El Bautismo de los Niños
Ya es hora de que, con adulta responsabilidad, humana y cristiana, afrontemos temas tan radicalmente importantes como el del bautismo, tal y como en la Iglesia católica se administra y practica. El bautismo de los niños es principio y fundamento de la renovación de la Iglesia que se demanda en la actualidad, así como artículo de primera necesidad … Es posible, y esta es mi intención, que las ideas siguientes, esquemáticamente expresadas, ayuden en tan substantiva tarea.
. Lo “ordinario” debería ser bautizar a los adultos. En cambio, lo “extraordinario”, debiera ser el bautismo de los niños Lo lógico, tal y como acontecía en la Iglesia Apostólica, no es convertir a los bautizados, sino bautizar a los ya convertidos.
. La llamada “gracia bautismal” no es algo “mágico”. El bautismo es sacramento de fe, sin la cual él no puede comprenderse. El niño tiene inicialmente – al menos en potencia- capacidad para recibir el bautismo, pero no tiene todavía “conciencia” adulta. El bautismo de un niño no debe concederse, tal y como acontece en la práctica en la actualidad, sin más condiciones. ¿Son los padres cristianos de verdad? ¿Será el niño educado en la fe? ¿Será este mañana, y con toda probabilidad, cristiano? ¿Es cristiano lo que más o menos sociológicamente creemos, o nos parece, que lo es? ¿Es cristiano el cristianismo sociológico tan generalizado, hoy al uso?
. El bautismo fundamentado en compromisos familiares o sociales es inadmisible. Su generalización es un abuso, que contradice al evangelio, que perjudica a la vida litúrgica, ni es expresión veraz de la “paternidad responsable” que predican y fomentan los educadores de la fe. La generalización del bautismo de lo niños es contraria al sano ecumenismo, que en todas las confesiones exige el de los adultos. El bautismo de los niños en la Iglesia católica termina por desnaturalizar su sentido y su contenido.
. Es totalmente legítima, oportuna y constructiva la polémica teológica y pastoral que en mantiene en la Iglesia en relación con el bautismo de los niños. Tachar de heréticas, ociosas o arriesgadas las reflexiones que seriamente se efectúen en sus diversas direcciones, es infantil,, hipócrita y poco, o nada, religioso.
. Elementos cívicos, sociales y “religiosos” se siguen todavía, e inextricablemente, dándose cita junto a la pila bautismal y todos ellos reclaman un mayor esclarecimiento en beneficio de los mismos.
. Es indispensable dialogar pastoralmente con los padres que solicitan que sus hijos sean bautizados. Posiblemente que en no pocos casos, ellos –los padres- estén pidiendo algo que apenas si tiene que ver con el bautismo como sacramento, lo que constituiría un engaño. Una especie de “catecumenado” resultaría muy práctico, y más en los tiempos presentes y en los venideros, en los que el ejercicio de la fe será cada vez más consciente, optativo y sin las limitaciones de ahora.
. La explicación catequística habría de extenderse con responsabilidad a padrinos y madrinas que hayan sido elegidos para la ceremonia del bautismo. A ellos les compete suplir a los padres del bautizado en cuanto se relaciona con la educación en la fe. La elección de padrinos y madrinas, tal y como hoy se realiza y practica, no es propio de personas adultas ni de cristianos formados.
. En clases sociales “altas”, hasta podrían prohibirse, o desaconsejarse, algunos bautizos, a consecuencia del espectáculo que, por encima de todo, o de casi todo, conllevan. Cuando tales bautizos se hacen “coloreadas” noticias en las “páginas de sociedad” y en las mismas aparecen “mitrados” obispos, arzobispos o cardenales, el espectáculo es bochornoso. La teología, la pastoral y la liturgia jamás podrán “disfrutar” del “honor” de los titulares de publicaciones tan frívolas.
