Liberanos Nos, Dominé
No se trata de que una ola atroz y devastadora de anticlericalismo del malo haya invadido las páginas y secciones informativas de la otrora “prensa impía y blasfema”. Ni de que sus responsables se hayan idiotizado pecuniariamente por medios y miedos judeo- masónicos. Pero el hecho es que noticias importantes referidas a la Iglesia aparecen con triste, desoladora y documentada frecuencia. De entre las mismas, hoy coinciden, y destaco, las siguientes:
. El ARZOBISPO DE SANT LOUIS -MISSOURI, Mons. Robert Carlson, acaba de declarar ante el juez que, cuando ejerció de obispo auxiliar en Minnesota, “no tenía conocimiento de que el acoso sexual a los niños constituía delito, habiendo descubierto posteriormente que se trataba de un crimen…” El cronista apostilla, que “en 193 ocasiones el citado arzobispo manifestó no recordar con precisión la respuesta a la pregunta que en el procedimiento judicial se le formulaba…” ¿Cómo es posible que un señor arzobispo tan desmemoriado pueda seguir estando al frente de una diócesis? ¿Es que sus diocesanos, el presidente y el resto de la Conferencia Episcopal no se percataran, ya antes de su nombramiento, de tan luctuosa y funesta “falta de memoria” clerical?. ¿Es que es posible vivir y convivir sin conciencia de pecado, y hacerlo además en la frágil, indecente, grosera y obscena relación con niños y niñas?. ¿Seguirá siendo para algunos cristianos de pacotilla y haraganería, escandalosa la publicación de la noticia, y no la continuidad, consentimiento y encubrimiento de la misma?
. Exactamente ocho años después de la estancia del hoy emérito Papa Benedicto XVI a la ciudad de Valencia, a propósito del “ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS CRISTIANAS, este ha vuelto a hacerse noticia, con titulares tan insidiosos y espectaculares como el de “la visita más cara y corrupta de la historia”. Bien es verdad que lenguaje como este es el propio, y se corresponde, con el de la “oposición” política parlamentaria, sea la que sea, para así descalificar despilfarros ajenos…¿Pero qué tiene que ver la política, valenciana o extravalenciana, con el Papa, por muy Benedicto –“bendito”- que se llame, y con “encuentros de familias cristianas”, aunque el carácter y la connotación de “mundial” sean atractivos dignos de atención y complacencia patrióticas, o “patrioteras”?. Pues sí, la política tuvo –y sigue teniendo- algo –mucho- que ver, y esta es la noticia: de los 17, 8 millones de euros que costó –sí, que costó- la visita, unos 3,3 millones fueron aportados por la “Generalitat” valenciana, tal y como lo refieren los correspondientes documentos y justificaciones. Del resto del coste, no toca hacer referencia, dado que la noticia- noticia es hoy eminentemente política, al margen de posibles rentabilidades publicitarias en el sentido de la promoción de la región- Comunidad Autónoma, con sus valores humanos y divinos, con expresa y efectiva mención para los específicamente familiares, en los tiempos tan paganizados que definen institución tan sacrosanta…¿Pero son religiosamente “rentables” estas y otras visitas apostólicas y “apostolizadotas”? ¿Quién, o quienes, las pagan? ¿A costa de qué? ¿En qué se podría, o debería, invertir el dinero presupuestado, y el “extra”? ¿Qué imagen de Iglesia aportan las visitas, tal y como suelen programarse?
. En la sintomatología “carrerista” de la “EPISCOLITIS”, las mitras ocupan un excelentísimo y reverendísimo espacio, dando por supuestos los palacios, los tronos, el “Nos” mayestático, el báculo, los títulos y las reverencias. Se trata de una enfermedad contagiosa, que hay que afrontar, para su erradicación, con la liturgia, con la teología, con la historia de las religiones y con el sentido común.. Una Iglesia aquejada en tales proporciones por el síndrome de la “episcopalitis”, como acontece en la actualidad, jamás será respuesta y mensaje cristiano. Sería –es- otra cosa, tal y como ya diagnostica, con todo lujo de detalles, datos y calificaciones, el Papa Francisco, con aquiescencia de parte de sacerdotes y laicos, y con la inexcusable condición de que las suyas sí que son “palabras de Dios”. El marco de las visitas episcopales llamadas “pastorales” por esos pueblos de Dios, aporta elementos singularmente relevantes, que reclaman apremiante y penitencial atención.
. Como dato curioso, y en la misma fecha, los medios de comunicación distribuyeron los resultados de unos análisis efectuados a productos “religiosos” tales como el INCIENSO y las velas aromáticas, de uso frecuente, establecido y ordenado por la misma liturgia. Con rigor, oficialidad y fiabilidad científica, se llegó a la conclusión de que la mayoría de estos productos contienen sustancias tóxicas y cancerígenas, en proporción y gravedad similar a las del tabaco. Sí, en la Iglesia, y con todos los avales y predicamentos litúrgicos, no son pocos los intoxicados por el olor y el humo del incienso. De la enfermedad del incienso no se libran muchos. De su vanidad, alejamiento del pueblo y culto a la personalidad, y más de la que se dice ejercer “en el nombre de Dios”, “¡líbera nos, Dómine¡”.
