Modernidad, Posmodernidad, Intramodernidad
Hemos pasado de la deshumanización
del arte al arte de la deshumanización
(AOO)
Delineo brevemente a continuación la concepción de la Modernidad como racional, así como de la Posmodernidad como posracional. Pero critico tanto el racionalismo moderno como el posracionalismo posmoderno, en nombre de lo que denomino Intramodernidad: una modernidad interior, caracterizada ya no por la razón (abstracta) ni por la posrazón (virtual), sino por la razón-sentido, o sea, por el sentido humano como razón afectiva.
1 (Modernidad)
La modernidad desdeña la concepción medieval de la verdad como categoría absoluta o absolutizada, trascendente y sobrehumana. En su lugar se coloca la razón como crítica de la verdad pura en nombre de la racionalidad, la cual sobrevuela a la humanidad como su logos o metalenguaje adecuado. Este Logos moderno propio de la Ilustración es el logos griego (racional), el cual se sobrepone al logos religioso (cristiano) racionalizándolo.
La Ilustración reconoce a la razón humana su hegemonía, entendida como una luz que ilumina lo irracional y lo racionaliza. En la Ilustración se encuentra la línea francesa de Descartes, la inglesa de Hume y la alemana de Kant a Hegel, proyectando finalmente un racionalismo empírico, a la vez realista e idealista, positivo o positivista y crítico o abierto. La idea fundacional de la modernidad es propiamente un “racioempirismo” consecuente.
Ahora bien, esta idea racioempirista de la modernidad acaba convirtiéndose en ideología, tal y como aparece en el ideario político que funda el capitalismo contemporáneo. El capitalismo moderno es por una parte un racionalismo, ya que racionaliza lo irracional de un modo funcional, técnico e instrumental; y por otra parte el capitalismo moderno es un racioempirismo político, ya que abstrae de la empiría o materia la sustancia o esencia abstracta: el dinero o capital. El racionalismo ilustrado se reconvierte aquí en un abstraccionismo de lo real, en cuya cúspide o cabeza habita soberanamente el capital.
El racionalismo abstraccionista, propio del capitalismo moderno, tiene por divinidad visible/invisible, como adujera Marx, el dinero. Pero junto a la abstracción del dinero, está la abstracción del Estado como gerente y garante del capital dinerario, y de su flujo e influjo fundamental. El Estado capitalista encarna la Razón abstracta o el Espíritu puro que abstrae de la existencia impura su esencia, de la materia bruta su forma refinada y de la realidad su sobrerealidad.
De esta guisa, la modernidad capitalista aparece como un espiritualismo materialista, o bien como un materialismo espiritualista, ya que el valor real de la materia y del trabajo se volatiliza en el precio o valor de cambio mercantil o bursátil, regulado por el Estado bajo la vigilante mirada del propio Dios abstracto como su gran Patrón, abstraído del mundo como su Entelequia.
2 (Posmodernidad)
Lo positivo de la modernidad es su intento de racionalizar el mundo en nombre de una razón que define la humanidad de arriba abajo, de la cabeza a los pies, una razón por tanto presuntamente humana y común. Pero en realidad se trata de una razón cuasi divina, puesto que abstrae de lo real y experiencial una equivalencia abstracta de carácter espiritual o más bien espiritista.
El capital es la cabeza cuyo pensamiento abstracto desahucia al cuerpo humano de sus necesidades empíricas o reales. Su correspondiente es la razón que racionaliza lo irracional hasta hacerlo irreconocible a través de la abstracción. Y su correspondencia suprema es el Dios de la modernidad, detentor del poder celeste, que vive a expensas de la potencia terrestre expoliada (véase al respecto L.Feuerbach).
En consecuencia la crítica a la modernidad es fundamentalmente una crítica a su razón abstracta, en nombre de una razón cromática o colorista, propia de la Contracultura, así como en nombre de una razón situada o contextual, típica de la Posmodernidad. Tanto la Contracultura de H.Marcuse y socios como la Posmodernidad de G.Vattimo y socios critican la razón moderna no solo por su represión psíquica, sino también por su opresión social.
