Tomad y comed todos y todas de él
Querid@s amig@s colaboradores y cooperantes en la lucha por un mundo mejor:
"Tomad y comed todos y TODAS de él...,
Tomad y bebed todos y TODAS de él..."
Marcos 14, 12-16
El primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?" Él envió a dos discípulos, diciéndoles: "Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos? Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena". Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: "Tomad, esto es mi cuerpo". Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron y les dijo: "Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios". Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos".
En la fiesta de Corpus celebramos los cristianos la presencia de Jesús en la Eucaristía, a partir de que en la última Cena con los discípulos y discípulas Jesús tomó pan en sus manos, lo partió, se lo dio y les dijo: “Tomad y comed todos y TODAS de él, porque esto es mi cuerpo”. Después tomó la copa con vino y les dijo: Tomad y bebed todos y TODAS de él porque este es el cáliz de mi sangre. Haced esto en memoria mía”.
-No se trata del cuerpo físico de Jesús, sino de la persona de Jesús. No se trata de la sangre física de Jesús, sino de la vida de Jesús. Por tanto, la comunión sin compromiso con la persona y la vida de Jesús no significa nada, es un rito vacío, aunque, y peor aún, se celebre con cálices, patenas, o custodias de oro. El pan de la Eucaristía solo es verdadero cuando el pan de la vida de cada día es pan de vida humana para todos. Primero es el pan de la vida humana y después el de la Eucaristía para celebrarlo. Al final del camino Jesús solo nos va a preguntar por el pan de la vida humana (Mateo 25,31-46).
-Sin reconocer la presencia de Jesús en los empobrecidos es imposible reconocer su presencia en la Eucaristía: "tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y en la cárcel y me visitasteis..." Cada domingo nos ponemos en torno a una misma mesa del altar, para recibir un pan común que es Jesús, pero luego no hacemos de los bienes del mundo una misma mesa para todos los hombres: mientras unos pocos estamos hartos y hasta enfermos de tanto comer, la mayoría de la humanidad pasa hambre: eso no es sentarse en torno a una misma mesa y compartir un mismo pan. Incluso en España la pobreza infantil afecta al 30,1 % de los niños y niñas de nuestro país.
Aquella primera Eucaristía de Jesús, no fue solo con LOS DISCÍPULOS, sino también con LAS DISCÍPULAS, pues cómo no iba a invitar también Jesús a aquella memorable Cena a todas aquellas mujeres que, ya desde Galilea, lo habían seguido, acompañado, escuchado y servido durante los mismos años en que lo hicieron los discípulos, y a veces con más fidelidad, más compromiso y más riesgo que ellos, y a las cuales les tenía reservadas sus primeras apariciones de resucitado, además de encargarles anunciarlo a los apóstoles, y más aun con el gran machismo que imperaba en aquella sociedad, y por eso el comportamiento de Jesús con la mujer tiene mucho más valor del que hoy le daríamos. Es por lo que la Iglesia debería ser la primera en dar a la mujer la misma dignidad que al hombre en todo, pero no en esta iglesia oficial de hoy, tan asimétrica, tan desigual, tan escalonada, tan autoritaria, dogmática, legalista, clasista, fastuosa, jerárquica, antidemocrática, segregada del mundo, tan lejos de los últimos y tan cerca de los primeros, ya desde el siglo IV y hasta nuestros días.
Una iglesia androcéntrica nunca puede ser la verdadera iglesia de Jesús. Por eso, por ejemplo, en las palabras de la consagración deberíamos decir: “Tomad y comed todos Y TODAS de él... y tomad y bebed todos Y TODAS de él”. Hace ya años que algunos ya lo hacemos así, pero ¿cuándo lo podrán hacer por lo menos ALGUNAS? En esta iglesia oficial de hoy seguramente nunca, incluso con el Papa Francisco al frente de la misma. Ojalá no se así.
Un abrazo muy cordial a tod@s .-Faustino
"Tomad y comed todos y TODAS de él...,
Tomad y bebed todos y TODAS de él..."
Marcos 14, 12-16
El primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?" Él envió a dos discípulos, diciéndoles: "Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos? Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena". Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: "Tomad, esto es mi cuerpo". Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron y les dijo: "Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios". Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos".
En la fiesta de Corpus celebramos los cristianos la presencia de Jesús en la Eucaristía, a partir de que en la última Cena con los discípulos y discípulas Jesús tomó pan en sus manos, lo partió, se lo dio y les dijo: “Tomad y comed todos y TODAS de él, porque esto es mi cuerpo”. Después tomó la copa con vino y les dijo: Tomad y bebed todos y TODAS de él porque este es el cáliz de mi sangre. Haced esto en memoria mía”.
-No se trata del cuerpo físico de Jesús, sino de la persona de Jesús. No se trata de la sangre física de Jesús, sino de la vida de Jesús. Por tanto, la comunión sin compromiso con la persona y la vida de Jesús no significa nada, es un rito vacío, aunque, y peor aún, se celebre con cálices, patenas, o custodias de oro. El pan de la Eucaristía solo es verdadero cuando el pan de la vida de cada día es pan de vida humana para todos. Primero es el pan de la vida humana y después el de la Eucaristía para celebrarlo. Al final del camino Jesús solo nos va a preguntar por el pan de la vida humana (Mateo 25,31-46).
-Sin reconocer la presencia de Jesús en los empobrecidos es imposible reconocer su presencia en la Eucaristía: "tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y en la cárcel y me visitasteis..." Cada domingo nos ponemos en torno a una misma mesa del altar, para recibir un pan común que es Jesús, pero luego no hacemos de los bienes del mundo una misma mesa para todos los hombres: mientras unos pocos estamos hartos y hasta enfermos de tanto comer, la mayoría de la humanidad pasa hambre: eso no es sentarse en torno a una misma mesa y compartir un mismo pan. Incluso en España la pobreza infantil afecta al 30,1 % de los niños y niñas de nuestro país.
Aquella primera Eucaristía de Jesús, no fue solo con LOS DISCÍPULOS, sino también con LAS DISCÍPULAS, pues cómo no iba a invitar también Jesús a aquella memorable Cena a todas aquellas mujeres que, ya desde Galilea, lo habían seguido, acompañado, escuchado y servido durante los mismos años en que lo hicieron los discípulos, y a veces con más fidelidad, más compromiso y más riesgo que ellos, y a las cuales les tenía reservadas sus primeras apariciones de resucitado, además de encargarles anunciarlo a los apóstoles, y más aun con el gran machismo que imperaba en aquella sociedad, y por eso el comportamiento de Jesús con la mujer tiene mucho más valor del que hoy le daríamos. Es por lo que la Iglesia debería ser la primera en dar a la mujer la misma dignidad que al hombre en todo, pero no en esta iglesia oficial de hoy, tan asimétrica, tan desigual, tan escalonada, tan autoritaria, dogmática, legalista, clasista, fastuosa, jerárquica, antidemocrática, segregada del mundo, tan lejos de los últimos y tan cerca de los primeros, ya desde el siglo IV y hasta nuestros días.
Una iglesia androcéntrica nunca puede ser la verdadera iglesia de Jesús. Por eso, por ejemplo, en las palabras de la consagración deberíamos decir: “Tomad y comed todos Y TODAS de él... y tomad y bebed todos Y TODAS de él”. Hace ya años que algunos ya lo hacemos así, pero ¿cuándo lo podrán hacer por lo menos ALGUNAS? En esta iglesia oficial de hoy seguramente nunca, incluso con el Papa Francisco al frente de la misma. Ojalá no se así.
Un abrazo muy cordial a tod@s .-Faustino