Durante muchos -demasiados- siglos la Iglesia ha transmitido una fe amasada con miedo. El cristianismo infundía miedo ya que giraba siempre en el paradigma pecado-culpa-castigo-infierno-condenación.
En la filosofía popular se decía: Si en sexto (mandamiento) no hay perdón y en el séptimo rebaja, ya puede Dios nuestro Señor llenar el celo de paja.
Ese cristianismo causaba un gran miedo en las personas, en las conciencias y, como consecuencia, era un cristianismo no deseable, triste. Dios era el comandante de Auswitch, justiciero, sin buen sentido.
Pero ese no es el Dios de Jesús. Su amor no tiene fin.
El que tiene miedo no ha conocido a Dios. En el amor no hay temor, (1Jn 4,18).
Todos somos débiles y todos tenemos nuestro pecado … No tengáis miedo, porque Dios es más grande que nuestros pecados, Dios es mejor que nuestra condición de pecador. Estate tranquilo, yo te perdono y te abrazo.
(Francisco)