Esta concomitancia entre Contracultura y Posmodernidad proviene de su común contaminación nietzscheana, cuya consecuencia es una crítica corrosiva de la razón racional en nombre de una razón posracional, la cual intenta asumir las fuerzas oscuras del inconsciente, el cuerpo y la imaginación creadora (consúltese al respecto G.Bataille).
La razón posmoderna ya no es la razón moderna racional, sino una razón posracional. La razón ilustrada propia de la Ilustración apolínea (Aufklärung) cede así a una razón iluminada propia del iluminismo dionisiano (Verklärung), el cual confiere un tono (pos)romántico a la modernidad ilustrada, cuya luz solar se reconvierte en la posmodernidad en luz refractada e iluminación artificial (luz lunar).
En el ámbito cultural, la música moderna que culmina en Beethoven, con su heroísmo típico, queda troceada por la música antiheroica de los Beatles y socios posmodernos, mientras que la Idea y su idealismo moderno se quiebra coloristamente en una proliferación de signos en rotación y flotación, en medio de una semiótica o semiología estructural o estructuralista (de Lacan a Derrida).
El viejo racioempirismo moderno cede posmodernamente a una nueva realidad virtual, atravesada tanto por las redes de internet como por las redes cuánticas de la nueva realidad física. Lo real resulta irreal o surreal, perdiendo su solidez clásico-moderna al flotar aéreamente o reflotar líquidamente, como quiere Z. Bauman, al tiempo que se debilita el viejo fundamentalismo racioempírico en materia blanda o surreal, como el tiempoespacio de los relojes de Dalí. La razón absoluta propia de la modernidad se relativiza y refracta en arcoíris plural o plurimorfo, mientras que el poder de lo real, descrito por nuestro X. Zubiri, sucumbe a su virtualidad y surrealidad.
3 (Intramodernidad)
Lo que llamo Intramodernidad se distingue tanto de la razón moderna como de la posrazón posmoderna, en nombre de la razón-sentido. La razón moderna es abstractiva y general, la razón posmoderna es reactiva, particular y circunstancial, relativa y virtual. Por su parte, la razón intramoderna no es abstractiva ni reactiva, sino intractiva: por eso dice razón-sentido, es decir, sentido no racional-abstracto ni virtual-concreto, sino potencial o potenciante, cuya fuerza dice apertura radical o trascendental, por cuanto anida en la concavidad ontosimbólica del alma.
El sentido intramoderno es la razón encarnada o humanada, la razón afectiva, el logos no universal-abstracto ni particular-relativo, sino relacional o coimplicativo. En definitiva, el sentido es la razón interior, la razón anímica, cuya sede es el alma o corazón como co-razón de nuestra propia razón. Si el simbolismo de la Ilustración es la razón solar y la luz pura, el simbolismo del iluminismo posmoderno es la luz refractada o irisada. Por su parte, el simbolismo del sentido intramoderno es el fuego pasado por agua, la razón cordial.
Los profetas de la modernidad van de Descartes a Hegel, los profetas de la posmodernidad van de Nietzsche a G. Vattimo. Por su parte, los partidarios de la Intramodernidad no son profetas sino antiprofetas o hermeneutas, habida cuenta de que un hermeneuta sería un profeta que interioriza el sentido, como dice H. Corbin, o sea, un profeta que no habla del exterior (político) sino del interior moral o axiológico (valorativo). Pues bien, los hermeneutas de la Intramodernidad van de Heidegger a C.G. Jung y su Círculo de Eranos.
En este contexto ya no funciona la razón moderna ilustrada ni tampoco la posrazón iluminada, sino el sentido, el cual se define como razón simbólica o axiológica. El valor es aquí la clave intramoderna, y ya no la razón moderna ni la posrazón posmoderna. Por eso la Intramodernidad podría caracterizarse como una Ilustración romántica o simbólica, un calificativo posibilitado por la crítica posmoderna a la modernidad ilustrada.
