Terminó la visita del Papa a Sudamérica dejando ese grato sabor a “Evangelio” (Parte 1)
Desde el comienzo del Pontificado de Francisco se percibió un nuevo momento eclesial que sigue y se reafirma con las cartas encíclicas que ha publicado como también con sus gestos, palabras y actitudes. El viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay (5-12 de Julio), así lo sigue mostrando. Cabe anotar que los medios de comunicación más acostumbrados a otro estilo papal, hicieron malabarismos para justificar, modificar o domesticar lo que fue diciendo y haciendo el Papa. Acudieron a pronunciamientos de los círculos vaticanos para que explicaran que el Papa no dijo esto, no hizo aquello, no estuvo de acuerdo con aquello otro, etc. Centrados como estaban en un mensaje más castigador que misericordioso, en unos gestos más rígidos que espontáneos y en unas afirmaciones doctrinales más centradas en la norma que en el Evangelio, ahora no saben cómo llenar sus páginas con los mensajes del Papa que hablan de vida, de realidad, de lo social, de la política, de lo económico y, por supuesto, de los pobres. Además Francisco utiliza un lenguaje espontáneo, popular, cotidiano, rompiendo así el imaginario eclesial que asemeja santidad al uso de un lenguaje clásico que no se permite modismos o dichos populares. Lo que interesa es no dejar perder su mensaje y buscar que se conozca más para ver si este cambio que nos alegra, se incorpora verdaderamente en nuestro cotidiano eclesial y no se queda sólo en un estilo papal sin que logre permear los demás estamentos eclesiales.
Es imposible relatar paso a paso el recorrido del Papa y referirse a todas sus intervenciones. Pero es grato constatar que tanto los países elegidos para su visita como los encuentros que tuvo, mostraron de qué lado el Papa se sitúa en su pontificado, “desde dónde” habla e interpela y a “quienes” privilegia en sus encuentros.
En la Pontificia Universidad del Ecuador, dirigiéndose al mundo de la Enseñanza, centró su discurso en el cuidado de la creación –en consonancia con su reciente encíclica Laudato Si- interpelando a los docentes sobre su responsabilidad de ayudar a que sus estudiantes desarrollen un espíritu crítico, libre, capaz de cuidar el mundo de hoy, de no desentenderse de la realidad en que viven. Y señaló una pregunta interpelante: ¿cómo es posible que sea noticia y hasta un gran escándalo mundial que las bolsas de las principales capitales del mundo bajen dos o tres puntos y no sea noticia que un pobre muera de frio? Ante esto la pregunta de Dios a Caín sigue vigente: ¿dónde está tu hermano? Dirigiéndose a los estudiantes, los invitó a hacer lío y les recordó que su posibilidad de estudiar no es sinónimo de mayor dinero o prestigio social sino un compromiso con la transformación social, especialmente, respondiendo a las urgencias de los más pobres y del ambiente.
En el encuentro con la sociedad civil en Quito, partiendo del ejemplo de las relaciones familiares, invitó a que la sociedad civil sea capaz de mirarse como una gran familia en la que prime la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad. La gratuidad porque todo lo hemos recibido gratis y hemos de velar porque fructifique en obras de bien. Recuerda que toda propiedad tiene sobre sí una hipoteca social y que la gratuidad es requisito indispensable para la justicia. La solidaridad que no es sólo dar al necesitado sino ser responsables unos con otros. Ver a los otros como hermanos nos lleva a no dejar a nadie excluido, ni apartado. Y la subsidiariedad, capaz de respetar el valor de cada uno y reconocer la unidad en medio de la diversidad. En el respeto a la libertad, la sociedad está llamada a promover a cada persona y agente social para que pueda asumir su propio papel y contribuir desde su especificidad al bien común. Refiriéndose a la tarea de la Iglesia en la sociedad civil, llama a la colaboración con la búsqueda del bien común, promoviendo valores éticos y espirituales, siendo signo profético, llevando luz y esperanza a los más necesitados. Además el Papa aclara una pregunta que él percibe muchos le quieren hacer: ¿Por qué habla tanto de los necesitados, de las personas necesitadas, de las personas excluidas, de las personas al margen del camino? y responde: simplemente porque esta realidad y la respuesta a esta realidad es el corazón del Evangelio (Mateo 25).
