Comenzar un nuevo año....
Comenzar un nuevo año es una oportunidad para abrirnos a nuevos horizontes. No porque el tiempo vaya a cambiar ni porque mágicamente se solucionen los problemas que traíamos. Pero sí, porque el calendario nos ayuda a fortalecer la esperanza y abrirnos a nuevos retos. Más aún cuando hemos celebrado las fiestas navideñas y hemos constatado que nuestra vida no está regida por un destino ciego sino por un amor divino que viene a quedarse con nosotros y a compartir por entero nuestra suerte. Entonces, lo que cambia no son las circunstancias pero si la renovada esperanza de que Dios está de nuestro lado. Comencemos nuevamente nuestras labores profesionales o estudiantiles con una fe despierta, atenta, disponible a dejarnos sorprender por Dios y a fortalecernos con su presencia. Si Él está de nuestro lado, nada puede faltarnos. Si Él nos ofrece su gracia, nada podrá derrumbarnos. Si Él se hace uno de nosotros, todo lo humano se vuelve oportunidad para encontrarlo. Tenemos por tanto, un nuevo año para crecer en nuestra fe y en la confianza en nuestro Dios. Dispongámonos entonces, a emprender nuestras tareas con corazón dispuesto para hacer de este año una experiencia de más entrega, más amor, más comprensión, más solidaridad. Muchas necesidades encontraremos a nuestro lado: no dejemos pasar la oportunidad de salir al encuentro y hacer todo lo que podamos para solucionarlas. Y en todo ello veamos la concreción de nuestra fe, el testimonio de nuestra esperanza. Como bien dice la carta de Santiago, la fe sin obras es muerta. Y las obras de la fe se realizan en el amor concreto y efectivo a nuestros hermanos, especialmente, los más necesitados. Obras de misericordia puntual a quien este en necesidad pero también trabajando por la justicia social y la defensa de los derechos humanos para que nadie quede fuera del plan divino y todos puedan reconocerse como hijos e hijas del mismo Dios Padre.