LOS CIELOS ESTÁN ABIERTOS PARA TODOS.
Hemos terminado de celebrar la Navidad y -para entendernos- entre el nacimiento de Jesús y el relato que acabamos de escuchar han transcurrido treinta años.
El bautismo se solía celebrar en el templo, en las piscinas del Templo de Jerusalén.
Juan Bautista se encuentra en el desierto, en el río Jordán. Juan lleva el templo y el culto al desierto, que evoca el Éxodo y la libertad. La relación con Dios no se resuelve tanto en los ritos del templo sino en el camino del desierto de la vida, en el camino hacia la tierra de promisión, en la libertad.
La situación y la escena es parecida a la del encuentro de Jesús con la samaritana: A Dios se le adora en espíritu y honradez.
Posiblemente el Bautismo solamente se celebra cuando hay amor a la libertad, a la tierra de promisión, cuando se intenta tener un espíritu honrado.
02. BAUTISMO DE JESÚS: SOLIDARIDAD DON LA HUMANIDAD.
El que no tenía pecado se hace solidario con nosotros, comparte las penas y sufrimientos de la humanidad.
Jesús desciende a lo profundo de las aguas (a los infiernos) con nuestras debilidades. Jesús comparte con nosotros la densidad de nuestra historia y de nuestras historias. Jesús se hizo uno de nosotros (San Pablo).
El papa, Benedicto XVI, hace una lectura hermosa de este pasaje en su libro “Jesús de Nazaret”
Jesús había cargado con toda la culpa de la humanidad: entró con ella en el Jordán.
03. LOS CIELOS SE ABREN.
El pueblo de Israel (¡y gran parte la mentalidad católica!) pensaba que los cielos estaban cerrados para la humanidad.
Ha pasado al lenguaje coloquial y es hermoso experimentar, escuchar o decir: “se le abrió el cielo”, “se me abrieron los cielos”. Bueno, pues esto es lo que JesuCristo experimentó y nos comunicó desde el comienzo de su misión de Jesús: que los cielos se han abierto.
El relato del Bautismo de Jesús significa que el camino hacia nuestra salvación, hacia la casa de Dios Padre está definitivamente abierto.
Jesús abre los cielos: Dios Padre ha abierto su casa al hijo pródigo (en realidad nunca la había cerrado, pero los sistemas religiosos se empeñan siempre en condenar al ser humano). El banquete está preparado para todos. Zaqueo está invitado, el buen ladrón está también en los cielos.
Los cielos se han abierto para todos y definitivamente.
Esperemos que no sea verdad aquello de que lo que salva el Evangelio lo condenan los eclesiásticos.
04. CONSOLAD A MI PUEBLO (ISAÍAS / 1ª LECTURA).
Es una hermosa tarea abrir cielos y tierras, alimentar esperanzas, consolar al pueblo.
El relato del bautismo de Jesús es un texto de revelación: Este es mi hijo amado. Lo que Jesús nos revela es que ha sido enviado a sanar los corazones que sufren, curar a los enfermos, dar de comer a los hambrientos, liberar las conciencias, a consolar. Jesús pasó la vida haciendo el bien.
Consolar es aliviar, -cuando menos intentarlo- una pena, un sufrimiento.
Claro que para ello hay que haber experimentado en nuestro propio ser el alivio y el consuelo. Quien no tiene experiencia de la bondad humana, del amor humano y de Dios, difícilmente podrá consolar a los demás.
FANATISMO
Las actitudes fanáticas de personas religiosas, políticas, de corte nacional, de determinadas instituciones, etc. en el fondo es que no han experimentado el amor y la bondad de la vida, de Dios, de los demás.
El fundamentalismo que muestran algunos obispos y curas en el fondo es una carencia de afecto, ternura e indulgencia originarios. El que no ama, no ha conocido a Dios, (1Jn 4,8).
Los fanatismos, las superortodoxias, las intransigencias en el fondo no son tanto problemas políticos o cristianos, cuanto problemas de origen y contenido psíquico de falta de consuelo, de amor. Quien tiene experiencia del amor, no es fanático, ni fundamentalista.
Muchas personas religiosas ordenan, disponen e imponen, mandan, etc. El cristiano consuela, alivia, ayuda.
Quizás sea por estas cosas por las que el papa Francisco sea mal visto y poco apreciado en determinados sectores católicos: porque Francisco en el fondo ayuda, consuela, alivia…
Noble tarea la de consolar en la vida.
05. MIENTRAS JESÚS ORABA.
Jesús se encuentra con Dios en el silencio y la oración (como nosotros). Y ahí es donde se manifiesta que Jesús es hijo de Dios.
Jesús toma conciencia de su ser y misión en los grupos de Juan Bautista (conciencia mesiánica). Jesús lentamente va tomando conciencia de que Dios se expresa en Él.
Jesús sentía que Dios Padre embargaba su vida, le protegía, le impulsaba.
En el evangelio de Lucas la oración tiene una importancia mayor que en otros. Lucas presenta a Jesús orando en los momentos decisivos:
o El bautismo le “pilla” a Jesús orando, (Lc 3,21).
o En toda su actividad pública, Jesús se retiraba para orar, (Lc 5,16)
o Jesús ora cuando ha de escoger a los Doce (Lc 6,12-13)
o La oración transfigura a Jesús (y no al revés), (Lc 9,28-29).
o Cuando ora, Jesús expresa su experiencia de Dios: Padre, (Lc 11,1).
o Jesús agradece a Dios los signos que se van dando en su misión, que es del Padre, (Lc 10,21).
o Cercana ya la muerte, en el huerto de los Olivos, Jesús ora “trágicamente”, (Lc 22,39-46).
o En la cruz Jesús ora y pone su vida-muerte en manos de Dios Padre, (Lc 23,46).
o También en la cruz Jesús ora a Dios Padre por quienes le están ejecutando: Padre, perdónales porque no saben lo que hacen.
Acabamos de celebrar la Navidad. Jesús es hijo de María: nace de entre nosotros.
De la misma manera, Jesús tomó conciencia de su ser y misión en su familia, en la sinagoga, en los grupos de Juan Bautista (conciencia mesiánica), en el silencio y en la oración.
Jesús toma conciencia de su misión en la oración. Jesús “no viene a este mundo con la lección sabida”, sino que Jesús va madurando en la oración. Jesús va tomando conciencia de los problemas que va viendo y viviendo: el tipo de religión, el fariseísmo y legalismo, el Templo ritualista, la injusticia de saduceos, sacerdotes, la pobreza, etc. Jesús lentamente va tomando conciencia de que las cosas no van como Dios Padre quiere. El poder (Pedro) piensa como los hombres, pero no como Dios, etc. Dios Padre tiene otro designio que, poco a poco, se va expresando en Él.
La oración no es una huida del mundo y de los demás, la oración no le encierra a Jesús en sí mismo, sino que le impulsa a la madurez, a contrastar las cosas con Dios y a la solidaridad.
Todo ser humano necesitamos momentos de silencio, de reflexión y de oración, de encuentro con nosotros mismos, con los demás y con Dios.
La oración no es un narcisismo, sino un “hogar” en el que vivimos en silencio y contemplación las cosas de “casa”, nos vemos en nuestro caminar con nuestras ilusiones y preocupaciones, nuestras enfermedades y limitaciones, en la oración vemos las injusticias, y todo lo vemos y vivimos con Dios como ultimidad y los demás como referencia.
La oración es la brecha por la que se nos abren los cielos.
LOS CIELOS ESTÁN ABIERTOS