Los maestros, si enseñan, es porque saben, porque han aprendido, porque han experimentado, porque han aprendido a enseñar. ¡Claro, son mejor los testigos! Estos tienen experiencia de hacer vida lo que proponen, de haber pasado por aquello que sugieren y haberlo vivido en las propias carnes.
Hablar de abusos sexuales, de poder y de conciencia, a menores y personas vulnerables, requiere, sin ninguna duda, escuchar a las víctimas. Ellas tienen autoridad. Conocen la realidad de primera mano, quizás la tienen reflexionada, investigada, transformada en maestra. Su vida y su experiencia, es un magisterio para quien quiera abordar el tema de entornos seguros y cultura de protección.
Sí, también, con frecuencia, los abusadores saben, tienen experiencia, no solo del mal cometido, sino también del mal recibido, aquellos que también fueron víctimas. Pero por esto y por todo, también ellos tienen un magisterio del que aprender: para evitar, para prevenir, para acompañar, siempre con compasión, al sinfín de víctimas que encontramos en torno a este drama vergonzante de la humanidad.