Infancia, Juventud, Educación, Riesgo social, Pedagogía, Justicia SOBRE LA INFANCIA Y LA JUVENTUD EN RIESGO SOCIAL (J. Manuel De Oña)

SOBRE LA INFANCIA Y LA JUVENTUD EN RIESGO SOCIAL
SOBRE LA INFANCIA Y LA JUVENTUD EN RIESGO SOCIAL

UN PROBLEMA SOCIAL DE TODOS QUE NECESITA SOLUCIONES DE TODOS

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José Manuel de Oña es profesor titular del Departamento de Teoría e Historia de la Educación, Pedagogía Social y Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la UMA. Es autor de publicaciones de impacto en su área, siendo Investigador Principal del Proyecto "Educar desde los márgenes. Jóvenes en áreas urbanas desfavorecidas" en la convocatoria de los Fondos FERE de la Junta de Andalucia, en el año 2022.

1.Una mirada general.

Somos testigos, de un tiempo a esta parte, de la creciente preocupación que existe en nuestra sociedad acerca de los problemas que se manifiestan en las vidas de aquellos que forman parte del colectivo que llamamos “infancia y juventud”, y que nos llevan a calificarlos como de “estar en situación de riesgo social”. Hasta hace unos años, entendíamos que los chicos y chicas que estaban en dicho riesgo eran personas que vivían en entornos marginales, pertenecientes a determinadas etnias y/o nacionalidades, y que manifestaban un claro “perfil marginal” que parecía poder facilitarnos su identificación. En la actualidad, bien podemos afirmar que, aunque estos chicos y chicas siguen estando ahí, con sus muchas situaciones, es necesario decir que lo que llamamos “riesgo social” afecta de manera considerable a toda la infancia y la juventud, haciéndose presente en las vidas de otros sujetos y otros entornos que antes no hubiéramos pensado, cristalizándose en situaciones como:

  • - La falta de atención necesaria en el entorno familiar (hablamos de atención a las necesidades físicas, biológicas, cognitivas, afectivas, etc.).
  • - Dificultades significativas para la convivencia y un desempeño correcto a nivel académico: violencia entre iguales, dificultades en las relaciones con los demás, uso inadecuado de internet, fracaso escolar, etc.
  • - Dificultades para el aprendizaje de la participación social, para encontrar el propio espacio personal dentro de una sociedad que resulta excluyente y egoísta. Uno de los últimos informes de Cáritas Española sobre pobreza y exclusión social en España (año 2019) así lo atestigua, reflejando la convicción de que los jóvenes vivirán peor que sus progenitores ya que han sido una parte de la población más afectada por las distintas crisis económicas y sociales que venimos viviendo, llegando a encontrarnos con una generación que retrasa su independencia y la plasmación de su proyecto vital.

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Cabe decir que, en nuestro entorno, los últimos años vienen caracterizándose por una precarización del conjunto de la población (según el último informe Foessa, el 26,1% de la población española está en riesgo de pobreza o exclusión social), marcada por una fuerte crisis económica, un aumento de las situaciones de desconexión y riesgo social, y una creciente complejidad en cuanto a cómo se desarrollan esas situaciones de riesgo. Sin duda, la infancia y la juventud es muy vulnerable ante este fenómeno, y en España las cifras que se nos ofrecen indican un porcentaje de alrededor de un 20% de chicos y chicas que viven en hogares que sufren situaciones relacionadas con este tipo de fenómenos.

Resulta evidente cómo en este mismo tiempo la situación de este colectivo ha empeorado desde que comenzara aquella “crisis económica” que sufrimos hace ya más una década y, aunque diversas voces afirman que aquella ya pasó, sus consecuencias sin duda persisten; unidas además a las actuales secuelas de la COVID-19, situación que no ha hecho más que empeorar el panorama al que nos enfrentamos. Todo esto puede detectarse, entre otras cuestiones, en las altas tasas de suicidio entre los jóvenes o en los estudios que con regularidad se vienen publicando sobre juventud. El último, sin ir más lejos, de la Fundación Once que concluye con la idea de que el 25,5% de los jóvenes españoles de entre 16 y 29 años se sienten solos en la actualidad. 

  2. La infancia y juventud en riesgo, un problema de todos que necesita soluciones de todos.

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Lejos de convertir la situación expuesta en una cuestión individual, cargando sobre las espaldas de cada sujeto toda la responsabilidad de lo que pasa, haríamos bien en preguntarnos qué hacemos como sociedad ante este fenómeno, qué espacios, ejemplos, relaciones y vínculos estamos ofreciendo a los chicos y chicas de nuestra sociedad, pues es un problema que atañe a todos y que necesita la implicación de todos. Es necesario, por tanto, tener una mirada amplia, que tenga en cuenta todos los elementos que configuran la realidad en la que se desenvuelven las vidas de las personas, pensando de manera individual, grupal, comunitaria y social.

