¿RASCACIELOS SAGRADOS?
“¡Líbera nos, Dómine¡” y “¡perdónanos, Señor¡”, cuando también lo religioso - y más lo cristiano-, se convierte en alarde, ostentación y jactancia, y así es presentado social y litúrgicamente ante propios y extraños. Tal es el caso, por ejemplo, destacar que en Madrid se encuentra la capilla más alta del mundo, exactamente en la primera de las cuatro torres –“Torre del Espacio”- de lo que fue antigua “Ciudad Deportiva del Real Madrid”. Al servicio religioso exclusivo de jefes y empleados de las empresas instaladas en sus dependencias, la capilla campea entre el cielo y la tierra –“rascacielos”-, instando al resto de los fieles cristianos, laboralmente “parados” o no, a formularse, entre otras, preguntas como estas:
¿Cuentan con mayores facilidades y gracia de Dios, para alcanzar la perfección como cristianos aquellos/ as que en el marco del ejercicio de su profesión u oficio disfrutan de una capilla privada, con especiales bendiciones y su capellán, y más si esta se enciela arquitectónicamente sobre las realidades terrenales, separados –espaciados-, de los peligros y tentaciones rituales del “mundo, demonio y carne”? ¿Se vive más y mejor la fe entre el cielo y la tierra, y no en la misma tierra, pero siempre y cuando la vista y las intenciones se eleven hacia las alturas?
¿No le sobran “cortes y reinos celestiales”, junto con “firmamentos y visiones beatíficas, a la fe cristiana, en idénticas proporciones a como le faltan substantividades, - también culturales-, con las medidas s que prescriben e imponen los conceptos de “paraíso” y de “terrenal”? ¿Por qué el cielo- cielo, y la obsesión por el mismo, ha de comenzar, y aún anquilosarse, en la tierra, sobre todo con fórmulas económico- financieras de poder y riquezas, y no con las más transcendentes de piedad, ternura e inteligencia?
¿Por qué tal distinción se presentará, aún religiosamente, aureolada con toda clase de predicamentos y bendiciones eclesiásticas oficiales, con predominio de la idea de acaparamientos jerárquicos, exiliando de la plenitud de sus beneficios a la “gente de tropa”? ¿En qué `principios teológicos, filosóficos o sociológicos se fundamenta el convencimiento de que en las competiciones para- religiosas – sobre todo, masivas- los primeros puestos les están reservados a ciertas siglas, consagradas canónicamente como religiosas, que reflejarán perdurablemente el “triunfo” del Reino de Dios,”así en la tierra como en el cielo”?
Los alardes habrán de estar, por definición, desterrados de la Iglesia y sus aledaños, con excepción de aquellos que de alguna manera reflejen la realidad de sus limitaciones como institución, así como las deficiencias de sus miembros, con reverenciada y reconocida mención para sus jerarcas. La condición de pecador/a, inherente a la fragilidad humana, es nota y distintivo de pertenencia a la Iglesia. “Humanidad” y humildad” son referencias gramaticales indispensables para vivir y convivir en la Iglesia. Si en la misma faltara alguna de ellas, o su uso fuera transitorio o precario y tan solo resonaran su nombre y su cita en los Boletines Oficiales o en el lenguaje curial, la Iglesia perdería su razón de ser en el mundo.
Por considerables, notorias y excepcionales que sean las alturas, y por muy reluciente y esperanzadoramente verde que sea la luz que ilumine y haga parpadear su sagrario, las capillas – iglesias las justificará la capacidad sacramental de que sus “privilegiados” usuarios encarnen respuestas de servicio a la colectividad en la pluralidad de sus opciones, por supuesto, también religiosas.
