Un ecumenismo real
La celebración en octubre del sínodo sobre la familia está monopolizando las noticias de la Iglesia y quizás olvidando otro tema estrella de este pontificado que es potenciar las relaciones con las otras confesiones cristianas. Se habla y se escribe mucho pero se llevan pocas cosas a la práctica pues yo siempre digo que el papel lo soporta todo pero a la hora de hacerlo realidad las cosas se complican.
La complicación se convierte en muro infranqueable cuando se trata de la hospitalidad eucarística, de la posibilidad de compartir el pan y el vino durante la celebración. Y peor aún es la idea, de que un ministro protestante pueda concelebrar con un sacerdote católico ya que no forma parte de la sucesión apostólica, y su iglesia no está incluida en la fraternidad de “iglesias hermanas” que la Dominus Iesus, promulgada en el 2000 cuando era Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sólo extendía a los ortodoxos.
En este contexto, tan marcado por la rigidez, solo se han dado pasos por sacerdotes y pastores individuales en lo que se ha llamado un ecumenismo desde abajo. El último episodio que conozco se refiere a la misa concelebrada el 30 de mayo por Don Lino Zatelli, párroco de San Carlos Borromeo, (se ve que las parroquias encomendadas a este santo se distinguen por su apertura) en Trento con Lidia Maggi que es teóloga y pastora bautista en Varese.
"¿Quién controla la iglesia, me dijo, que no hablara de celebración, sino simplemente decir que Lidia Maggi habría asistido a misa pero lo digo en voz alta: celebramos juntos y participó en la Comunión, un gesto que espero haga ruido ", comentó con franqueza, el párroco al comienzo de la Misa. Para la curia la presencia del pastor era posible, pero ¡ni hablar de celebración! Pero en San Carlos, esta celebración conjunta ha sido el fin de un camino que comenzó en noviembre cuando los parroquianos descubrieron una nueva lectura de las Bienaventuranzas, sobre el papel de las mujeres en las Escrituras y especialmente el de María de Nazaret, en unas charlas dirigidas por Maggi
Este caminar juntos ha hecho posible que a nadie le resultara extraño que Lidia Maggi concelebrara junto a Don Lino y que su homilía fuera compartida. El párroco expresó su emoción por este extraordinario evento y se preguntó sobre el papel de las mujeres, el celibato del clero y la función concreta del "pueblo de Dios" en la Iglesia. Con referencia a la liturgia de la misa, Don Lino recordó el valor del sacerdocio universal sancionado por el Concilio Vaticano II (Constitución dogmática Lumen Gentium).
En su homilía, Lidia Maggi habló de un aliento, leve pero persistente, a lo largo de los últimos 50 años en defensa del espíritu ecuménico que permite que el sueño de una reconciliación entre hermanos excomulgados que, antes de hablar, se convierta en realidad. Somos hermanos que nos encontramos en el camino hacia la unidad aceptando unas diferencias que no demonizamos pues el objetivo es “la comunión en la diversidad”. Hoy, “en este templo hemos esbozado un alfabeto común, el de la reconciliación que nos permitirá superar el miedo: no deja de ser simbólico que esta concelebración, con mi acercamiento a la Eucaristía, haya tenido lugar en el día dedicado a la SS. Trinidad". Para ello explicó, "vamos a compartir el pan, más allá de las líneas divisorias que han marcado nuestro pasado."
Don Lino, visiblemente emocionado, estrechó en el altar, en un largo e intenso abrazo a la pastora, acompañado del aplauso de los fieles.Debo reconocer que me suena bien y espero que a los lectores de este post les suceda lo mismo pues los cambios en la Iglesia vendrán desde abajo y a éste hay que darle un empujoncito.
La complicación se convierte en muro infranqueable cuando se trata de la hospitalidad eucarística, de la posibilidad de compartir el pan y el vino durante la celebración. Y peor aún es la idea, de que un ministro protestante pueda concelebrar con un sacerdote católico ya que no forma parte de la sucesión apostólica, y su iglesia no está incluida en la fraternidad de “iglesias hermanas” que la Dominus Iesus, promulgada en el 2000 cuando era Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sólo extendía a los ortodoxos.
En este contexto, tan marcado por la rigidez, solo se han dado pasos por sacerdotes y pastores individuales en lo que se ha llamado un ecumenismo desde abajo. El último episodio que conozco se refiere a la misa concelebrada el 30 de mayo por Don Lino Zatelli, párroco de San Carlos Borromeo, (se ve que las parroquias encomendadas a este santo se distinguen por su apertura) en Trento con Lidia Maggi que es teóloga y pastora bautista en Varese.
"¿Quién controla la iglesia, me dijo, que no hablara de celebración, sino simplemente decir que Lidia Maggi habría asistido a misa pero lo digo en voz alta: celebramos juntos y participó en la Comunión, un gesto que espero haga ruido ", comentó con franqueza, el párroco al comienzo de la Misa. Para la curia la presencia del pastor era posible, pero ¡ni hablar de celebración! Pero en San Carlos, esta celebración conjunta ha sido el fin de un camino que comenzó en noviembre cuando los parroquianos descubrieron una nueva lectura de las Bienaventuranzas, sobre el papel de las mujeres en las Escrituras y especialmente el de María de Nazaret, en unas charlas dirigidas por Maggi
Este caminar juntos ha hecho posible que a nadie le resultara extraño que Lidia Maggi concelebrara junto a Don Lino y que su homilía fuera compartida. El párroco expresó su emoción por este extraordinario evento y se preguntó sobre el papel de las mujeres, el celibato del clero y la función concreta del "pueblo de Dios" en la Iglesia. Con referencia a la liturgia de la misa, Don Lino recordó el valor del sacerdocio universal sancionado por el Concilio Vaticano II (Constitución dogmática Lumen Gentium).
En su homilía, Lidia Maggi habló de un aliento, leve pero persistente, a lo largo de los últimos 50 años en defensa del espíritu ecuménico que permite que el sueño de una reconciliación entre hermanos excomulgados que, antes de hablar, se convierta en realidad. Somos hermanos que nos encontramos en el camino hacia la unidad aceptando unas diferencias que no demonizamos pues el objetivo es “la comunión en la diversidad”. Hoy, “en este templo hemos esbozado un alfabeto común, el de la reconciliación que nos permitirá superar el miedo: no deja de ser simbólico que esta concelebración, con mi acercamiento a la Eucaristía, haya tenido lugar en el día dedicado a la SS. Trinidad". Para ello explicó, "vamos a compartir el pan, más allá de las líneas divisorias que han marcado nuestro pasado."
Don Lino, visiblemente emocionado, estrechó en el altar, en un largo e intenso abrazo a la pastora, acompañado del aplauso de los fieles.Debo reconocer que me suena bien y espero que a los lectores de este post les suceda lo mismo pues los cambios en la Iglesia vendrán desde abajo y a éste hay que darle un empujoncito.