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Hablar de soluciones para la infancia y la juventud en riesgo no puede condensarse en unas pocas palabras como las que aquí nos ocupan. Sin duda, requiere de análisis y propuestas de una serie de políticas sociales, económicas y educativas que vayan apoyadas por la correspondiente dotación económica y de recursos socioeducativos, y que se concreten en acciones que influyan de manera directa en la vida de cada ser humano. No es mi intención aquí desgranar estas soluciones, pero sí podemos hacer un esbozo general que nos ayude a pensar, entre todos, qué podríamos plantearnos realizar con este colectivo.

Teniendo en cuenta esto, es importante afirmar la necesidad de rescatar y poner en juego una mirada comunitaria ante esta situación, recordando el valor del aprendizaje de la interdependencia mutua, incidiendo en la importancia de desarrollar una forma de relación social que tenga en cuenta el cuidado del otro, en especial de los más jóvenes y vulnerables. La propia UNESCO, en su último informe sobre educación titulado “Reimaginar juntos nuestros futuros. Un nuevo contrato social para la educación” señala explícitamente:

“una verdadera educación debe comprometer los propósitos y energía de quienes están siendo educados. Para garantizar este compromiso, los docentes deben establecer relaciones de cuidado y confianza y, dentro de estas relaciones los estudiantes y los docentes deben construir en cooperación objetivos educativos”.

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Fíjese el lector que se habla de relaciones de cuidado y confianza como eje de cualquier acción que quiera considerarse como educativa. Y aunque en la cita se hace referencia a los docentes, hay que decir que corresponde no solo a ellos, sino a todos aquellos que están presentes en las vidas de los chicos y chicas implementar relacionales basadas en el cuidado y la atención a las necesidades básicas, y la confianza en la construcción de un espacio educativo que permita el crecimiento personal.

Esto nos lleva a asumir también la importancia de dedicar a cada persona el tiempo necesario. No se construyen relaciones de cuidado y confianza en poco tiempo. Son relaciones que necesitan ser cultivadas, trabajadas, construidas, y en las que los adultos deben entender que están ejerciendo una función estructurante, de apoyo, escucha y de iniciación a la vida personal, grupal y comunitaria. El profesor José Manuel Esteve sostenía que en esta situación se da lugar el encuentro entre dos personalidades, y en ese encuentro una de ellas tiene que lograr que la otra se haga a sí misma, libremente, eligiéndose, sin abandonar su papel de sujeto en la búsqueda de respuestas de su propia vida, como así lo manifiestan a veces los propios chicos[1].

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En esta línea, es necesario atender a otra dimensión: la participación social. La participación es un valor social y un derecho de todo sujeto. Participar es esencial para que las personas se desarrollen en todo su conjunto y es condición indispensable para que una sociedad democrática se consolide como tal. Es fundamental ofrecer experiencias de participación social donde los chicos y chicas tengan de primera mano vivencias de calidad relacionadas con el valor de la convivencia y el respeto por el otro, donde descubran que merece la pena formar parte de la sociedad, y que su voz es escuchada y valorada como corresponde.

Por último, plantear todo este trabajo de forma comunitaria, tejiendo una auténtica red de apoyo y trabajo colaborativo entre todas las partes. Hace tiempo que dejamos de entender la educación como una responsabilidad única de la institución escolar ya que todo hecho educativo es global, y en él intervienen la escuela, las familias, las entidades del barrio y territorio correspondiente, las instituciones corporativas, los políticos, etc. Los chicos y chicas son responsabilidad de todos. Y existen ejemplos que así lo atestiguan[2].

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Son muchos los retos que tenemos por delante ante el colectivo de la infancia y juventud. Sabemos que están en riesgo de muchas cosas, y necesitamos organizar y concentrar muchos esfuerzos para facilitar y construir las condiciones políticas, sociales y familiares necesarios que amplíen las posibilidades de éxito de este colectivo, minimizando las consecuencias que en la actualidad recaen sobre ellos de un modelo social que resulta injusto y egoísta.

NOTAS PARA PROFUNDIZAR (¡muy recomendable la visita!):

[1]https://soundcloud.com/radiomisioneras/ep3-buscando-soluciones-juventud-exclusion-y-participacion-social

[2]https://www.youtube.com/watch?v=zawAMryRMhw

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