LAS MONJAS Y EL DICCIONARIO
Las repercusiones que la publicación de la Constitución Apostólica “Vultum Dei quaerere” del Papa Francisco, tanto dentro como fuera de los monasterios, está ya causando, son muchas y muy positivas. Y lo serán aún más con el paso del tiempo. Los monasterios en general están a la sacrosanta espera de su reforma, en fiel consonancia con la que precisa y demanda la Iglesia, y posiblemente más, dada la importancia que en la misma posee la contemplación por su propia esencia. A las vetustas y veneradas puertas de estas instituciones acaba de darles el Papa un soberano aldabonazo de resurrección y de vida, que se concentra y proyecta de modo significativo en la rúbrica y señalamiento de su adecuación a las circunstancias actuales de lugar y de tiempo.
Todo eso de “lego” en su doble acepción de “carencia de órdenes clericales” y de ignaro, o “falto de letras o noticias”, que caracteriza hoy a las monjas, “siervas” de sus fundadores o fundadoras, y de las interpretaciones de las normas o reglas por parte de los capellanes o confesores –“voluntad del Señor”-, está a punto de pasar a mejor vida, a cambio de lograr parcelas de responsabilidades comunitarias y personales, que les obliguen a sentirse tanto o más maduras que el resto de los colectivos femeninos dentro y fuera de la Iglesia. Monjas dóciles e infantiles a perpetuidad y al margen de los movimientos que inspira el Espíritu, con sus correspondientes riesgos de equivocaciones y aciertos, no serán jamás ejemplares i referencias de vida ejemplarmente cristiana, por mucho y muy gregorianamente que salmodien sus cantos litúrgicos y, en ocasiones, y como ayuda para su supervivencia, elaboren dulces exquisitos, que anticipen las delicias eternas, con la efusión de nombres propios extraídos del santoral de su Orden o Congregación
Con la reciente publicación de su Constitución Apostólica, dedicada a las mojas, y con las soluciones que en ella se anotan para apuntalar su supervivencia en la Iglesia, el Papa Francisco tuvo en cuenta las dificultades de autonomía que padecen y sufren las “consagradas al Señor”, dependientes en exclusiva, o fundamentalmente, de las ideas y concepción que de su vocación y actividad tengan sus “protectores”, desde sus más altas instancias curiales, y siempre con criterios teológicamente “viriles”, en “sacrosanto colonialismo”.
. Como dato triste y elocuentemente significativo, recuerdo que, en un viaje de peregrinación jacobea, , en las cercanías de los gloriosos monasterios de San Millán de la Cogolla –Yuso y Suso-, al visitar el complejo cisterciense de Santa María, en el cercano pueblo de Cañas, lugar del nacimiento de Santo Domingo de Silos, logré conversar con su abadesa mitrada, quien tenía en sus manos un ejemplar de la revista “Vida Nueva”…Al percatarme de que algunas de sus páginas estaban tijereteadas, me confesó con naturalidad, que ni a ella ni a la comunidad les estaba permitido leer la revista sin que antes les hubiera dado el “Visto Bueno” el capellán del monasterio, con amplias facultades de que de la misma eliminara ciertas noticias o comentarios “intra” o “extra” eclesiales…Al detenerme a contemplar en su Sala Capitular el fabuloso mausoleo, uno de los más preciados y artísticos de España, de la beata Doña Urraca López de Haro, me limité a rogarle a esta fundadora que tuviera piedad de sus monjas y del capellán de su monasterio. Tal ruego lo hice extensivo a San Francisco de Asís, de quien la piadosa tradición asegura que se hospedó como peregrino a Compostela.
. Ah, pero ¿usted no sabe que a nosotras, en los tiempos del noviciado, se nos prohibía terminantemente poseer el diccionario de la RAE, para evitar así la tentación de podernos enterar de la existencia y significado de ciertas palabras, sobre todo las que se relacionaran con la sexualidad?. Pregunta tan livianamente piadosa me la formula la ex monja de una Congregación Religiosa dedicada precisamente a la enseñanza, y en cuyos colegios se “educaban” las niñas, en riguroso régimen de enemistad y alejamiento respecto a los niños –entonces “pecaminosa” coeducación- , y en los que a las “gratuitas”, sin uniforme, ” se les obligaba a entrar y salir por puertas distintas….
. Como complemento a información religiosa, hoy actualizada, la misma comunicante me expresaba la sorpresa de algunas y algunas –no muchas- , de que, cuando hacía falta en la iglesia del pueblo que, además del sacerdote celebrante de la misa, alguien le ayudara para impartir la sagrada comunión, a uno de los asistentes, sacerdote secularizado, en conformidad con los cánones, le estaba prohibido efectuar tal tarea…
A monjas, a frailes, a curas y, en general, al pueblo de Dios, si pretenden algún día encontrar el “rostro del Dios verdadero”, el Papa Francisco, o el que venga después, habrá de dirigirles otras tantas Constituciones Apostólicas, y releerles el catecismo, con censura eclesiástica, o sin ella, pero siempre yt cuando haya sido, fruto y consecuencia del estudio y de la contemplación de los santos evangelios.
