El "perdón" del Papa
| José Carlos Rubio
HAN pretendido que el papa Francisco la había vuelto a liar. Las ondas de indignación salpican, en la piel de toro, desde una plétora de medios y de portavoces apresurados. Y todo por una carta de cortesía a monseñor Rogelio Cabrera, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, firmada el 16 de septiembre de 2021, con motivo del bicentenario de la declaración de independencia de ese país de Norteamérica. Dos apuntes en torno a ello.
1.- Olvidamos a veces que el Papa no solo es la cabeza de la Iglesia Católica, sino el jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano; ello lo obliga a nadar y guardar la ropa (o a intentarlo), como al resto de sus homólogos. Lo malo es cuando las funciones se confunden –¿en esta carta?–, pues establecer divisiones nacionales distorsiona el mensaje de unidad paulino: “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer” (Gál. 3:28). ¿No es lo mismo un católico italiano que uno maya?
2.- Aunque ahora el Papa, de forma explícita, no haya pedido perdón, sí dice que él y sus antecesores –Benedicto XVI y Juan Pablo II–, lo han pedido “por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización”. Muy vago. Demasiado vago para concitar el linchamiento verbal por políticos que segura y humildemente se sienten más católicos que él…
Ahora bien, a cuento de ese “perdón” recurrente, una comparación breve: la conquista de América, con la destrucción de sus culturas, se produjo a partir de 1492. Poco más de una centuria antes, en 1387, el pueblo de Lituania se convirtió oficialmente en cristiano; en la actual Suiza, resistió un territorio pagano hasta el siglo XIII; y en el siglo VIII, el ejército de Carlomagno llevó a cabo la conocida como masacre de Verden, en la cual se decapitó a cerca de 5.000 nobles paganos.
Esas fechas están más lejos que los siglos XVI y XVII, pero da la impresión de que los crímenes hayan prescrito con más ligereza… ¿O pidió Juan Pablo II perdón por la imposición del cristianismo a los lituanos? ¿Tal vez Benedicto XVI hizo acto de contrición por el asesinato de miles de paganos germanos? ¿Sabemos si Francisco se ha disculpado ante los europeos por la destrucción de la cultura pagana, y de los muertos de los que el cristianismo fue responsable en la antigua Roma…? No. ¿No…? Vaya…, ¿valen menos los muertos europeos que los americanos?
No, por supuesto. No han de valer menos. La cuestión es que el buen rollito con el paganismo europeo no está de moda, pero con el indigenismo sí. That’s all, folks! No hay más. Y ahí el jefe del Estado vaticano –daría igual el de España, el de Francia o el de Andorra– se ha de comportar como tal, y asumir el rol de blanquito pendejo. O aceptamos eso, o deberemos ver del todo lógico que un cristiano le pida perdón a otro cristiano por lo que un cristiano de hace medio milenio le hizo a un pagano de aquel momento y con los cuales ni uno ni otro tienen nada que ver.
Ahora bien, si nos priva pedir perdón, ¿cuántas veces se ha de pedir o recordar que se ha pedido? ¿Cada Papa ha de hacerlo? El año 1999, Gordon B. Hinckley, profeta y presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, inauguró un monumento en memoria de las víctimas de la masacre de Mountain Meadows, acaecida el 11 de septiembre de 1857. Aquel día, un grupo de mormones acabó con la vida de en torno a cien personas desarmadas, entre hombres, mujeres y niños, que estaban cruzando su territorio. Las palabras que Hinckley dijo en aquella ocasión, podría habérselas aplicado el Papa de turno: “Que el libro del pasado sea cerrado […], que la paz llegue a nuestros corazones. Que la amistad y el amor se extiendan. Que se sienta la paz de los cielos sobre este suelo santificado”.
Amén. ¿Los líderes mormones pidieron cerrar el libro hace dos décadas y los líderes católicos no pueden cerrarlo hoy? En este caso, ¿a quién le interesa mantenerlo abierto? ¿Qué agenda política se oculta detrás?