NOTA: Los siguientes datos y apreciaciones completan la información anterior: Es posible que la capilla no solo tenga la singularidad de alojar el sagrario más alto de España, sino de todo el mundo, a 135 metros sobre el nivel del suelo. El edificio de la “Torre Espacio” fue construido el año 2,009 y el complejo en el que se ubica es conocido como el “Nuevo Centro Empresarial y Financiero de Madrid”. Es un edificio de 236 metros de altura, con 57 plantas. En la capilla se celebra la santa misa todos los días y, en opinión “oficial”, fue concebida sin intención de batir record mundial de ninguna clase. Enfermos y familiares de los cercanos hospitales de “La Paz” y del “Ramón y Cajal” pueden percibir con facilidad los consoladores destellos de la luz del sagrario.
¿Cuentan con mayores facilidades y gracia de Dios, para alcanzar la perfección como cristianos aquellos/ as que en el marco del ejercicio de su profesión u oficio disfrutan de una capilla privada, con especiales bendiciones y su capellán, y más si esta se enciela arquitectónicamente sobre las realidades terrenales, separados –espaciados-, de los peligros y tentaciones rituales del “mundo, demonio y carne”? ¿Se vive más y mejor la fe entre el cielo y la tierra, y no en la misma tierra, pero siempre y cuando la vista y las intenciones se eleven hacia las alturas?
¿No le sobran “cortes y reinos celestiales”, junto con “firmamentos y visiones beatíficas, a la fe cristiana, en idénticas proporciones a como le faltan substantividades, - también culturales-, con las medidas s que prescriben e imponen los conceptos de “paraíso” y de “terrenal”? ¿Por qué el cielo- cielo, y la obsesión por el mismo, ha de comenzar, y aún anquilosarse, en la tierra, sobre todo con fórmulas económico- financieras de poder y riquezas, y no con las más transcendentes de piedad, ternura e inteligencia?
¿Por qué tal distinción se presentará, aún religiosamente, aureolada con toda clase de predicamentos y bendiciones eclesiásticas oficiales, con predominio de la idea de acaparamientos jerárquicos, exiliando de la plenitud de sus beneficios a la “gente de tropa”? ¿En qué `principios teológicos, filosóficos o sociológicos se fundamenta el convencimiento de que en las competiciones para- religiosas – sobre todo, masivas- los primeros puestos les están reservados a ciertas siglas, consagradas canónicamente como religiosas, que reflejarán perdurablemente el “triunfo” del Reino de Dios,”así en la tierra como en el cielo”?
Los alardes habrán de estar, por definición, desterrados de la Iglesia y sus aledaños, con excepción de aquellos que de alguna manera reflejen la realidad de sus limitaciones como institución, así como las deficiencias de sus miembros, con reverenciada y reconocida mención para sus jerarcas. La condición de pecador/a, inherente a la fragilidad humana, es nota y distintivo de pertenencia a la Iglesia. “Humanidad” y humildad” son referencias gramaticales indispensables para vivir y convivir en la Iglesia. Si en la misma faltara alguna de ellas, o su uso fuera transitorio o precario y tan solo resonaran su nombre y su cita en los Boletines Oficiales o en el lenguaje curial, la Iglesia perdería su razón de ser en el mundo.
Por considerables, notorias y excepcionales que sean las alturas, y por muy reluciente y esperanzadoramente verde que sea la luz que ilumine y haga parpadear su sagrario, las capillas – iglesias las justificará la capacidad sacramental de que sus “privilegiados” usuarios encarnen respuestas de servicio a la colectividad en la pluralidad de sus opciones, por supuesto, también religiosas.
NOTA: Los siguientes datos y apreciaciones completan la información anterior: Es posible que la capilla no solo tenga la singularidad de alojar el sagrario más alto de España, sino de todo el mundo, a 135 metros sobre el nivel del suelo. El edificio de la “Torre Espacio” fue construido el año 2,009 y el complejo en el que se ubica es conocido como el “Nuevo Centro Empresarial y Financiero de Madrid”. Es un edificio de 236 metros de altura, con 57 plantas. En la capilla se celebra la santa misa todos los días y, en opinión “oficial”, fue concebida sin intención de batir record mundial de ninguna clase. Enfermos y familiares de los cercanos hospitales de “La Paz” y del “Ramón y Cajal” pueden percibir con facilidad los consoladores destellos de la luz del sagrario.