En el encuentro con el clero, religiosos/as y seminaristas en el Santuario mariano El Quinche (Ecuador), como es propio de su espontaneidad, no leyó el discurso que tenía preparado, sino que prefirió hablar directamente con los presentes (y con su lenguaje cotidiano –argentino- “mirá vos”, “che”, “mocosito”). Se centró en la gratuidad, recordándoles que un discípulo verdadero es gratuito, a semejanza de la Virgen, primera discípula de su Hijo, y la vocación es una gracia recibida. Les pidió que no caigan en al Alzheimer espiritual, es decir, en olvidar de donde el Señor los ha sacado, advirtiéndoles que la gratuidad no convive con la promoción carrerista que a veces se ve en los clérigos y religiosos/as. En este mismo horizonte de gratuidad pide que no cobren la gracia, que su pastoral sea gratuita.
Llegando a Bolivia, en la ceremonia de Bienvenida, el Papa Francisco reconoce los esfuerzos del gobierno de Evo por un cambio social: “Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social y política del país; cuenta con una Constitución que reconoce los derechos de los individuos, de las minorías, del medio ambiente y con unas instituciones sensibles a estas realidades”. Y les recuerda a los Pastores que su voz tiene que ser profética hablando a la sociedad desde la opción preferencial y evangélica por los últimos, por los descartados, por los excluidos porque esa es la opción preferencial de la Iglesia. Y sin duda, fue muy significativo que se detuviera en la tumba del P. Luis Espinal, al que denomino “víctima de intereses que no querían que se luchara por la libertad de Bolivia quien predicó el Evangelio y ese evangelio molestó y por eso lo eliminaron”.
En el encuentro con las autoridades civiles bolivianas el Papa invitó a seguir caminando por la integración de la riqueza plural que tiene ese país a todo nivel y a que la fe se traduzca en obras sociales que promuevan el bien común. Afirmó que la política no debe dejarse dominar por la especulación financiera o la economía, ni regirse únicamente por el paradigma tecnocrático y utilitarista, sino que tome en cuenta la integralidad de la cultura y la necesidad de trabajar todos sus aspectos. Dedicó una especial atención a la familia tan afectada por la violencia doméstica, el alcoholismo, el machismo, la drogadicción, la falta de trabajo, etc., e invitó al diálogo entre los pueblos para superar los conflictos, concretamente, la salida al mar que Bolivia demanda. El diálogo franco y abierto es el camino para solucionar todos los problemas.
El Papa Francisco también se encontró con los obispos, seminaristas, religiosos/as de Bolivia y el mensaje fue muy gráfico. Con base en el texto del ciego Bartimeo los confrontó frente a la respuesta que dan a las necesidades de la realidad: “pasar de largo”, “mandar callar los reclamos” o detenerse para dar “ánimo y ayudar a levantar al enfermo”. Invitó a ser testigos de esta última actitud porque el discípulo ha de ser testigo de lo que él mismo ha vivido. (Continúa en la Parte II)
Es imposible relatar paso a paso el recorrido del Papa y referirse a todas sus intervenciones. Pero es grato constatar que tanto los países elegidos para su visita como los encuentros que tuvo, mostraron de qué lado el Papa se sitúa en su pontificado, “desde dónde” habla e interpela y a “quienes” privilegia en sus encuentros.
En la Pontificia Universidad del Ecuador, dirigiéndose al mundo de la Enseñanza, centró su discurso en el cuidado de la creación –en consonancia con su reciente encíclica Laudato Si- interpelando a los docentes sobre su responsabilidad de ayudar a que sus estudiantes desarrollen un espíritu crítico, libre, capaz de cuidar el mundo de hoy, de no desentenderse de la realidad en que viven. Y señaló una pregunta interpelante: ¿cómo es posible que sea noticia y hasta un gran escándalo mundial que las bolsas de las principales capitales del mundo bajen dos o tres puntos y no sea noticia que un pobre muera de frio? Ante esto la pregunta de Dios a Caín sigue vigente: ¿dónde está tu hermano? Dirigiéndose a los estudiantes, los invitó a hacer lío y les recordó que su posibilidad de estudiar no es sinónimo de mayor dinero o prestigio social sino un compromiso con la transformación social, especialmente, respondiendo a las urgencias de los más pobres y del ambiente.
