EN LA IGLESIA TODOS SOIS HERMANOS
El grupo de Jesús, la Iglesia naciente nunca fue de un modo unitario, la iglesia era una pero no uniforme. Los uniformes (una - forma) pertenecen a otros ámbitos deportivos, militares, majorettes, comparsas de carnavales etc. pero no a la Iglesia
o Las comunidades de san Pablo tenían un tono carismático: cimentadas siempre en el Señor Jesús, se organizaban conforme a los carismas, las cualidades de los cristianos.
o Las comunidades de la tradición de san Juan sufrieron mucho principalmente por la ruptura con el mundo judío y por el gnosticismo que estaba empapando el naciente cristianismo. Por ello estas comunidades eran más bien grupos cerrados. A modo de ejemplo, estas comunidades de Juan “se parecerían” a las iglesias perseguidas en los países del telón de acero de los años 1950-60, “iglesias del silencio”.
o Las comunidades de las cartas Pastorales (1 y 2 Timoteo y Tito) eran comunidades que a fines del siglo I, comienzos del II, echaban de menos la presencia de Pablo y tratan de estructurarse para continuar en la historia. De ahí que comiencen a hablar ya de presbíteros, diáconos y obispos, que habrían de garantizar la continuidad.
o La Iglesia de la tradición de Mateo era una comunidad que se entendía como una fraternidad: TODOS VOSOTROS SOIS HERMANOS.
La iglesia de Jesús tiene algunas características constantes en todos estos modelos eclesiales:
o Una iglesia basada no en el poder, sino en el SERVICIO. Tras el lavatorio de los pies, Jesús les invita a los a suyos a Haced vosotros lo mismo, (Jn 13).
o A los cristianos les conocieron no por una espléndida retransmisión televisiva, sino por cómo se amaban (AMOR), (Jn 13,35).
o La Iglesia que se refleja en el evangelio de Mateo es una FRATERNIDAD. Y eso que Mateo es el único evangelio que recoge aquel texto sobre Pedro: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, (Mt 16,18). Sin embargo la iglesia de Mateo es una comunidad de hermanos, de iguales.
La unidad de la Iglesia no reclama uniformidad. La Iglesia es una en la diversidad, en la pluralidad:
La Iglesia de Cristo, según el Nuevo Testamento, no es una Iglesia de unitarismo centralista e igualitarismo –y menos totalitario-. No conoce la uniformidad, sin alegría ni libertad, de una organización única o de tipo único de unidad. No entra en la esencia de la Iglesia ni el culto uniforme, ni la disciplina uniforme, ni la teología uniforme. Apoyándose en Efe 4,4-6 se podría más bien afirmar lo contrario.
Pluralidad en el culto: un solo Dios, un solo Bautismo, una sola Eucaristía, pero pueblos distintos, comunidades distintas, lenguas distintas, ritos y formas de piedad distintas, cantos y ornamentos distintos, distintas oraciones y, en este sentido, iglesias distintas. Pluralidad también en la teología: Un solo Dios, un solo Señor, una sola fe y una sola esperanza, pero distintas teologías, distintos sistemas, distintos estilos de pensar, aparatos conceptuales y terminologías, distintas escuelas, tradición y tendencias en la investigación, distintas universidades y distintos teólogos y, en este sentido, una vez más, distintas iglesias. Pluralidad finalmente también en el orden eclesiástico: un solo Dios, un solo Señor, un solo Espíritu, un solo cuerpo, pero diversas ordenaciones de vida, diversas estructuras de derecho, diversas naciones y tradiciones, diversos usos y costumbres y sistemas de administración y así finalmente, también en este sentido, distintas iglesias.
La verdad es una, pero las formas y formulaciones en que se expresan, pueden ser varias y variadas.
/ ANACRONISMO
La palabra “anacrónico – anacronismo” es de origen griego y significa “fuera del tiempo”, fuera de tiempo”, (a - cronos).
Hoy en día no pocos católicos se lamentan de que se nombren obispos de mentalidad y actividad tridentinas, que muchos curas, nuevos movimientos religiosos, congregaciones religiosas, laicos, son ultraconservadores. Muchos sueñan con una iglesia uniforme. Pero la Iglesia, como los pueblos y culturas es plural y diversa.
