VENDAVAL DE “PODEMOS” (en la Iglesia)

Raro es el día –y aún la hora-, en que alguna noticia relacionada con la Iglesia no acapare puestos y espacios de importancia en los “informativos”, estén o no estos especificados como “religiosos”. Así lo demandan los potenciales “clientes”, no siendo ni justo ni objetivo imputar de anticlericales a los medios de comunicación que las trasmiten, por el hecho de que la mayoría de las informaciones resulten poco, o nada, favorables para la institución eclesiástica.. El Papa Francisco, por ejemplo, es y se hace frecuente noticia, sistemáticamente de esperanza, de luz, de libertad, pluralismo, respeto y “evangelio”, palabra que precisamente quiere decir “buena noticia”.

. Y en el elenco de pulsaciones de carácter religioso que hoy se registran, destaca la toma de conciencia que comienza a alentarse en la Iglesia española, de la necesidad de aplicar parte del caudal positivo que, al margen de consideraciones partidistas, albergan y expresan la idea y el término “podemos”. Un vendaval de posicionamientos, actitudes y disposiciones utópicas que, en la teoría e intenciones, hasta amenazantes, imposibles y hasta contradictorias, se convierten en hipotético organigrama que pretende arramplar con comportamientos y sistemas de vida, personas e instituciones, que encarnaron políticas y religiones infieles a los ideales de sus fundadores, rindiéndolas en su propio beneficio y no en el de la colectividad y de la convivencia pacífica, al servicio de todos.

. Para ser y ejercer de verdad la Iglesia como Iglesia de Cristo. necesita buenas dosis de “podemos”, de las que en gran parte, y venciendo dificultades infinitas – también cardenalicias y curiales- el Papa Francisco es testimonio de palabra y de vida. La tarea-ministerio de todo “podemos” religioso incluirá el reconocimiento, a luz de la fe, de las posibilidades reales y constructivas de las que el cristiano, como tal, es depositario. La proyección de las mismas sobre el resto de la comunidad cristiana, y el enriquecimiento mutuo que ello comporta, elevará el índice de la efectividad del “podemos” religioso hasta cotas impensables, contando además con la gracia de Dios.

. Al pueblo de Dios, en el reducto de su minoría eclesial, le hacen falta orientaciones y lecciones de vida de “podemos”. No es cristiano tener que amoldarse a perpetuidad, y “en virtud de santa obediencia”, o fórmulas similares, a normas que se dicen religiosas y que son estrictamente canónicas, pero cuya procedencia y fidelidad evangélica es cuestionada por la teología, por el sentido común y por las aportaciones de la antropología.

.”Podemos” habrá de hacerse efectiva y redentoramente presente en palacios episcopales -moradores e inquilinos-, sin dejar de rehabilitar terminologías, palabras, signos, comportamientos, mitras y gestos. Adoctrinará a unos y a otros en la asignatura de la democracia, con los requerimientos debidos, hasta tornar inviables los actuales procedimientos en la selección-nombramiento de los miembros del episcopado, así como en el seguimiento de su actividad pastoral. Cuanto se relaciona con el dinero, su administración, uso y aplicación, constituirá parte importante de todo ordenamiento que se precie de democrático y de jerárquico, en su sentido leal eclesiológico, aunque este a veces llegara a diferir del estrictamente canónico.

. Precisamente en el apartado episcopal de “podemos”, todos sus dirigentes copiarán y refrendarán con respeto, veracidad y santidad, las recientes y adoctrinadoras palabras del Papa Francisco: “Hay obispos que mandan, se pavonean y viven únicamente por y para la vanidad, y no por el servicio al pueblo. El obispo será honesto, hospitalario y amigo de hacer el bien, sensato y justo, no amante de lujos o del vino. El episcopado no es una autoridad, sino un ministerio, cuyo cargo y fundamento supremo es el servicio…”

. Identificados los “podemos” dentro de la Iglesia con signos y señales de “profetas”, y a ejemplo de Cristo, el culto del templo, de las catedrales, parroquias y ermitas, con sus cofradías, “privilegios”, indulgencias de sus componentes, “hermanos” y “hermanas”, habrán de someterse a reformas penitenciales que lo dignifique y evangelice, hasta recuperar sus primigenios valores y testimonios de vida.

. En la hipotética y anhelada programación de “podemos” dentro de la Iglesia, capítulos esenciales serán los que directamente afectan a las Órdenes y Congregaciones religiosas, movimientos apostólicos, sodalicios, instituciones y obras de piedad, colegios, relaciones Iglesia- Estado y toda clase de privilegios, desistiendo de instarles a sus miembros a comportarse siempre a la defensiva y a vivir en un mundo que ya no existe, hostiles a toda clase de innovación.

. Todo cuanto se relacione con la mujer será objeto y sujeto de profunda y urgente revisión que los “podemos” habrán de afrontar con hidalguía, justicia y teología, y sin barrunto o sospecha alguna de discriminación que halle cabida en el organigrama de la institución eclesiástica, hasta el presente radicalmente machista por su propia constitución canónica y, por ahora, sin demasiadas esperanzas de corrección y arrepentimiento.
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