Todo eso de “lego” en su doble acepción de “carencia de órdenes clericales” y de ignaro, o “falto de letras o noticias”, que caracteriza hoy a las monjas, “siervas” de sus fundadores o fundadoras, y de las interpretaciones de las normas o reglas por parte de los capellanes o confesores –“voluntad del Señor”-, está a punto de pasar a mejor vida, a cambio de lograr parcelas de responsabilidades comunitarias y personales, que les obliguen a sentirse tanto o más maduras que el resto de los colectivos femeninos dentro y fuera de la Iglesia. Monjas dóciles e infantiles a perpetuidad y al margen de los movimientos que inspira el Espíritu, con sus correspondientes riesgos de equivocaciones y aciertos, no serán jamás ejemplares i referencias de vida ejemplarmente cristiana, por mucho y muy gregorianamente que salmodien sus cantos litúrgicos y, en ocasiones, y como ayuda para su supervivencia, elaboren dulces exquisitos, que anticipen las delicias eternas, con la efusión de nombres propios extraídos del santoral de su Orden o Congregación
Con la reciente publicación de su Constitución Apostólica, dedicada a las mojas, y con las soluciones que en ella se anotan para apuntalar su supervivencia en la Iglesia, el Papa Francisco tuvo en cuenta las dificultades de autonomía que padecen y sufren las “consagradas al Señor”, dependientes en exclusiva, o fundamentalmente, de las ideas y concepción que de su vocación y actividad tengan sus “protectores”, desde sus más altas instancias curiales, y siempre con criterios teológicamente “viriles”, en “sacrosanto colonialismo”.
. Como dato triste y elocuentemente significativo, recuerdo que, en un viaje de peregrinación jacobea, , en las cercanías de los gloriosos monasterios de San Millán de la Cogolla –Yuso y Suso-, al visitar el complejo cisterciense de Santa María, en el cercano pueblo de Cañas, lugar del nacimiento de Santo Domingo de Silos, logré conversar con su abadesa mitrada, quien tenía en sus manos un ejemplar de la revista “Vida Nueva”…Al percatarme de que algunas de sus páginas estaban tijereteadas, me confesó con naturalidad, que ni a ella ni a la comunidad les estaba permitido leer la revista sin que antes les hubiera dado el “Visto Bueno” el capellán del monasterio, con amplias facultades de que de la misma eliminara ciertas noticias o comentarios “intra” o “extra” eclesiales…Al detenerme a contemplar en su Sala Capitular el fabuloso mausoleo, uno de los más preciados y artísticos de España, de la beata Doña Urraca López de Haro, me limité a rogarle a esta fundadora que tuviera piedad de sus monjas y del capellán de su monasterio. Tal ruego lo hice extensivo a San Francisco de Asís, de quien la piadosa tradición asegura que se hospedó como peregrino a Compostela.
. Ah, pero ¿usted no sabe que a nosotras, en los tiempos del noviciado, se nos prohibía terminantemente poseer el diccionario de la RAE, para evitar así la tentación de podernos enterar de la existencia y significado de ciertas palabras, sobre todo las que se relacionaran con la sexualidad?. Pregunta tan livianamente piadosa me la formula la ex monja de una Congregación Religiosa dedicada precisamente a la enseñanza, y en cuyos colegios se “educaban” las niñas, en riguroso régimen de enemistad y alejamiento respecto a los niños –entonces “pecaminosa” coeducación- , y en los que a las “gratuitas”, sin uniforme, ” se les obligaba a entrar y salir por puertas distintas….
. Como complemento a información religiosa, hoy actualizada, la misma comunicante me expresaba la sorpresa de algunas y algunas –no muchas- , de que, cuando hacía falta en la iglesia del pueblo que, además del sacerdote celebrante de la misa, alguien le ayudara para impartir la sagrada comunión, a uno de los asistentes, sacerdote secularizado, en conformidad con los cánones, le estaba prohibido efectuar tal tarea…
A monjas, a frailes, a curas y, en general, al pueblo de Dios, si pretenden algún día encontrar el “rostro del Dios verdadero”, el Papa Francisco, o el que venga después, habrá de dirigirles otras tantas Constituciones Apostólicas, y releerles el catecismo, con censura eclesiástica, o sin ella, pero siempre yt cuando haya sido, fruto y consecuencia del estudio y de la contemplación de los santos evangelios.