Confianza en las dudas (15.44.18)
Los primeros cristianos que habían acompañado a Jesús y vieron la muerte de cruz, se encuentran de nuevo con el Maestro que ha vencido a la muerte, y vive. Tienen sus dudas, a veces piensan que es un fantasma. Pero experimentan que es una realidad, que Jesús ha vencido a la muerte: “mirad mis manos y mis pies, soy yo en persona. Se encuentran con él y en este encuentro descubren una nueva posibilidad de vida. El Resucitado les comunica paz, perdón, energía para continuar anunciando el evangelio.
Los cristianos hoy partícipamos de la misma fe que tuvieron aquellos primeros discípulos. También tenemos la experiencia de que Cristo resucitado vive y actúa no solo en nuestra intimidad; como Espíritu anima también la vida de la Iglesia y la evolución del mundo. A veces también dudamos: ¿no será una fantasía? El Evangelio de San Lucas que hemos proclamado nos saca de esas dudas: ”palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y hueso”. El Resucitado es el mismo que murió en la cruz.
Los primeros discípulos tenían buenas razones para esconderse “por miedo a los judíos”. Si habían matado al Maestro, era de temer que fueran también a por sus discípulos. Ya en el proceso de Jesús, el primer discípulo, Pedro, había negado su pertenencia al grupo del Galileo. El miedo también hoy nos sigue atenazando y por miedo podemos “cerrar nuestras puertas” a los que no piensan como nosotros. Nuestra fe cristiana o encuentro con el Resucitado prueba su verdad cuando nos libera de nuestros miedos ante una divinidad amenazante o en situaciones de oscuridad donde perdemos la confianza. Que esta celebración eucarística fortalezca nuestra fe o encuentro personal y comunitario con Jesucristo vencedor de la muerte que se nos da como pan de vida y energía para seguir adelante.
Los cristianos hoy partícipamos de la misma fe que tuvieron aquellos primeros discípulos. También tenemos la experiencia de que Cristo resucitado vive y actúa no solo en nuestra intimidad; como Espíritu anima también la vida de la Iglesia y la evolución del mundo. A veces también dudamos: ¿no será una fantasía? El Evangelio de San Lucas que hemos proclamado nos saca de esas dudas: ”palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y hueso”. El Resucitado es el mismo que murió en la cruz.
Los primeros discípulos tenían buenas razones para esconderse “por miedo a los judíos”. Si habían matado al Maestro, era de temer que fueran también a por sus discípulos. Ya en el proceso de Jesús, el primer discípulo, Pedro, había negado su pertenencia al grupo del Galileo. El miedo también hoy nos sigue atenazando y por miedo podemos “cerrar nuestras puertas” a los que no piensan como nosotros. Nuestra fe cristiana o encuentro con el Resucitado prueba su verdad cuando nos libera de nuestros miedos ante una divinidad amenazante o en situaciones de oscuridad donde perdemos la confianza. Que esta celebración eucarística fortalezca nuestra fe o encuentro personal y comunitario con Jesucristo vencedor de la muerte que se nos da como pan de vida y energía para seguir adelante.