La fiesta de la Transverberación de Santa Teresa
Tal vez para muchos es desconocida la fiesta teresiana, llamada la “transverberación de Santa Teresa”, que se celebra el 26 de agosto. Se refiere a la experiencia mística que la santa tuvo y que la describió con la imagen de un pequeño ángel que lanzaba un dardo encendido de amor a su corazón y ella quedaba “toda abrasada en amor grande de Dios”. Fue una experiencia intensa que marcó toda su vida y la hizo entregase por entero a la vocación a la que fue llamada. En otras palabras, comunión de amor, apertura total a la gracia divina que la fue trasformando enteramente en “Teresa de Jesús”, como bien lo expresaba su nombre. Ahora bien, estas experiencias místicas no ocurren todos los días pero no porque se traten de fenómenos extraordinarios sino porque dejarse tomar por la gracia divina, abrirse a su acción y seguir incondicionalmente el llamado que recibimos, supone mucha disposición interior. Muchas veces nos hace falta ese deseo profundo de conocerle más, de seguir los llamados al compromiso que tantas veces sentimos en el corazón pero que no escuchamos porque cerramos el corazón al clamor por la justicia y la paz que la situación actual nos reclama. Pero el amor de Dios está ahí dispuesto a abrazarnos. A colmarnos. A derramarse en nuestros corazones como dice la carta a los Romanos (5,5). Él nos amó primero y sigue amándonos incondicionalmente. Y los santos nos dan testimonio de ello y su vida nos invita a participar de esa misma experiencia. Recordar por tanto esta fiesta teresiana es la oportunidad de reconocernos profundamente amados por nuestro Dios y, precisamente, porque Él nos ama, disponernos a amar a los que nos rodean. Así la cercanía de nuestro Dios se hace real en nuestra vida y, a través nuestro, puede llegar a muchos otros. De esa manera en el mundo podrá haber más experiencia del amor de Dios, traducido en paz, justicia y fraternidad.
Foto tomada de: http://www.udg.mx/sites/default/files/u31/el-extasis-de-santa-teresa.jpg