¡AY JESÚS, JESÚS!






01 JESÚS VUELVE A SU PUEBLO.
Jesús vuelve a Nazaret, donde había vivido treinta años y era muy conocido.
Jesús tenía ya una fama importante en su pueblo y entre las gentes de Galilea, incluso en el sur, en Judea se miraba ya a Jesús con recelo y odio:
o Bien por las expectativas políticas (zelotismo) que había despertado en algunos sectores del pueblo y a las que Jesús no dio pábulo.
o Y sobre todo por su distancia de los poderosos del Templo, de la sinagoga, de la política, así como por su cercanía a los pobres y enfermos, porque hablaba de la misericordia de Dios.

02. JESÚS “NO ES UN BUEN HIJO” DE JOSÉ, DE MARÍA.
Los paisanos de Jesús veían en Jesús a un nazareno, a un paisano, al hijo de María, hermano de sus hermanos, etc. Pero ni tan siquiera Jesús respondía a las expectativas de ser hijo de José, nazareno, galileo.
Jesús, hijo de José, debía ser expresión de sus parientes, del movimiento socio-cultural-político de aquella Galilea anti-romana, zelota. Pero Jesús no siguió ese camino.
Pero Jesús va a resultar despreciado y no bien acogido porque no fue fiel a lo que se esperaba en Nazaret – Galilea en esos momentos.
Jesús curaba enfermos, hacía milagros, acogía a mujeres, trataba con publicanos y pecadores, perdonaba, levantaba de la muerte.
Jesús estaba del lado del ser humano, no de la Ley, ni de los esquemas religiosos del Templo, de la sinagoga.

“Los lugares sagrados” fueron los más peligrosos para Jesús. Tres veces intentó Jesús enseñar en las Sinagogas. En la primera le interrumpieron de mala manera (Mc 1,21), en la segunda y tercera vez decidieron e intentaron asesinarle además de decir de él que “estaba loco” (Mc 3,1; Lc 4,16-30).
La “zona roja” de máximo peligro para Jesús fue el Templo. La “casa de Dios” fue el sitio más peligroso para Jesús. De las doce veces que aparece en el evangelio de Juan la expresión “asesinar” a Jesús, seis veces se encuentran en el Templo, (Jn 7, 19.20.25; 8,22.37.40). Igualmente S Juan emplea ocho veces el término “arrestar” a Jesús, cuatro son en el Templo: (Jn 7,30.32.33; 8,20).

(J. MATEO – J, BARRETO, El Evangelio de Juan. Análisis lingüístico y comentario exegético, Madrid, Ed Cristiandad, 1979, 399-400).
03. JESÚS SIENDO PROFUNDAMENTE HUMANO, FUE HIJO DE DIOS.
Nosotros, como los paisanos de Jesús, como los judíos creemos en el Dios de la Ley, de la prepotencia, de los ritos. Pero Jesús fue hijo de Dios en la humanidad, en la debilidad.

Siempre la cuestión es ver en la materialidad de las personas y de la vida “algo más.
En el hijo del carpintero podemos ver a Cristo y lo que él significa.
Y a Jesús, a Dios, le vemos en el pobre, en el marginado, en los más débiles y sencillos de la vida.

04. SE EXTRAÑÓ DE SU FALTA DE FE.

Para sus convecinos, Jesús era un humano y nada más que un humano: el hijo de María.
Sin terreno preparado no hay cosecha. “No pudo hacer allí ningún milagro, salvo curar a unos pocos enfermos”. La palabra de vida de Jesús es viable únicamente en un ámbito de fe, de apertura a Dios.

Lo que les pasó a los convecinos de Jesús puede pasarnos también a nosotros: encerrarnos en valoraciones puramente humanas de Jesús (maestro de sabiduría y de ética) y no descubrir el verdadero “ser” de Jesús (transparencia de Dios). Jesús es bastante más que un gran o un pobre hombre. El “ser” de Jesús no se agota en su “ser” de hombre.
Sin ninguna pretensión por nuestra parte, Dios hace milagros cuando nosotros creemos y tenemos fe en Él.

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