DEJA EL TRUCO Y EL JUEGO DE RETRUÉCANO Y ROSAS
Con humildad, a un fino poeta
Deja el truco y el juego de retruécano y rosas,
de sobar la belleza como en un vicio feo.
Jugar con las palabras es puro devaneo:
si no matan ni queman no serán nunca hermosas.
Te mentirán espumas tus encajes de estilo.
Te fingirán poemas de levedad y albura.
En la espada y la llama la palabra es segura:
que asienta su poder en su fuego y su filo.
Escribes levitando sutil sobre la nada,
oreando tus versos en Bagdad o Venecia.
¿Te hizo acaso olvidar alguna musa necia
que el arte vivo está en la vida amenazada?
Vienes con tu llovizna de adjetivos y flores
para apagar la hoguera que la vida levanta.
Grita a los nubarrones. ¡De prisa! ¡Truena y canta
una tormenta ciega de rayos segadores!
Puesto que herido estás, escribe por tu herida.
Deja ya de ejercer tu oficio como un juego.
Si no pones en pie ni un mal verso de fuego,
jamás pondrás a arder la pira de la vida.
(Obra poética, p. 475)