¿ES LÍCITO BAUTIZAR A LOS RICOS?
Cuanto se relaciona teológica y pastoralmente con la pobreza, es tema recurrente en las declaraciones del Papa Francisco en la pluralidad de las versiones evangelizadoras. La proclamación de su compromiso con la “dama” bautizada en Asís, alcanza carácter de indisoluble y liberador esponsalicio. En la penúltima de sus reflexiones papales con un grupo de estudiantes belgas, acaba de resaltar que “la pobreza sin ideología es la única y verdadera bandera del evangelio y no del comunismo: los pobres están en el centro del evangelio y son palabra de Dios”.
En el baúl de mis recuerdos profesionales, he encontrado una joya periodística, encuadernada en el género literario de una entrevista efectuada al entonces profesor de teología de Barcelona, el también jesuita padre Víctor Codina. Publicada en una revista semanal, que se vendía en los quioscos de prensa al precio de 50 pesetas, la entrevista se intitula “¿Es lícito bautizar a los ricos”? y se ubica en la sección “El púlpito”, de la que era yo su responsable.
Esta es su transcripción literal:
- Si abrimos la Sagrada Escritura, me adoctrina el teólogo, podemos constatar claramente que existe a lo largo de toda la Historia de Israel y de la Iglesia una preferencia por los pobres y una crítica muy dura de las riquezas y sus peligros. He aquí algunos ejemplos: “Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios” (Lc. 18,25). Según la carta de Santiago, (2, 5-7) las riquezas conducen fácilmente a la explotación y a la opresión. San Lucas llama injustas a las riquezas (16,9) y condena al rico Epulón por el solo hecho de ser rico. En la evolución actual de la sociedad y de la Historia, hoy comprendemos que el ser rico, o el ser pobre, no son hechos aislados, sino que están estructuralmente ligados y que son dependientes. Es decir, que si hay ricos, es porque hay pobres. La situación de bienestar supone actualmente un disfrute opresivo de los bienes de la Tierra , ya que hay muchos que no tienen lo suficiente para vivir como personas.. El rico vive en una estructura tal, que fácilmente se deja llevar a aceptarla, reforzarla y mantenerla, con detrimento de los que viven sus injustas consecuencias. Vive en una situación en la cual, el escuchar la Palabra de Dios y ponerla en obra se hace muy difícil, porque lo más opuesto a la exigencia de esta Palabra es el egoísmo. El rico se halla sumergido en una estructura que es opuesta al Reino de Dios. Si este consiste precisamente en compartir la fraternidad entre todos los hombres, las riquezas poseídas en abundancia dificultan vivir estos valores. Teológicamente se puede, pues, hablar de estructura de pecado y de injusticia…
Y el teólogo centra aún más el tema- eje de mi pregunta:
- Ahora podemos ver toda la gravedad de la cuestión: por el Bautismo se entra a formar parte de la Iglesia de Jesús, se incorpora al misterio de la muerte y resurrección de Jesús y se recibe el Espíritu de filiación y se remite el pecado, el original y el personal, si los hay. Pero concretamente, cuando el bautizando pertenece a una familia, o a una clase rica, existe el gravísimo riesgo de que el Bautismo, en lugar de hacer pasar de la muerte a la vida, bendiga y sacralice una situación estructuralmente injusta.
- La grave herida para la Iglesia, continúa diciendo Víctor Codina, no es tanto el haber admitido a niños al Bautismo, sino el que estos niños, lo mismo que muchos adultos, pertenezcan a las familias opresoras de la Humanidad y a los países opresores de los pobres. Este es el gran escándalo y el gran contrasigno de la Iglesia: el sacramento que debería remitir el pecado parece bendecir los pecados de los individuos y de las sociedades. Al lado de esto, el “escándalo de que la Iglesia haya abrazado a gente poco formada, poco culta, poco catequizada, es mínimo, porque esta gente suele ser, normalmente, la más pobre y la más miserable.
- Bueno, pero en definitiva, ¿es realmente lícito bautizar a los ricos?
