Aniversario de Carlos Cano
A uno le habían educado en la música clásica, en la gran polifonía, incluso –oh joya lejana y casi ya perdida- en el canto gregoriano. A uno le habían educado en la palabra herida y heridora. Pero este Carlos granadino conectaba con la misma raíz de la palabra y la música. No entraré en más detalles. La noticia y el vuelco interior que me produjo trocaron mi plan inicial y la oración prevista dejó paso al siguiente soneto.
EN LA MUERTE DE CARLOS CANO
Vete a cantarle al cielo, Carlos Cano,
y ponle a Dios la carne de gallina.
Con la caricia de tu voz divina
erízale su corazón humano.
Tu voz rizada de andaluz lejano
se fue desde la gloria granadina
a perfumar como canela fina
un cielo que tocabas con la mano.
La espalda pura de Sierra Nevada
tiembla de frío porque tú te has ido
legándole a la niebla tus cantares.
Partida de orfandad dejas Granada:
la Alhambra clava al cielo su gemido
y el Darro se le va llorando a mares.
(19 de diciembre de 2000)
De “Escribe por tu herida” (2005)
(Obra poética, p. 485).