La modernidad sin posmodernidad es abstracta, pero la posmodernidad sin modernidad es trivial y anecdótica, particular o circunscrita. Podemos reentender la Intramodernidad como la mediación de modernidad y posmodernidad, por eso la caracteriza el sentido como razón simbólica y afectiva. La cual es una razón suturadora y remediadora, humanizadora y abierta.
La Intramodernidad no es un Humanismo abstracto, criticado por el antihumanismo estructuralista, pero tampoco un mero humanismo posmoderno (poshumano), sino un Humanismo humanitario. De este modo, la Intramodernidad se erige en la conciencia de nuestra inconsciencia, es decir, en la conciencia de nuestra humanidad y en la consciencia de nuestra inhumanidad.
Al fondo de la modernidad y su racioempirismo está Aristóteles y el aristotelismo. Al fondo de la Intramodernidad y su raciosimbolismo están Sócrates y Platón, san Agustín y Pascal, Schopenhauer y Thomas Mann.
Hoy en día hay un poeta francés marginal que quisiera proponer como paradigma de lo que entiendo por Intramodernidad, ya que se trata de un poeta crítico pero religioso, corrosivo pero afectivo, heterodoxo pero humano: su nombre es Houellebecq. También hay un filósofo español recientemente fallecido que propondría para nuestra Intramodernidad por su filosofía racional y transracional, semiótica y simbólica, metafísica y poética: su nombre es Eugenio Trías.
La intramodernidad musical está acaparada por J.S. Bach con su música interior. Sin embargo, habría que rescatar de sus ínferos musicales al exquisito tenor aragonés Miguel Fleta, cuya lírica intramoderna pertenece al patrimonio del alma y a la cohabitación del corazón. Finalmente, hay un especial personaje latinoamericano, cuya religiosidad paradigmática no es moderna ni posmoderna, sino más bien intramoderna (franciscana): es un argentino y se llama el Papa Francisco.
(Conclusión)
La modernidad dice ilustración de la razón (racional o abstracta), y conduce a la globalización por abstracción de arriba abajo.
La posmodernidad dice iluminación de la razón (cromática o colorista), y conduce a la globalización por extracción de abajo arriba.
La Intramodernidad dice razón simbólica, sentido afectivo o anímico, encarnado por el alma como animación del ser, y conduce a la coimplicación por intracción de afuera adentro y de adentro afuera.
Para finalizar, he de reconocer que esta idea de la Intramodernidad me ha sido inspirada por el Renacimiento italiano, tanto en su filosofía (Marsilio Ficino, Pico della Mirandola), como en su arte (Miguel Ángel Buonarroti, Leonardo da Vinci) y en su arquitectura (Roma y el Vaticano, Florencia y Venecia).
Ahora bien, la clave del Renacimiento italiano es la síntesis del logos griego y del logos cristiano, así pues de la razón y el corazón; su precipitado dice “sensus”, cuya traducción sería: senso, sentido o significación frente al mero significado, razón interior.
Lo que denominamos Intramodernidad trataría de buscar la razón interior de las cosas, la cual cohabita las personas, así como la razón interior de la realidad exterior, la cual emerge en la humanización del mundo y no en su deshumanización. Pues el hombre se hace hombre por la hominización: pero se hace humano por la humanización.
(Bibliografía mínima)
---K. Popper (La sociedad abierta y sus enemigos).
---H. Marcuse (Eros y civilización).
---G. Vattimo, A.Ortiz-Osés, S. Zabala (El sentido de la existencia).
---Z. Bauman (Modernidad líquida).
---E. Trias (El artista y la ciudad).
---X. Zubiri (El hombre y Dios).
---G. Steiner (Presencias reales).
---A. Ortiz-Osés (Amor y sentido, así como Hermenéutica de Eranos).
---P. Lanceros (La herida trágica, así como La modernidad cansada).
---Varios autores (Diccionario de la existencia, así como Claves de la existencia).
