Posible origen de las decapitaciones islámicas
Los hombres y mujeres de nuestro siglo no estamos acostumbrados a ver decapitaciones, con cuchillo y a sangre fría, como las que nos muestran de los terroristas del Estado Islámico. Pero estas muertes no difieren mucho de las que se practican en Arabia Saudita a un condenado, las diferencias están en un juicio justo, una píldora que adormezca o calme el dolor y una espada bien afilada, en lugar de un vulgar cuchillo. Ambas comunidades siguen la jurisprudencia Hanbali, la más estricta y rigurosa en aplicación de las leyes que suele ser aplicada por jueces sauditas.
En los últimos meses los yihadistas han matado a miles de personas, la mayoría por fusilamientos pero se nos olvida recordar que Araba Saudita ha decapitado en el mes de agosto a 22 personas y en el total del año a 79, algunas veces por delitos menores, como el contrabando de estupefacientes o incluso la acusación de brujería.
En el nuevo territorio del estado islámico no se tolera ninguna religión que no sea la sunita y para vigilar el proceso se ha formado una policía religiosa que persigue el vicio y conmina a la asistencia a los servicios religiosos. Los templos de otros credos han sido anulados y sus fieles perseguidos. Un grupo de 27 personas que seguía una misa en la ciudad de Khafji, cercana a la frontera turca fueron todos arrestados y están a la espera de juicio (lo mejor que les podía haber pasado).
El Estado Islámico es el responsable de un recrudecimiento de las leyes en Arabia Saudita que en los últimos años se había relajado por la presión occidental pues quieren demostrar que los auténticos defensores de un Estado Islámico son ellos. Pero otros, ven en esta actitud represiva un efecto para controlar por miedo a una juventud que está descontenta y añora la vida libre de su generación en las democracias occidentales.
El resultado de toda esta amalgama de fuerzas es que una violencia brutal se ha hecho presente en estas tierras con todas las bendiciones de la ley.
En los últimos meses los yihadistas han matado a miles de personas, la mayoría por fusilamientos pero se nos olvida recordar que Araba Saudita ha decapitado en el mes de agosto a 22 personas y en el total del año a 79, algunas veces por delitos menores, como el contrabando de estupefacientes o incluso la acusación de brujería.
En el nuevo territorio del estado islámico no se tolera ninguna religión que no sea la sunita y para vigilar el proceso se ha formado una policía religiosa que persigue el vicio y conmina a la asistencia a los servicios religiosos. Los templos de otros credos han sido anulados y sus fieles perseguidos. Un grupo de 27 personas que seguía una misa en la ciudad de Khafji, cercana a la frontera turca fueron todos arrestados y están a la espera de juicio (lo mejor que les podía haber pasado).
El Estado Islámico es el responsable de un recrudecimiento de las leyes en Arabia Saudita que en los últimos años se había relajado por la presión occidental pues quieren demostrar que los auténticos defensores de un Estado Islámico son ellos. Pero otros, ven en esta actitud represiva un efecto para controlar por miedo a una juventud que está descontenta y añora la vida libre de su generación en las democracias occidentales.
El resultado de toda esta amalgama de fuerzas es que una violencia brutal se ha hecho presente en estas tierras con todas las bendiciones de la ley.