es tan solo de 0.492 (0 = desarrollo nulo, 1 = desarrollo máximo), por tanto de muy poco desarrollo; Indice de GINI de 0,501 (0 = igualdad total, 1= desigualdad total), por tanto mucha desigualdad; solo 16 médicos por cada 100.000 habitantes (España 451).



La pobreza en Zimbawe es del 68 % y la extrema pobreza del 47 %. Sin duda esta es la causa de fondo por la que los cazadores de los países ricos pagan sobornos a los nativos pobres para hacer lo que está prohibido.



Engañaron a Cecil colocándole como cebo un animal muerto fuera del parque nacional de Hwange para que el mismo se saliera de la reserva. Previo pago de 50.000 €, un desdichado español o un desalmado estadounidense, no está claro cual fue, pero da igual, con un arco y una flecha, dio alcance a Cecil, que tardó dos días en ser encontrado herido y agonizante para ser rematado a tiros de rifle. Tenía 13 años. Era el león más querido de Zimbabwe, afectuosamente llamado Cecil. Los sobornados ya han sido detenidos pero no el miserable cazador, que ojalá lo sea pronto. Alguno dirá que fue legal porque estaba fuera de la reserva. Da lo mismo: es una crueldad criminal, como lo es matar de hambre a cientos de miles de seres humanos cada día, habiendo de sobra para todos. Cada ser vivo tiene su dignidad inviolable.



Por esos mismos días en el mismo parque fueron capturados 36 elefantes bebés para enviarlos a China y venderlos allí, con destino a zoos y circos.



El Obispo de Roma, Francisco, en su preciosa Encíclica sobre el cuidado de la Naturaleza, que los ricos de EE.UU. rechazan con energía porque los delata ya que se consideran con derecho absoluto sobre todo lo creado, hace un sencillo recorrido a lo largo de la Biblia recogiendo los diferentes textos que hablan del cuidado de la naturaleza, de todos los seres vivos. Cita el texto de Génesis 2,15 donde “labrar” significa cultivar, arar o trabajar la tierra; y “cuidarla” significa protegerla, custodiarla, preservarla, guardarla... Matar a Cecil es todo lo contrario, como a todo ser vivo sin causa que lo justifique. Cita también el texto del Deuteronomio, muy aplicable a este caso: “cuando encuentres en el camino un nido de ave en un árbol o sobre la tierra, y esté la madre echada sobre los pajarillos o sobre los huevos, no tomarás a la madre...”. Todos los seres vivos por su simple existencia tienen un valor propio ante Dios (Salmo 104). El descanso del sábado era para las personas y los animales: “No trabajarás tu, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado..., ni tu buey, ni tu asno” (Exodo 19,10 y 23,12). Incluso cada siete años se dará un completo descanso a las tierras de cultivo. El amor de Dios es el móvil fundamental de todo lo creado, porque no aborrece nada de lo que ha hecho (Sabiduría 11,24). Por consiguiente hasta la vida efímera del ser más insignificante es objeto de su amor y tiene su misión en el mundo que muchas veces no conocemos. Los seres humanos no somos dueños de nada, sino administradores y cuidadores de todo. No hacerlo así “consolida la arbitrariedad del más fuerte y propicia inmensas desigualdades, injusticias y violencia para la mayoría de la humanidad y de la creación” (nº 82 de la Encíclica). El propio Jesús lo confirmó diciendo: “Los poderosos de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. Que no sea así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande sea el servidor de todos” (Mateo 20,25-26). Esto ni lo leen, ni les importa, ni lo entienden la colección de políticos de la Púnica y empresaios corruptos que están saliendo a la luz estos días, y ya van muchos... y no paran de salir...



La colaboración del hombre con la creación debería llegar a una perfección tan alta que pueda cumplirse el anuncio de Isaías 11,6: “Serán amigos el lobo y el cordero, el leopardo se acostará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, la vaca y la osa serán compañeras, juntas acostarán sus crías, el león comerá paja con los bueyes, el niño de pecho hurgará en el agujero del áspid... Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena del conocimiento de Yahvéh, igual que las aguas cubren el mar”.



“El fin de la marcha del universo está en la plenitud de Dios, que ya ha sido alcanzada por Cristo resucitado, eje y destino de la maduración universal” (nº 83 de la Encíclica).



Por eso todas las criaturas avanzan con nosotros hacia la plenitud trascendente, definitiva y universal que es Dios, donde Jesús resucitado abrazará a todos y a todo. (Ver Carta a los Romanos 8,18-24):



Por eso hacer daño injustificado a toda criatura es una injusticia contra ella y contra nosotros mismos; su daño es nuestro daño, porque cada criatura es lugar y presencia de Dios, a través de las cuales podemos entrar en comunión con El.



Así, pues, perdónanos Cecil, por el daño tan grande que te hicimos dándote muerte de forma tan injusta y prematura. Que Dios Padre que te crió y por tanto del cual eres hijo, repare tanto daño dándote ya la plenitud de la vida con Jesucristo resucitado. Algún día podremos darte un abrazo y acariciar tu frondosa melena, junto con todos los demás seres de la creación.

Un cordial saludo a tod@s.-Faustino
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