---Angel Orensanz (Esculturas): cabría situar en la intramodernidad cultural la obra escultórica de Angel Orensanz (Nueva York), cuya trama simbólica se caracteriza por la afirmación de la urdimbre frente a la estructura.
del arte al arte de la deshumanización
(AOO)
Delineo brevemente a continuación la concepción de la Modernidad como racional, así como de la Posmodernidad como posracional. Pero critico tanto el racionalismo moderno como el posracionalismo posmoderno, en nombre de lo que denomino Intramodernidad: una modernidad interior, caracterizada ya no por la razón (abstracta) ni por la posrazón (virtual), sino por la razón-sentido, o sea, por el sentido humano como razón afectiva.
1 (Modernidad)
La modernidad desdeña la concepción medieval de la verdad como categoría absoluta o absolutizada, trascendente y sobrehumana. En su lugar se coloca la razón como crítica de la verdad pura en nombre de la racionalidad, la cual sobrevuela a la humanidad como su logos o metalenguaje adecuado. Este Logos moderno propio de la Ilustración es el logos griego (racional), el cual se sobrepone al logos religioso (cristiano) racionalizándolo.
La Ilustración reconoce a la razón humana su hegemonía, entendida como una luz que ilumina lo irracional y lo racionaliza. En la Ilustración se encuentra la línea francesa de Descartes, la inglesa de Hume y la alemana de Kant a Hegel, proyectando finalmente un racionalismo empírico, a la vez realista e idealista, positivo o positivista y crítico o abierto. La idea fundacional de la modernidad es propiamente un “racioempirismo” consecuente.
Ahora bien, esta idea racioempirista de la modernidad acaba convirtiéndose en ideología, tal y como aparece en el ideario político que funda el capitalismo contemporáneo. El capitalismo moderno es por una parte un racionalismo, ya que racionaliza lo irracional de un modo funcional, técnico e instrumental; y por otra parte el capitalismo moderno es un racioempirismo político, ya que abstrae de la empiría o materia la sustancia o esencia abstracta: el dinero o capital. El racionalismo ilustrado se reconvierte aquí en un abstraccionismo de lo real, en cuya cúspide o cabeza habita soberanamente el capital.
El racionalismo abstraccionista, propio del capitalismo moderno, tiene por divinidad visible/invisible, como adujera Marx, el dinero. Pero junto a la abstracción del dinero, está la abstracción del Estado como gerente y garante del capital dinerario, y de su flujo e influjo fundamental. El Estado capitalista encarna la Razón abstracta o el Espíritu puro que abstrae de la existencia impura su esencia, de la materia bruta su forma refinada y de la realidad su sobrerealidad.
De esta guisa, la modernidad capitalista aparece como un espiritualismo materialista, o bien como un materialismo espiritualista, ya que el valor real de la materia y del trabajo se volatiliza en el precio o valor de cambio mercantil o bursátil, regulado por el Estado bajo la vigilante mirada del propio Dios abstracto como su gran Patrón, abstraído del mundo como su Entelequia.
2 (Posmodernidad)
Lo positivo de la modernidad es su intento de racionalizar el mundo en nombre de una razón que define la humanidad de arriba abajo, de la cabeza a los pies, una razón por tanto presuntamente humana y común. Pero en realidad se trata de una razón cuasi divina, puesto que abstrae de lo real y experiencial una equivalencia abstracta de carácter espiritual o más bien espiritista.
El capital es la cabeza cuyo pensamiento abstracto desahucia al cuerpo humano de sus necesidades empíricas o reales. Su correspondiente es la razón que racionaliza lo irracional hasta hacerlo irreconocible a través de la abstracción. Y su correspondencia suprema es el Dios de la modernidad, detentor del poder celeste, que vive a expensas de la potencia terrestre expoliada (véase al respecto L.Feuerbach).
En consecuencia la crítica a la modernidad es fundamentalmente una crítica a su razón abstracta, en nombre de una razón cromática o colorista, propia de la Contracultura, así como en nombre de una razón situada o contextual, típica de la Posmodernidad. Tanto la Contracultura de H.Marcuse y socios como la Posmodernidad de G.Vattimo y socios critican la razón moderna no solo por su represión psíquica, sino también por su opresión social.
