Muchas gracias, Francisco, hermano cósmico

Los que llevamos ya varias decenas de años preocupados por la Madre Tierra, de la cual dependemos todos, y que tanto la hemos depredado que ya es un pobre más entre los empobrecidos del mundo y una enferma más entre los/las enfermos/as del mundo, por el daño cada vez mayor que le estamos causando todos, pero sobre todo las multinacionales de los países ricos que cruelmente la explotan a ella y con ella a los empobrecidos del mundo, queremos darte de corazón las más fervientes gracias por esta excelente Encíclica donde te haces hermano cósmico, es decir, hermano de toda la creación, para llamarnos a todos a esta hermandad globalizadora universal, en que nadie oprima a nadie ni a nada, nadie haga sufrir a nadie ni a nada, nadie tema a nadie ni a nada, en que todos amemos a todos y a todo.



Nos satisface profundamente la gran valentía con que no solo señalas los daños tan grandes que estamos infligiendo a la casa común de todos los hombres y de toda la creación, sino que apuntas claramente a las causas y a los causantes de un daño tan grande, como el hecho de que el desarrollo de los países desarrollados se hizo a costa del subdesarrollo y la explotación de los países pobres y de la degradación de la Tierra, pues los ricos han crecido a costa de los pobres, de tal manera que podemos afirmar con toda seguridad que ninguna riqueza es inocente. En la medida que degradamos el planeta, degradamos al pobre.



No te preocupe que los poderosos del dinero, o los republicanos del capitolio yanqui te ataquen e incluso de mofen de ti y te duela incluso con lágrimas en los ojos como a San Pablo porque nos llevan a la perdición, pues sabes muy bien que somos millones los que desde abajo y desde dentro entendemos perfectamente tu mensaje, que queremos luchar contigo por la plenitud del hombre y del mundo, ya que hombre y tierra, personas y creación, somos un todo inseparable como tu muy bien explicas.



Ten por seguro que los que tenemos alguna humilde actividad pública, te prometemos estudiar esta Encíclica, difundirla, comentarla y meditarla para hacerla parte de nuestra vida, en pequeñas reuniones, celebraciones, publicaciones y contactos a través de las redes sociales. Queremos que este documento tuyo, urgente, necesario y actual haga historia para el bien de la humanidad y de la Madre Tierra, que si bien ella vivió millones de años sin nosotros, nosotros no podemos vivir sin ella, por lo que cuidar de ella es cuidar del hombre para que su vez el hombre la cuide a ella, en una unidad inseparable, que nos lleve a todos y a toda ella a la plenitud definitiva (Carta a los Romanos 8,18-21).



Conocí en Guatemala a una mujer, sacerdotisa maya y profundamente cristiana a la vez, doña Tomasa, que nada más levantarse por la mañana, muy temprano, se acercaba a la pequeña plantación de plantas medicinales que tenía al lado de su casa, que utilizaba para curar a los enfermos que acudían a ella: “Les doy los buenos días, porque son hermanitas nuestras, hago oración con ellas, las bendigo y les doy las gracias a Dios y a ellas porque las hizo tan buenas para nuestra salud”.



Un cordial abrazo a ti, Francisco, a Doña Tomasa, a todas las personas, muy especialmente a los empobrecidos del Tercer Mundo, porque sin duda son los más pobres de los pobres y los que más aman la tierra, y a toda la creación, para que comprendamos que todos y todo dependemos de todos y de todo.-Faustino



NOTA.-Fuera toros y toda clase de animales torturados para divertirse, porque la tortura ni es fiesta ni es cultura.
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