Catecismo Patriotico
Como refieren “malas lenguas”, aunque “generalmente bien informadas y en conformidad con los sagrados cánones, complacencias y plácemes de las autoridades eclesiásticas y civiles”, precisamente la redacción y publicación de “El Catecismo Patriótico Español”, declarado “texto oficial para las Escuelas por Orden Ministerial de Educación Nacional el día uno de marzo de 1938”, contribuyó decisivamente en la promoción y nombramiento de su autor como Obispo de Córdoba. El padre dominico colaboró de esta manera en la formación religioso- patriótica de buena parte de la nómina de sacerdotes y laicos de aquellos tiempos, y aún posteriores, respaldados siempre con bendiciones y las “debidas licencias”.
Las siguientes aseveraciones sintetizan tan “doctas, seguras y nobles” enseñanzas para la correcta formación de la fe:
. “Los enemigos de España son, entre otros, el liberalismo, la democracia y el judaísmo”. “Hemos de gradecer a Dios que con la “Gran Cruzada” los demócratas liberales hayan quedado vencidos, aunque algunos se escondan como sabandijas en mechinales inmundos para seguir desde la sombra arrojando su baba y envenenando el ambiente”. “Los ideales supremos de la catolicidad coinciden con la defensa de la religión cristiana y del espíritu greco- romano contra el protestantismo, junto con el derrocamiento del bolchevismo ruso- asiático, que son la base e inspiración de la política de nuestra “Cruzada”, explicación de nuestro retrogradismo hispano”, tal y como así lo justifica el autor del texto citado. “Los países protestantes son los más adelantados, pero con un adelanto parcial, unilateral y morboso, que lleva fatalmente een germen la catástrofe. La causa del relativo retraso natural de España en la época moderna fue haberse olvidado de sí misma y querer vivir de prestado, copiando al extranjero”
. “En España no hay división de poderes, lo que es ciertamente la proclamación de un poder personal, por lo que no subsisten nunca los partidos políticos, porque son creaciones artificiales del régimen parlamentario para dividir, inutilizar y explotar la nación. Nuestro Estado, como modelo e lo que deben ser los Estados, debe intervenir en las cosas, aún en el orden religioso, como auxiliar de la Iglesia. La finalidad propia del Estado es superior a todos los bienes particulares, con lo que así se llega a impedir la libre circulación de tantas cosas, como el matrimonio. El Estado debe sujetarse a la Iglesia como el cuerpo al alma y lo temporal a lo eterno. Las libertades de enseñanza, propaganda y reunión son libertades perniciosas, que ni siquiera pueden tolerarse”.
En estos “ideales” de patria, de religión, de convivencia y de Iglesia fuimos dogmáticamente educados los curas y los laicos, sin contenido teológico alguno, sin evangelio y sin conexión con la vida real y alentados fervorosamente con tan “santos odios”. Aseveración y constatación de los hechos, en multitud de episodios, lecturas y razonamientos, explican suficientemente la mayoría de las reacciones que suscitan, y suscitarán aún más, gestos y enseñanzas del Papa Francisco y de quienes de alguna manera intentan seguir sus orientaciones. Explican así mismo la “santa” pereza y los “sacrosantos” temores que alientan los miembros de la jerarquía eclesiástica, y que todavía inspiran sus reacciones y comportamientos.
Comprensión, piedad y absolución sempiternas le pedimos a Dios para quienes hicieron posible, y se aprovecharon, del embrollo del nacional- catolicismo, cuya pervivencia patrocinarán muchos a perpetuidad, aun sin convencimientos de carácter evangélico y tal vez sin otras intenciones que las de seguir siendo fieles a la “educación recibida”, avalada “por el sacrosanto nombre de Dios” y con las “debidas licencias eclesiásticas”.
Las siguientes aseveraciones sintetizan tan “doctas, seguras y nobles” enseñanzas para la correcta formación de la fe:
. “Los enemigos de España son, entre otros, el liberalismo, la democracia y el judaísmo”. “Hemos de gradecer a Dios que con la “Gran Cruzada” los demócratas liberales hayan quedado vencidos, aunque algunos se escondan como sabandijas en mechinales inmundos para seguir desde la sombra arrojando su baba y envenenando el ambiente”. “Los ideales supremos de la catolicidad coinciden con la defensa de la religión cristiana y del espíritu greco- romano contra el protestantismo, junto con el derrocamiento del bolchevismo ruso- asiático, que son la base e inspiración de la política de nuestra “Cruzada”, explicación de nuestro retrogradismo hispano”, tal y como así lo justifica el autor del texto citado. “Los países protestantes son los más adelantados, pero con un adelanto parcial, unilateral y morboso, que lleva fatalmente een germen la catástrofe. La causa del relativo retraso natural de España en la época moderna fue haberse olvidado de sí misma y querer vivir de prestado, copiando al extranjero”
. “En España no hay división de poderes, lo que es ciertamente la proclamación de un poder personal, por lo que no subsisten nunca los partidos políticos, porque son creaciones artificiales del régimen parlamentario para dividir, inutilizar y explotar la nación. Nuestro Estado, como modelo e lo que deben ser los Estados, debe intervenir en las cosas, aún en el orden religioso, como auxiliar de la Iglesia. La finalidad propia del Estado es superior a todos los bienes particulares, con lo que así se llega a impedir la libre circulación de tantas cosas, como el matrimonio. El Estado debe sujetarse a la Iglesia como el cuerpo al alma y lo temporal a lo eterno. Las libertades de enseñanza, propaganda y reunión son libertades perniciosas, que ni siquiera pueden tolerarse”.
En estos “ideales” de patria, de religión, de convivencia y de Iglesia fuimos dogmáticamente educados los curas y los laicos, sin contenido teológico alguno, sin evangelio y sin conexión con la vida real y alentados fervorosamente con tan “santos odios”. Aseveración y constatación de los hechos, en multitud de episodios, lecturas y razonamientos, explican suficientemente la mayoría de las reacciones que suscitan, y suscitarán aún más, gestos y enseñanzas del Papa Francisco y de quienes de alguna manera intentan seguir sus orientaciones. Explican así mismo la “santa” pereza y los “sacrosantos” temores que alientan los miembros de la jerarquía eclesiástica, y que todavía inspiran sus reacciones y comportamientos.
Comprensión, piedad y absolución sempiternas le pedimos a Dios para quienes hicieron posible, y se aprovecharon, del embrollo del nacional- catolicismo, cuya pervivencia patrocinarán muchos a perpetuidad, aun sin convencimientos de carácter evangélico y tal vez sin otras intenciones que las de seguir siendo fieles a la “educación recibida”, avalada “por el sacrosanto nombre de Dios” y con las “debidas licencias eclesiásticas”.