Esta concomitancia entre Contracultura y Posmodernidad proviene de su común contaminación nietzscheana, cuya consecuencia es una crítica corrosiva de la razón racional en nombre de una razón posracional, la cual intenta asumir las fuerzas oscuras del inconsciente, el cuerpo y la imaginación creadora (consúltese al respecto G.Bataille).
La razón posmoderna ya no es la razón moderna racional, sino una razón posracional. La razón ilustrada propia de la Ilustración apolínea (Aufklärung) cede así a una razón iluminada propia del iluminismo dionisiano (Verklärung), el cual confiere un tono (pos)romántico a la modernidad ilustrada, cuya luz solar se reconvierte en la posmodernidad en luz refractada e iluminación artificial (luz lunar).
En el ámbito cultural, la música moderna que culmina en Beethoven, con su heroísmo típico, queda troceada por la música antiheroica de los Beatles y socios posmodernos, mientras que la Idea y su idealismo moderno se quiebra coloristamente en una proliferación de signos en rotación y flotación, en medio de una semiótica o semiología estructural o estructuralista (de Lacan a Derrida).
El viejo racioempirismo moderno cede posmodernamente a una nueva realidad virtual, atravesada tanto por las redes de internet como por las redes cuánticas de la nueva realidad física. Lo real resulta irreal o surreal, perdiendo su solidez clásico-moderna al flotar aéreamente o reflotar líquidamente, como quiere Z. Bauman, al tiempo que se debilita el viejo fundamentalismo racioempírico en materia blanda o surreal, como el tiempoespacio de los relojes de Dalí. La razón absoluta propia de la modernidad se relativiza y refracta en arcoíris plural o plurimorfo, mientras que el poder de lo real, descrito por nuestro X. Zubiri, sucumbe a su virtualidad y surrealidad.
3 (Intramodernidad)
Lo que llamo Intramodernidad se distingue tanto de la razón moderna como de la posrazón posmoderna, en nombre de la razón-sentido. La razón moderna es abstractiva y general, la razón posmoderna es reactiva, particular y circunstancial, relativa y virtual. Por su parte, la razón intramoderna no es abstractiva ni reactiva, sino intractiva: por eso dice razón-sentido, es decir, sentido no racional-abstracto ni virtual-concreto, sino potencial o potenciante, cuya fuerza dice apertura radical o trascendental, por cuanto anida en la concavidad ontosimbólica del alma.
El sentido intramoderno es la razón encarnada o humanada, la razón afectiva, el logos no universal-abstracto ni particular-relativo, sino relacional o coimplicativo. En definitiva, el sentido es la razón interior, la razón anímica, cuya sede es el alma o corazón como co-razón de nuestra propia razón. Si el simbolismo de la Ilustración es la razón solar y la luz pura, el simbolismo del iluminismo posmoderno es la luz refractada o irisada. Por su parte, el simbolismo del sentido intramoderno es el fuego pasado por agua, la razón cordial.
Los profetas de la modernidad van de Descartes a Hegel, los profetas de la posmodernidad van de Nietzsche a G. Vattimo. Por su parte, los partidarios de la Intramodernidad no son profetas sino antiprofetas o hermeneutas, habida cuenta de que un hermeneuta sería un profeta que interioriza el sentido, como dice H. Corbin, o sea, un profeta que no habla del exterior (político) sino del interior moral o axiológico (valorativo). Pues bien, los hermeneutas de la Intramodernidad van de Heidegger a C.G. Jung y su Círculo de Eranos.
En este contexto ya no funciona la razón moderna ilustrada ni tampoco la posrazón iluminada, sino el sentido, el cual se define como razón simbólica o axiológica. El valor es aquí la clave intramoderna, y ya no la razón moderna ni la posrazón posmoderna. Por eso la Intramodernidad podría caracterizarse como una Ilustración romántica o simbólica, un calificativo posibilitado por la crítica posmoderna a la modernidad ilustrada.