- La salvación de los ricos, su evangelización, su bautismo, pertenecen al orden de la gracia de Dios, que es capaz de convertir y de cambiar el corazón. Jesús entró en casa de Zaqueo y con él llegó la salvación de aquella casa, pero en Zaqueo hubo una conversión: “daré la mitad de mis bienes a los pobres, y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo” (Lc. 19,8). Es posible evangelizar y bautizar al rico, con tal que se opere un radical conversión, un cambio de corazón, de actitud, de mentalidad. Si esta conversión, el Bautismo se degrada a algo mágico y folklórico. Solo en estas condiciones es posible el Bautismo de los ricos. Tal Bautismo supone algo más que una catequesis doctrinal. Supone un verdadero exorcismo, por el que se le pediría al Señor que libere del egoísmo toda connivencia con estructuras económicas capitalistas, de toda opresión, de toda mentalidad explotadora y de las nuevas formas de esclavizar a nuestros hermanos.
- Solo bajo estas condiciones, y después de estos exorcismos -exige y puntualiza el teólogo- , el rico puede ser admitido a la Iglesia. Y solo así se podrá evangelizar a los pobres, cuya dificultad reside casi siempre en ver que el nombre de Jesús es tomado en vano, por aquellos que les explotan…
El tema es tremendamente serio. Y su mayor seriedad y riesgo están precisamente en el planteamiento ideológico y doctrinal con que ha sido expuesto, al margen de anécdotas y rehuyendo adjetivos. La teología llega hasta aquí y compromete frontal y exigentemente al verdadero cristiano, comenzando por su jerarquía. Puede ocurrir que hasta el presente, y en no pocas áreas de la religión cristiana, se viviera, y se viva, más de sociología y de historia, que de teología. Pero de esto, precisamente no tienen la culpa los teólogos. De todas maneras, ahí está el lacerante e interpelador interrogante de si es, o no, lícito bautizar a los ricos”, al que le ha sido ofrecida una respuesta razonada, serena, desinteresada, firme y bíblica. Es posible que existan otras repuestas, pero siempre y cuando sean de verdad razonadas, desinteresadas y firmes. Entre otras conclusiones de urgencia que se desprenden de planteamientos como este, hay que destacar que, ser cristiano de verdad se pone cada día más difícil, aunque, eso sí, merece más la pena, por la honradez, compromiso y exigencias que ello comporta.
En el baúl de mis recuerdos profesionales, he encontrado una joya periodística, encuadernada en el género literario de una entrevista efectuada al entonces profesor de teología de Barcelona, el también jesuita padre Víctor Codina. Publicada en una revista semanal, que se vendía en los quioscos de prensa al precio de 50 pesetas, la entrevista se intitula “¿Es lícito bautizar a los ricos”? y se ubica en la sección “El púlpito”, de la que era yo su responsable.
Esta es su transcripción literal:
- Si abrimos la Sagrada Escritura, me adoctrina el teólogo, podemos constatar claramente que existe a lo largo de toda la Historia de Israel y de la Iglesia una preferencia por los pobres y una crítica muy dura de las riquezas y sus peligros. He aquí algunos ejemplos: “Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios” (Lc. 18,25). Según la carta de Santiago, (2, 5-7) las riquezas conducen fácilmente a la explotación y a la opresión. San Lucas llama injustas a las riquezas (16,9) y condena al rico Epulón por el solo hecho de ser rico. En la evolución actual de la sociedad y de la Historia, hoy comprendemos que el ser rico, o el ser pobre, no son hechos aislados, sino que están estructuralmente ligados y que son dependientes. Es decir, que si hay ricos, es porque hay pobres. La situación de bienestar supone actualmente un disfrute opresivo de los bienes de la Tierra , ya que hay muchos que no tienen lo suficiente para vivir como personas.. El rico vive en una estructura tal, que fácilmente se deja llevar a aceptarla, reforzarla y mantenerla, con detrimento de los que viven sus injustas consecuencias. Vive en una situación en la cual, el escuchar la Palabra de Dios y ponerla en obra se hace muy difícil, porque lo más opuesto a la exigencia de esta Palabra es el egoísmo. El rico se halla sumergido en una estructura que es opuesta al Reino de Dios. Si este consiste precisamente en compartir la fraternidad entre todos los hombres, las riquezas poseídas en abundancia dificultan vivir estos valores. Teológicamente se puede, pues, hablar de estructura de pecado y de injusticia…
Y el teólogo centra aún más el tema- eje de mi pregunta:
- Ahora podemos ver toda la gravedad de la cuestión: por el Bautismo se entra a formar parte de la Iglesia de Jesús, se incorpora al misterio de la muerte y resurrección de Jesús y se recibe el Espíritu de filiación y se remite el pecado, el original y el personal, si los hay. Pero concretamente, cuando el bautizando pertenece a una familia, o a una clase rica, existe el gravísimo riesgo de que el Bautismo, en lugar de hacer pasar de la muerte a la vida, bendiga y sacralice una situación estructuralmente injusta.