. El bautismo de los niños reclama planteamientos distintos a los que realmente tiene hoy en la Iglesia. El posible que no sea procedente hacerlo de hoy para mañana. Pero es una asignatura –otra más- pendiente, que necesita ser atendida con urgencia La Iglesia, la sociedad y el sentido común así lo reclaman.
. Lo “ordinario” debería ser bautizar a los adultos. En cambio, lo “extraordinario”, debiera ser el bautismo de los niños Lo lógico, tal y como acontecía en la Iglesia Apostólica, no es convertir a los bautizados, sino bautizar a los ya convertidos.
. La llamada “gracia bautismal” no es algo “mágico”. El bautismo es sacramento de fe, sin la cual él no puede comprenderse. El niño tiene inicialmente – al menos en potencia- capacidad para recibir el bautismo, pero no tiene todavía “conciencia” adulta. El bautismo de un niño no debe concederse, tal y como acontece en la práctica en la actualidad, sin más condiciones. ¿Son los padres cristianos de verdad? ¿Será el niño educado en la fe? ¿Será este mañana, y con toda probabilidad, cristiano? ¿Es cristiano lo que más o menos sociológicamente creemos, o nos parece, que lo es? ¿Es cristiano el cristianismo sociológico tan generalizado, hoy al uso?
. El bautismo fundamentado en compromisos familiares o sociales es inadmisible. Su generalización es un abuso, que contradice al evangelio, que perjudica a la vida litúrgica, ni es expresión veraz de la “paternidad responsable” que predican y fomentan los educadores de la fe. La generalización del bautismo de lo niños es contraria al sano ecumenismo, que en todas las confesiones exige el de los adultos. El bautismo de los niños en la Iglesia católica termina por desnaturalizar su sentido y su contenido.
. Es totalmente legítima, oportuna y constructiva la polémica teológica y pastoral que en mantiene en la Iglesia en relación con el bautismo de los niños. Tachar de heréticas, ociosas o arriesgadas las reflexiones que seriamente se efectúen en sus diversas direcciones, es infantil,, hipócrita y poco, o nada, religioso.
. Elementos cívicos, sociales y “religiosos” se siguen todavía, e inextricablemente, dándose cita junto a la pila bautismal y todos ellos reclaman un mayor esclarecimiento en beneficio de los mismos.
. Es indispensable dialogar pastoralmente con los padres que solicitan que sus hijos sean bautizados. Posiblemente que en no pocos casos, ellos –los padres- estén pidiendo algo que apenas si tiene que ver con el bautismo como sacramento, lo que constituiría un engaño. Una especie de “catecumenado” resultaría muy práctico, y más en los tiempos presentes y en los venideros, en los que el ejercicio de la fe será cada vez más consciente, optativo y sin las limitaciones de ahora.
. La explicación catequística habría de extenderse con responsabilidad a padrinos y madrinas que hayan sido elegidos para la ceremonia del bautismo. A ellos les compete suplir a los padres del bautizado en cuanto se relaciona con la educación en la fe. La elección de padrinos y madrinas, tal y como hoy se realiza y practica, no es propio de personas adultas ni de cristianos formados.
. En clases sociales “altas”, hasta podrían prohibirse, o desaconsejarse, algunos bautizos, a consecuencia del espectáculo que, por encima de todo, o de casi todo, conllevan. Cuando tales bautizos se hacen “coloreadas” noticias en las “páginas de sociedad” y en las mismas aparecen “mitrados” obispos, arzobispos o cardenales, el espectáculo es bochornoso. La teología, la pastoral y la liturgia jamás podrán “disfrutar” del “honor” de los titulares de publicaciones tan frívolas.
. El bautismo de los niños reclama planteamientos distintos a los que realmente tiene hoy en la Iglesia. El posible que no sea procedente hacerlo de hoy para mañana. Pero es una asignatura –otra más- pendiente, que necesita ser atendida con urgencia La Iglesia, la sociedad y el sentido común así lo reclaman.