La modernidad sin posmodernidad es abstracta, pero la posmodernidad sin modernidad es trivial y anecdótica, particular o circunscrita. Podemos reentender la Intramodernidad como la mediación de modernidad y posmodernidad, por eso la caracteriza el sentido como razón simbólica y afectiva. La cual es una razón suturadora y remediadora, humanizadora y abierta.
La Intramodernidad no es un Humanismo abstracto, criticado por el antihumanismo estructuralista, pero tampoco un mero humanismo posmoderno (poshumano), sino un Humanismo humanitario. De este modo, la Intramodernidad se erige en la conciencia de nuestra inconsciencia, es decir, en la conciencia de nuestra humanidad y en la consciencia de nuestra inhumanidad.
Al fondo de la modernidad y su racioempirismo está Aristóteles y el aristotelismo. Al fondo de la Intramodernidad y su raciosimbolismo están Sócrates y Platón, san Agustín y Pascal, Schopenhauer y Thomas Mann.
Hoy en día hay un poeta francés marginal que quisiera proponer como paradigma de lo que entiendo por Intramodernidad, ya que se trata de un poeta crítico pero religioso, corrosivo pero afectivo, heterodoxo pero humano: su nombre es Houellebecq. También hay un filósofo español recientemente fallecido que propondría para nuestra Intramodernidad por su filosofía racional y transracional, semiótica y simbólica, metafísica y poética: su nombre es Eugenio Trías.
La intramodernidad musical está acaparada por J.S. Bach con su música interior. Sin embargo, habría que rescatar de sus ínferos musicales al exquisito tenor aragonés Miguel Fleta, cuya lírica intramoderna pertenece al patrimonio del alma y a la cohabitación del corazón. Finalmente, hay un especial personaje latinoamericano, cuya religiosidad paradigmática no es moderna ni posmoderna, sino más bien intramoderna (franciscana): es un argentino y se llama el Papa Francisco.
(Conclusión)
La modernidad dice ilustración de la razón (racional o abstracta), y conduce a la globalización por abstracción de arriba abajo.
La posmodernidad dice iluminación de la razón (cromática o colorista), y conduce a la globalización por extracción de abajo arriba.
La Intramodernidad dice razón simbólica, sentido afectivo o anímico, encarnado por el alma como animación del ser, y conduce a la coimplicación por intracción de afuera adentro y de adentro afuera.
Para finalizar, he de reconocer que esta idea de la Intramodernidad me ha sido inspirada por el Renacimiento italiano, tanto en su filosofía (Marsilio Ficino, Pico della Mirandola), como en su arte (Miguel Ángel Buonarroti, Leonardo da Vinci) y en su arquitectura (Roma y el Vaticano, Florencia y Venecia).
Ahora bien, la clave del Renacimiento italiano es la síntesis del logos griego y del logos cristiano, así pues de la razón y el corazón; su precipitado dice “sensus”, cuya traducción sería: senso, sentido o significación frente al mero significado, razón interior.
Lo que denominamos Intramodernidad trataría de buscar la razón interior de las cosas, la cual cohabita las personas, así como la razón interior de la realidad exterior, la cual emerge en la humanización del mundo y no en su deshumanización. Pues el hombre se hace hombre por la hominización: pero se hace humano por la humanización.
(Bibliografía mínima)
---K. Popper (La sociedad abierta y sus enemigos).
---H. Marcuse (Eros y civilización).
---G. Vattimo, A.Ortiz-Osés, S. Zabala (El sentido de la existencia).
---Z. Bauman (Modernidad líquida).
---E. Trias (El artista y la ciudad).
---X. Zubiri (El hombre y Dios).
---G. Steiner (Presencias reales).
---A. Ortiz-Osés (Amor y sentido, así como Hermenéutica de Eranos).
---P. Lanceros (La herida trágica, así como La modernidad cansada).
---Varios autores (Diccionario de la existencia, así como Claves de la existencia).
---Angel Orensanz (Esculturas): cabría situar en la intramodernidad cultural la obra escultórica de Angel Orensanz (Nueva York), cuya trama simbólica se caracteriza por la afirmación de la urdimbre frente a la estructura.