- La grave herida para la Iglesia, continúa diciendo Víctor Codina, no es tanto el haber admitido a niños al Bautismo, sino el que estos niños, lo mismo que muchos adultos, pertenezcan a las familias opresoras de la Humanidad y a los países opresores de los pobres. Este es el gran escándalo y el gran contrasigno de la Iglesia: el sacramento que debería remitir el pecado parece bendecir los pecados de los individuos y de las sociedades. Al lado de esto, el “escándalo de que la Iglesia haya abrazado a gente poco formada, poco culta, poco catequizada, es mínimo, porque esta gente suele ser, normalmente, la más pobre y la más miserable.
- Bueno, pero en definitiva, ¿es realmente lícito bautizar a los ricos?
- La salvación de los ricos, su evangelización, su bautismo, pertenecen al orden de la gracia de Dios, que es capaz de convertir y de cambiar el corazón. Jesús entró en casa de Zaqueo y con él llegó la salvación de aquella casa, pero en Zaqueo hubo una conversión: “daré la mitad de mis bienes a los pobres, y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo” (Lc. 19,8). Es posible evangelizar y bautizar al rico, con tal que se opere un radical conversión, un cambio de corazón, de actitud, de mentalidad. Si esta conversión, el Bautismo se degrada a algo mágico y folklórico. Solo en estas condiciones es posible el Bautismo de los ricos. Tal Bautismo supone algo más que una catequesis doctrinal. Supone un verdadero exorcismo, por el que se le pediría al Señor que libere del egoísmo toda connivencia con estructuras económicas capitalistas, de toda opresión, de toda mentalidad explotadora y de las nuevas formas de esclavizar a nuestros hermanos.
- Solo bajo estas condiciones, y después de estos exorcismos -exige y puntualiza el teólogo- , el rico puede ser admitido a la Iglesia. Y solo así se podrá evangelizar a los pobres, cuya dificultad reside casi siempre en ver que el nombre de Jesús es tomado en vano, por aquellos que les explotan…
El tema es tremendamente serio. Y su mayor seriedad y riesgo están precisamente en el planteamiento ideológico y doctrinal con que ha sido expuesto, al margen de anécdotas y rehuyendo adjetivos. La teología llega hasta aquí y compromete frontal y exigentemente al verdadero cristiano, comenzando por su jerarquía. Puede ocurrir que hasta el presente, y en no pocas áreas de la religión cristiana, se viviera, y se viva, más de sociología y de historia, que de teología. Pero de esto, precisamente no tienen la culpa los teólogos. De todas maneras, ahí está el lacerante e interpelador interrogante de si es, o no, lícito bautizar a los ricos”, al que le ha sido ofrecida una respuesta razonada, serena, desinteresada, firme y bíblica. Es posible que existan otras repuestas, pero siempre y cuando sean de verdad razonadas, desinteresadas y firmes. Entre otras conclusiones de urgencia que se desprenden de planteamientos como este, hay que destacar que, ser cristiano de verdad se pone cada día más difícil, aunque, eso sí, merece más la pena, por la honradez, compromiso y exigencias que ello comporta.