Se están recuperando “latines”, campanillas, roquetes, palios, bandejas, paños, ritos ya casi olvidados, parece como si hacer la genuflexión al comulgar fuese índice de ser mejor cristiano, etc, etc.
En el evangelio hemos escuchado: Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Uno se queda un tanto pensativo y me surge la nostalgia de que:
¡ya quisiéramos obispos y curas tridentinos!
TRENTO UN CONCILIO POTENTE.
El Concilio de Trento fue un concilio potente, serio, con una gran teología, creó un estilo sacerdotal que ha dado grandes frutos y un gran estilo de vida sacerdotal, el cardenal Bérulle, el cura de Ars, la escuela de San Sulpicio, la gran tradición sacerdotal del seminario de Vitoria.
Lo que no está ocurriendo es que hoy en día -entre otras cosas- es que muchos obispos, curas, movimientos religiosos y laicos, puenteando el tiempo (el kairós), el espíritu y el tono del Vaticano II pretenden -supuestamente- remontarse a Trento, pero no porque estimen y amen el espíritu de aquel concilio, sino porque allí encuentran un arsenal para dinamitar el espíritu moderno del Vaticano II, al mismo tiempo que encuentran las piedras necesarias para construir “bunkers ideológico-religiosos”.+
03. UNA COMUNIDAD DE HERMANOS ES UNA COMUNIDAD DE IGUALES.
En la familia los hermanos son iguales. Todos somos hijos de Dios, por tanto hermanos, por tanto iguales.
Las diferencias y grados no son evangélicas y menos si tales diferencias provienen de distinciones de poder. Las distinciones que admite Jesús son las del servicio. En el evangelio de Mateo (20,17-28) aparece ya la tentación del poder en la familia de los Zebedeos: que estos dos hijos se sienten a tu derecha e izquierda... Entre vosotros no ha de ser así, como entre los políticos, sino que ha de ser de servicio: el que quiera ser el mayor que sea vuestro servidor...
Vistas las cosas desde el mundo eclesiástico, no, pero vistas desde Jesús, todos los que queremos seguir al Señor, todos somos iguales, hermanos.
Somos cristianos e iglesia en tanto en cuanto tratamos de ser hermanos, nos ayudamos y servimos (lavatorio de los pies, Jn 13) Una Iglesia que viva en una pre – tensión (búsqueda previa) del poder, está -estamos- muy lejos de ser la Iglesia del Señor.
Difícilmente podemos ser una comunidad de hermanos en una iglesia de estructuras de poder.
04. ES HERMOSO SER Y VIVIR COMO HERMANOS.
¡Qué hermoso y alegre es que los hermanos vivan unidos!, dice el salmo 133. Es una gran verdad que la experimentamos en la vida familiar y en espacios de amistad, de convivencia.
Sin embargo y por desgracia es difícil decir esto del ámbito eclesial. En la Iglesia hay malestar, que significa: estar mal. En nuestra propia diócesis, en nuestra propia iglesia local, el clima es difícil, duro y de tristeza, al menos para muchos de nosotros. La comunión, la fraternidad eclesial se ha resquebrajado. Si el papa Francisco está viviendo en un fuego cruzado, ¿qué podemos esperar los demás?
La comunión eclesial no se logra por sometimiento, por dominación. Somos hermanos porque tenemos todos, -todos-, un mismo Padre. El que nos une es el Padre, lo mismo que nos ocurre en la vida: quienes nos unen a los hermanos son los padres: padre y madre. Cuando van muriendo los padres parece como que, un poco por ley de vida, los hermanos nos disgregamos.
La fraternidad, la unidad eclesial la crea el Espíritu del Señor. Es el espíritu del Señor el que nos une. Es decir, vivimos unidos no por imposición normativa, sino porque todos tenemos el tono vital de Cristo: servicio, paz, libertad.
Quien nos une en el Señor Jesús es Dios Padre, no otros poderes intermedios. La unidad y comunión es de la comunidad con el Señor no es cosa del “orden público eclesiástico”. Los “mandos intermedios” también son comunidad y no han de desgajarse de ella, ni del Señor.
Volvamos la mirada al Evangelio y hagamos nuestro que:
TODOS VOSOTROS SOIS HERMANOS