" No hay fe o mística cristiana que no incluya el compromiso por la dignidad de todos los seres humanos" Desarrollo humano ¿sin Dios?
'Desarrollo humano, ¿sin Dios?' (San Pablo).
"Se ve la dificultad de articular experiencia mística y gestión de la economía. En el fondo sale siempre un dualismo entre lo divino y lo humano. En esa tensión reflexioné mucho con la idea de que ese dualismo debía ser superado. Como fruto de esa reflexión ha salido este libro"
"La ideología o interés con qué está funcionando el neoliberalismo económico no tiene como centro y fin la persona humana sino el máximo beneficio con el mínimo costo"
"No hay fe o mística cristiana que no incluya el compromiso por la dignidad de todos los seres humanos que se juega en el dinamismo socio-económico. Ni hay economía -forma de producir y distribuir los recursos- justa si los seres humanos pretenden ser dueños absolutos de la fierra y de sus habitantes"
"La ideología o interés con qué está funcionando el neoliberalismo económico no tiene como centro y fin la persona humana sino el máximo beneficio con el mínimo costo"
"No hay fe o mística cristiana que no incluya el compromiso por la dignidad de todos los seres humanos que se juega en el dinamismo socio-económico. Ni hay economía -forma de producir y distribuir los recursos- justa si los seres humanos pretenden ser dueños absolutos de la fierra y de sus habitantes"
Agradezco a la editorial San Pablo que hayan sacado este libro. Quise que fuera breve pues los libros gruesos no se leen. No es un devocionario ni elenco de consideraciones piadosas.
Desde hace tiempo vengo trabajando con dos especialistas. Uno sociólogo con varias publicaciones sobre fenomenología de la religión y buen conocedor de los místicos. Otro, reconocido economista con varias publicaciones sobre el tema. Después de varias sesiones de trabajo conjunto, se ve la dificultad de articular experiencia mística y gestión de la economía. En el fondo sale siempre un dualismo entre lo divino y lo humano. En esa tensión reflexioné mucho con la idea de que ese dualismo debía ser superado. Como fruto de esa reflexión ha salido este libro.
El planeamiento es muy sencillo y comprensible. La ideología o interés con qué está funcionando el neoliberalismo económico no tiene como centro y fin la persona humana sino el máximo beneficio con el mínimo costo; por eso el sistema es injusto en su raíz. Lejos de facilitar el desarrollo de la persona humana en todas sus dimensiones, sofoca su trascendencia o ser para los demás. Así caemos en un modelo de persona replegada sobre sí misma, individualista y des-animada. Su desarrollo no es integral, de toda la persona. En consecuencia tampoco es desarrollo para todas las personas. Como resultado tenemos un mundo globalizado y enfermo por la injusticia social y la escandalosa pobreza.
Este funcionamiento del sistema en el individualismo y la injusticia hace imposible la pretensión de las muchas corrientes humanistas cuyo dominador común es lograr que la persona humana sea centro y fin. Se echa de manos una ética en las políticas económicas. Pero lo curioso es que varias de esas corrientes achacan la imposibilidad de este logro a Dios y a la religión concretamente la religión cristiana. Tiene que haber un equívoco porque la divinidad que los cristianos percibimos en la conducta de Jesucristo no es rival del ser humano sino afirmación y garante de su dignidad.
La tesis fundamental de este libro es sencilla. No hay fe o mística cristiana que no incluya el compromiso por la dignidad de todos los seres humanos que se juega en el dinamismo socio-económico. Ni hay economía -forma de producir y distribuir los recursos- justa si los seres humanos pretenden ser dueños absolutos de la fierra y de sus habitantes. Si no respiran y e intentan practicar la fraternidad aceptando una instancia superior; el humanismo absoluto se vuelve contra la humanidad.
Pero cuando dichas corrientes para salvaguardar la dignidad de los humanos, han creído necesario eliminar o prescindir de Dios y de la religión cristiana, tendremos que preguntarnos también los cristianos de qué divinidad estamos hablando. Con nuestros espiritualismos evasivos, con nuestra práctica religiosa y con nuestra conducta social es posible que, lejos de manifestar, estemos ocultando el genuino rostro de Dios y de la religión.
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