Cardenales españoles.
Cuatro de ellos son octogenarios. No tienen por tanto voto en cónclave. Diríamos que su tiempo ya ha pasado. Dos fueron residenciales, uno curial y el cuarto acabado de nombrar por reconocimiento a una carrera eclesiástica. Personalidades discretas, creo que todos muy buenas personas, ninguno va a ser recordado en los anales cardenalicios como gran figura eclesial. Aunque uno de ellos, el curial, haya tenido relevantes cargos. Que desempeñó más entre bambalinas que como divo.
El decano es el jesuita Urbano Navarrete, ex rector de la Gregoriana, a quien el Papa quiso agradecer los servicios prestados a la Iglesia. Le llega el cardenalato con 87 años cumplidos y simplemente como un honor en el umbral de su vida. En estos momentos es el veitiún cardenal más anciano del Sacro Colegio
Viene después Don Francisco Álvarez Martínez, arzobispo emérito de Toledo. Llegó, casi por minutos, a participar en el cónclave que eligió a Benedicto XVI. Tiene hoy 82 años. Su carrera fue muy movida. Desde sus día jóvenes como familiar del arzobispo Lauzurica, a quien dedicó una atención ejemplar en su enfermedad, hasta el primado en Toledo. Fue obispo de Tarazona, de Calahorra y de Orihuela-Alicante. No diré que pasó por todas esas diócesis como el rayo de sol por el cristal pero casi. Piadoso, bueno, austero, contemporizó con el progresismo, sin serlo él, seguramente mucho más por su carácter tímido y ajeno a enfrentamientos que por simpatías. Cuando ya todos suponían que terminaría sus días en la diócesis oriolana se encontró de arzobispo y cardenal primado. Con una dificilísima papeleta. Suceder a Don Marcelo. Nunca lo llevó bien. Los celos le consumían. Pero, buena persona, como siempre lo fue, supo hacerse querer del fácil clero y pueblo toledanos, que Don Marcelo le había preparado, y vivió feliz sus días toledanos como felices fueron sus episcopados anteriores. Toledo no le va a recordar entre sus grandes arzobispos pero con él tuvo tiempos tranquilos y apacibles. Yo no olvido su indigna conducta con su sufragáneo Don José Guerra Campos, un borrón lo echa cualquiera, pero reconozco su general y discreto buenhacer.
Entre tantos cardenales de más de ochenta años, que salvo error por mi parte son hoy 80, contando a los que van a ser creados el próximo 24 de este mes, es de los más jóvenes. Sólo hay 22´de menos edad que él. Y el decano, el excelente cardenal Stickler, salesiano, cuenta ya 97 años.
Muy próximo en edad a Don Francisco está el cardenal Carles. De 81 años. Si los años del cardenal Álvarez Martínez fueron plácidos, los del arzobispo emérito de Barcelona, en esta diócesis, han sido un calvario. Buen obispo de Tortosa, no era la persona que la archidiócesis condal necesitaba para suceder a Jubany. Seguramente quería, pero ni sabía ni podía. Y fue crucificado en Barcelona. Nunca pensé que fuera un genio pero tengo enorme respeto por lo que tuvo que pasar. Hoy en día mantiene una cierta presencia con sus escritos en algunos medios. Todos buenos y prescindibles. Juan Pablo II se equivocó en el arzobispo que Barcelona necesitaba y perdimos a quien sería un excelente obispo en una diócesis menor. Sin embargo, a él le debemos dos excelentes obispos catalanes, los de Vich y Tarrasa, que son la esperanza de salvación de aquella Iglesia que parece empeñada en suicidarse. Sólo hay 11 obispos más jóvenes que él en ese grupo de los que ya no votan. Que siga con su presencia actual que ya he dicho no es espectacular pero que ciertamente es digna y buena.
Don Eduardo Martínez Somalo, a sus ochenta años, es de los más jóvenes de este grupo de ya no electores. Sólo hay cinco cardenales más jóvenes que él entre los que no votan. Fue Prefecto de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y Camarlengo de la Santa Romana Iglesia. Muy próximo a Juan Pablo II, de personalidad discretísima, pienso en cambio que fue figura clave en la restauración de la Iglesia española. Siempre en voz baja pero sabiendo que sus opiniones eran escuchadas. A la muerte de su amigo y valedor era la persona que más iba a destacar en el interregno. Pero estaba ya muy acabado de salud y fue el cardenal decano, Josep Ratzinger, quien brilló con luz espectacular. Seguro que el cardenal Martínez Somalo no va a ser recordado por la historia como uno de los grandes purpurados de la misma pero a nuestra Iglesia patria le hizo un gran favor. Y es justo agradecérselo.
Entramos ya en los cardenales que tienen voto en cónclave. El mayor de ellos es Don Julián Herranz, del Opus Dei. Tiene 77 años y es emérito. Me parece una figura dignísima aunque tampoco espectacular. También él ha sido persona importante en la restauración de nuestra Iglesia. Y sigue manteniéndose activo. En estos momentos hay once cardenales con voto que le superan en edad. Aunque Sodano pierda esa condición electoral dentro de trece días. Don Julián la conservará hasta el 31 de marzo de 2010. No es probable que pueda asistir a otro cónclave. Pero de eso Dios dispone.
Viene después Don Agustín García Gasco y Vicente, arzobispo de Valencia, con voto hasta el 12 de febrero de 2011, que será creado cardenal dentro de catorce días. Una de las grandes sorpresas del consistorio. Bien se puede decir que ha sido capricho del Papa. Y no se dé a la palabra capricho sentido peyorativo. Quiso crearlo. Pues sus razones tendría. Dada la edad del Papa toda conjetura, que todas son arriesgadas, recuérdese a Juan Pablo I, permite hacer pensar que no perticipará en el próximo cónclave. Sea lo que fuere tampoco es un cardenal lumbrera. Aunque siempre he expresado mis simpatías hacia el arzobispo valentino.
Ya a alguna distancia cronológica tenemos a Fray Carlos Amigo, arzobispo de Sevilla, que conservará su derecho de asistir a cónclave hasta el 23 de agosto de 2014. Son muchos años con un Papa ya octogenario. Dios dirá. Yo de Don Carlos nunca digo nada. Dije barbaridadades. Creo que la púrpura le sentó estupendamente. Fue ser creado cardenal y cambiar. A muchísimo mejor. De su seminario y de otras cosas podremos hablar otro día. O no. Hoy sólo digo esto.
A dos años, aunque con muchos cardenales por medio, tenemos a Don Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid. Que no perderá sus derechos electorales hasta el 24 de agosto de 2016. Fecha en la que Benedicto XVI tendría 89 años. Qué ojala Dios quiera conservárselos. Todavía perplejo ante lo de Entrevías hoy no voy a decir más.
Muy próximo en edad está Don Luis Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona y cardenal a partir del próximo 24 de noviembre. Cuando perdiera su voto el Papa tendría 90 años. Toda elucubración sería gratuita. Del barcinonense he escrito tanto que creo no tengo que añadir nada más.
Llega, por fin, el más joven de nuestros cardenales. Don Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo. Con voto hasta el 10 de octubre de 2025. Él, salvo muerte imprevista, seguro que va a ser elector del próximo Papa. Sólo hay siete cardenales más jóvenes que él. Y alguno, como el ganés Tukson, por un solo día. Pues de Don Antonio Cañizares tampoco voy a decir nada. Todo el mundo conoce mis absolutas discrepancias con él. Aunque, como hay gente que no sabe leer, pues les aclaro que no.