“ANTIEPISCOPALITIS”

No sé en qué proporción, pero las corrientes “antiepiscopales” que se registran en el clero español actual son ya claras, a la vez que crecientes. Es difícil su valoración, entre otras razones por resultar extremadamente arduo adentrarse en la capacidad de aguante y de sacrificio que caracteriza a gran parte del clero que, “en virtud de santa obediencia, y de tantos otros lugares comunes, “canónicos” despersonalizadores, ha sufrido, y sufre tratos –maltratos-, menoscabos y desconsideraciones, impropios hasta de empresarios y patronos cumplidores de las legislaciones laborales vigentes, y de los convenios aprobados con el “visto bueno” y el consenso entre la patronal y las secciones sindicales. El hecho de no disponer de otras opciones económicas, además de la “nómina” y de los estipendios, contribuye a recrecer el potencial de resistencia hasta límites impensables. Son tantos los casos concretos que se hacen presentes al afrontar y ponderar este terma, que no me agradaría rememorarlos, colocándoles nombres y apellidos y otras circunstancias.

El “antiepiscopalismo” sacerdotal se explica por multitud de razones y motivos, entre los que destaco los siguientes:

. El presbiterado diocesano, en ninguno de sus estratos y estamentos, participa jamás en el nombramiento- selección de quienes habrán de ser sus “pastores”. Al igual que el resto de los cristianos, y no tan cristianos, se enteraron por la prensa y ya está.

. Aún más, en aquellos casos en los que el rumor apuntó hacia determinados candidatos, antes de convertirse en noticia, a pesar de alguna que otra protesta cursada “por los cauces reglamentarios”, no se le prestó atención, y se les descalificó posteriormente a quienes fueron sus fautores, tildándoseles de desobedientes a las decisiones jerárquicas, alegando irreverentemente haber sido tomadas bajo la inspiración del Espíritu Santo.

. El Nuncio de S.S. por cuyas manos pasan ternas y sexternas de “episcopables” carece de conocimientos acerca de los aspirantes, así como de las circunstancias y necesidades pastorales de las diócesis a las que habrán de servir como obispos. Quienes directamente aconsejan al Nuncio y contribuyen al nombramiento, son hoy sus colaboradores y “adláteres”, sin poder dejar de referir que la mayoría son de procedencia y votos “opuísticos”, y conservadores a ultranza, hasta el presente con eminente participación personal del ex todopoderoso Mons. Rouco Varela.

. Procedimientos como los seguidos en la Iglesia española por estas “potencias jerárquicas” en los últimos años, superaron en desesperanzas a los propios del “nacional catolicismo”, por lo que la repercusión negativa y “antifranciscana” repercutirá todavía en largas y desoladoras décadas.

. ¡Bendita sea la prensa y benditos quienes decidan algún día, con criterios abiertamente constructores y cristianos, desvelar las verdaderas motivaciones, “méritos” y “favores, que les confirieron, y sobre los que se fundamentaron, los nombramientos de los miembros del episcopado español¡. La tarea sería tan fácil, sobre todo cuando de lo que de verdad se trata no es de examinar de cánones y de teología, sino de antropología, de sentido común, de educación, de disponibilidad, de humildad y humanidad, de austeridad y pobreza…Es decir, de evangelio, y no de suntuosidades terrenales y antipastorales, falaces y provocadoras.

. Y aquí, y ahora, una modesta interpelación al mismísimo Nuncio de S. S. en España :¿Cuántas referencias le llegaron acerca del hecho de que precisamente el grado de “antiepiscopalismo” registrado entre los sacerdotes y laicos en la diócesis de Mérida- Badajoz reclamaba atención urgente y pormenorizada por su parte, en mayor proporción que las que se le cursan en otras diócesis? ¿Están viciados los caminos diplomáticos, y las quejas no pueden recorrerlos con garantías de efectividad y de gracia de Dios? ¿Es posible que ni el clero ni los laicos pensaran que su voz habría de llegar al destino de su Nunciatura y tener eco salvador en la misma, contribuyendo a clarificar y corregir comportamientos y modos de ser a los que exactamente la pastoral no podría inspirarlos ni justificarlos, y menos en unos tiempos en los que el ritmo impuesto por Papa Francisco en la Iglesia tanto dista de algunos “episcopales” mantenidos a ultranza, y con caracteres y alardes palaciegos veterotestamentarios y hasta carpetovetónicos?

. Como Nuncio, devoto además de los diccionarios y de los protocolos, no olvide que “parresía” se le llama a la “libertad de palabra, o derecho a decir cuanto se crea necesario o preciso”, por lo que esta, y no otra, es mi intención al referirle la satisfacción diocesana de que, por fin, en la cercanía se vislumbra ya la solución canónica para el problema de la “antiepiscolitis” tan aguda que la Iglesia ha padecido y padece en Extremadura. La “prudencia”, el buen gusto, la piedad y la educación es posible que sellen por ahora los labios de clérigos y laicos y estos se dediquen a “cantar a quien viene en el nombre del Señor”, aunque sin dejar de lamentar que de su nombramiento se enteraron por los medios de comunicación, como si la elaboración de su noticia no fuera también de su incumbencia.. La posibilidad de que el grado –“carrerismo”- de obispo- arzobispo pudiera premiar servicios anteriormente prestados en las altas instancias curiales vaticanas, tampoco es garantía de argumento evangélicamente pastoral.

Termino mi respetuoso alegato advirtiendo que en los archivos de la Nunciatura diversos documentos testificarán que la solución de los “obispos- coadjutores pacenses con derecho a sucesión” no fue siempre ni la más eficaz ni la más deseada.
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