. El ARZOBISPO DE SANT LOUIS -MISSOURI, Mons. Robert Carlson, acaba de declarar ante el juez que, cuando ejerció de obispo auxiliar en Minnesota, “no tenía conocimiento de que el acoso sexual a los niños constituía delito, habiendo descubierto posteriormente que se trataba de un crimen…” El cronista apostilla, que “en 193 ocasiones el citado arzobispo manifestó no recordar con precisión la respuesta a la pregunta que en el procedimiento judicial se le formulaba…” ¿Cómo es posible que un señor arzobispo tan desmemoriado pueda seguir estando al frente de una diócesis? ¿Es que sus diocesanos, el presidente y el resto de la Conferencia Episcopal no se percataran, ya antes de su nombramiento, de tan luctuosa y funesta “falta de memoria” clerical?. ¿Es que es posible vivir y convivir sin conciencia de pecado, y hacerlo además en la frágil, indecente, grosera y obscena relación con niños y niñas?. ¿Seguirá siendo para algunos cristianos de pacotilla y haraganería, escandalosa la publicación de la noticia, y no la continuidad, consentimiento y encubrimiento de la misma?
. Exactamente ocho años después de la estancia del hoy emérito Papa Benedicto XVI a la ciudad de Valencia, a propósito del “ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS CRISTIANAS, este ha vuelto a hacerse noticia, con titulares tan insidiosos y espectaculares como el de “la visita más cara y corrupta de la historia”. Bien es verdad que lenguaje como este es el propio, y se corresponde, con el de la “oposición” política parlamentaria, sea la que sea, para así descalificar despilfarros ajenos…¿Pero qué tiene que ver la política, valenciana o extravalenciana, con el Papa, por muy Benedicto –“bendito”- que se llame, y con “encuentros de familias cristianas”, aunque el carácter y la connotación de “mundial” sean atractivos dignos de atención y complacencia patrióticas, o “patrioteras”?. Pues sí, la política tuvo –y sigue teniendo- algo –mucho- que ver, y esta es la noticia: de los 17, 8 millones de euros que costó –sí, que costó- la visita, unos 3,3 millones fueron aportados por la “Generalitat” valenciana, tal y como lo refieren los correspondientes documentos y justificaciones. Del resto del coste, no toca hacer referencia, dado que la noticia- noticia es hoy eminentemente política, al margen de posibles rentabilidades publicitarias en el sentido de la promoción de la región- Comunidad Autónoma, con sus valores humanos y divinos, con expresa y efectiva mención para los específicamente familiares, en los tiempos tan paganizados que definen institución tan sacrosanta…¿Pero son religiosamente “rentables” estas y otras visitas apostólicas y “apostolizadotas”? ¿Quién, o quienes, las pagan? ¿A costa de qué? ¿En qué se podría, o debería, invertir el dinero presupuestado, y el “extra”? ¿Qué imagen de Iglesia aportan las visitas, tal y como suelen programarse?
. En la sintomatología “carrerista” de la “EPISCOLITIS”, las mitras ocupan un excelentísimo y reverendísimo espacio, dando por supuestos los palacios, los tronos, el “Nos” mayestático, el báculo, los títulos y las reverencias. Se trata de una enfermedad contagiosa, que hay que afrontar, para su erradicación, con la liturgia, con la teología, con la historia de las religiones y con el sentido común.. Una Iglesia aquejada en tales proporciones por el síndrome de la “episcopalitis”, como acontece en la actualidad, jamás será respuesta y mensaje cristiano. Sería –es- otra cosa, tal y como ya diagnostica, con todo lujo de detalles, datos y calificaciones, el Papa Francisco, con aquiescencia de parte de sacerdotes y laicos, y con la inexcusable condición de que las suyas sí que son “palabras de Dios”. El marco de las visitas episcopales llamadas “pastorales” por esos pueblos de Dios, aporta elementos singularmente relevantes, que reclaman apremiante y penitencial atención.
. Como dato curioso, y en la misma fecha, los medios de comunicación distribuyeron los resultados de unos análisis efectuados a productos “religiosos” tales como el INCIENSO y las velas aromáticas, de uso frecuente, establecido y ordenado por la misma liturgia. Con rigor, oficialidad y fiabilidad científica, se llegó a la conclusión de que la mayoría de estos productos contienen sustancias tóxicas y cancerígenas, en proporción y gravedad similar a las del tabaco. Sí, en la Iglesia, y con todos los avales y predicamentos litúrgicos, no son pocos los intoxicados por el olor y el humo del incienso. De la enfermedad del incienso no se libran muchos. De su vanidad, alejamiento del pueblo y culto a la personalidad, y más de la que se dice ejercer “en el nombre de Dios”, “¡líbera nos, Dómine¡”.