En el encuentro con la sociedad civil en Quito, partiendo del ejemplo de las relaciones familiares, invitó a que la sociedad civil sea capaz de mirarse como una gran familia en la que prime la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad. La gratuidad porque todo lo hemos recibido gratis y hemos de velar porque fructifique en obras de bien. Recuerda que toda propiedad tiene sobre sí una hipoteca social y que la gratuidad es requisito indispensable para la justicia. La solidaridad que no es sólo dar al necesitado sino ser responsables unos con otros. Ver a los otros como hermanos nos lleva a no dejar a nadie excluido, ni apartado. Y la subsidiariedad, capaz de respetar el valor de cada uno y reconocer la unidad en medio de la diversidad. En el respeto a la libertad, la sociedad está llamada a promover a cada persona y agente social para que pueda asumir su propio papel y contribuir desde su especificidad al bien común. Refiriéndose a la tarea de la Iglesia en la sociedad civil, llama a la colaboración con la búsqueda del bien común, promoviendo valores éticos y espirituales, siendo signo profético, llevando luz y esperanza a los más necesitados. Además el Papa aclara una pregunta que él percibe muchos le quieren hacer: ¿Por qué habla tanto de los necesitados, de las personas necesitadas, de las personas excluidas, de las personas al margen del camino? y responde: simplemente porque esta realidad y la respuesta a esta realidad es el corazón del Evangelio (Mateo 25).
En el encuentro con el clero, religiosos/as y seminaristas en el Santuario mariano El Quinche (Ecuador), como es propio de su espontaneidad, no leyó el discurso que tenía preparado, sino que prefirió hablar directamente con los presentes (y con su lenguaje cotidiano –argentino- “mirá vos”, “che”, “mocosito”). Se centró en la gratuidad, recordándoles que un discípulo verdadero es gratuito, a semejanza de la Virgen, primera discípula de su Hijo, y la vocación es una gracia recibida. Les pidió que no caigan en al Alzheimer espiritual, es decir, en olvidar de donde el Señor los ha sacado, advirtiéndoles que la gratuidad no convive con la promoción carrerista que a veces se ve en los clérigos y religiosos/as. En este mismo horizonte de gratuidad pide que no cobren la gracia, que su pastoral sea gratuita.
Llegando a Bolivia, en la ceremonia de Bienvenida, el Papa Francisco reconoce los esfuerzos del gobierno de Evo por un cambio social: “Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social y política del país; cuenta con una Constitución que reconoce los derechos de los individuos, de las minorías, del medio ambiente y con unas instituciones sensibles a estas realidades”. Y les recuerda a los Pastores que su voz tiene que ser profética hablando a la sociedad desde la opción preferencial y evangélica por los últimos, por los descartados, por los excluidos porque esa es la opción preferencial de la Iglesia. Y sin duda, fue muy significativo que se detuviera en la tumba del P. Luis Espinal, al que denomino “víctima de intereses que no querían que se luchara por la libertad de Bolivia quien predicó el Evangelio y ese evangelio molestó y por eso lo eliminaron”.
En el encuentro con las autoridades civiles bolivianas el Papa invitó a seguir caminando por la integración de la riqueza plural que tiene ese país a todo nivel y a que la fe se traduzca en obras sociales que promuevan el bien común. Afirmó que la política no debe dejarse dominar por la especulación financiera o la economía, ni regirse únicamente por el paradigma tecnocrático y utilitarista, sino que tome en cuenta la integralidad de la cultura y la necesidad de trabajar todos sus aspectos. Dedicó una especial atención a la familia tan afectada por la violencia doméstica, el alcoholismo, el machismo, la drogadicción, la falta de trabajo, etc., e invitó al diálogo entre los pueblos para superar los conflictos, concretamente, la salida al mar que Bolivia demanda. El diálogo franco y abierto es el camino para solucionar todos los problemas.
El Papa Francisco también se encontró con los obispos, seminaristas, religiosos/as de Bolivia y el mensaje fue muy gráfico. Con base en el texto del ciego Bartimeo los confrontó frente a la respuesta que dan a las necesidades de la realidad: “pasar de largo”, “mandar callar los reclamos” o detenerse para dar “ánimo y ayudar a levantar al enfermo”. Invitó a ser testigos de esta última actitud porque el discípulo ha de ser testigo de lo que él mismo ha vivido. (Continúa en la Parte II)