NO ES LO MISMO OÍR QUE ESCUCHAR







01. LA SORDERA NO ES SIEMPRE CUESTIÓN FÍSICA.
OÍR Y ESCUCHAR

No es lo mismo oír que escuchar.
El oído (audición) es un órgano físico por el que percibimos los sonidos, voces, etc.
La escucha es una actitud, una disposición personal para acoger lo que nos dice la vida o los demás.
Puede haber personas que tengan una mala audición fisiológica, pero están atentos, escuchan. Y hay personas que oyen muy bien, pero no escuchan nada.

Hay diversos tipos de sordera en la vida:
La física.
La del que no sabe escuchar;
La del que no quiere escuchar, (no hay peor sordo que el que no quiere oír).
La sordera inconsciente, del que va por ahí “a su bola” oyendo su propia melodía, bien sea autoalabanza o letanía de quejidos:
A veces hay sorderas porque ya no les cabe más, puesto que se lo saben todo, tienen el absoluto de la verdad y ya no les vale la pena escuchar más.
Hay audiciones de trámite: algunos obispos y superiores oyen a los Consejos diocesanos, a las personas y con ello cumplen el expediente jurídico-canónico, pero luego, hacen lo que quieren sin haber escuchado ni atendido a razones.
En la tradición profética, la sordera -como la ceguera- son figura de quien no quiere ver ni escuchar: tienen oídos pero no escuchan (Salmo 115,6) (Is 6,9; 42,18; Jer 20-23, etc.).



El ser humano por naturaleza es el que “está abierto” (Effatá) a toda palabra que se pronuncia en la historia. Ser humano y ser cristiano es vivir abiertos, vivir abiertos en el mundo (Es la idea central de K. Rahner en su pensamiento y en su obra: Oyente de la Palabra).Somos seres abiertos.

Hay sorderas que no se curan con audífonos, sino con una actitud de escucha.




02. LA SALIVA.
La saliva en la Biblia es una materizalización–concreción del propio espíritu, Tanto negativa (un salivazo) como positivamente, la saliva es algo muy íntimo, muy personal.
Es evidente la alusión de esta escena de la saliva al Génesis:
Entonces Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. (Génesis 2:7)
Este gesto lo repite Jesús con alguna frecuencia y es, por tanto, una alusión a la creación, a la nueva creación de la nueva humanidad. Jesús cura con su saliva: con su espíritu. La saliva significa el espíritu de una persona, en este caso el espíritu de Jesús. Es una escena muy semejante a la curación del ciego de Jericó: Jesús hace barro con su saliva: una nueva creación. (Jn 9). Jesús mirando al cielo -al poder de Dios- suspiró -como Dios creador en el Génesis-, infunde su espíritu a aquel sordo y exclama: Effatá, ábrete.
Es decir, Jesús vuelve a crear un hombre nuevo, abierto.
Cuando uno vive mirando a la ultimidad, a Dios, escucha, los pasos y palabras intermedias que se producen en la historia.

03. EFFATÁ: ÁBRETE.
El 25 de enero de 1959, Juan XXIII consultó y anunció a un grupo de cardenales la convocatoria y celebración del que sería el Concilio Vaticano II 1962-1965). Reunidos los cardenales, Juan XXIII mandó abrir algunas ventanas de la sala. Algún cardenal inquirió la razón por la que -en pleno invierno romano- se abrían las ventanas. Juan XXIII respondió: “para que salga el aire viciado y para que entre aire fresco”. (Effatá).
Casi hemos olvidado o perdido aquel rito que se hacía en el bautismo en el que se recordaba esta escena y se decía al niño: ¡Ábrete!
No se trata de una apertura clínica ni mágica. Es un abrirse personal. El niño poco a poco, se va abriendo a la vida, a la familia, a la convivencia, al idioma, a la cultura, al pueblo, a la fe.
Es sano y bueno vivir abiertos. Vivir enquistado es signo no solamente de egoísmo, sino de una psicología algo enfermiza. Es sano vivir abierto a los demás, a los amigos, a la cultura, a la teología.
¡Cuántas personas y movimientos eclesiales no se abrieron al Vaticano II! Sufren y hacen sufrir en las familias, en las comunidades religiosas, eclesiales. Ábrete a otros modos de pensar, a otras tradiciones eclesiales, a otras religiones y culturas, vivamos abiertos a la historia.
Hemos vivido y estamos viviendo en algunas diócesis tiempos de enorme cerrazón en la iglesia, que es lo contrario del effatá-ábrete. Todavía perdura ese estado de trincheras, sin ir más lejos, en nuestra propia diócesis.

Infunde ánimo y esperanza que el papa Francisco trate de crear una iglesia abierta, mejor es que tengamos un accidente a que nos intoxiquemos con el aire viciado que tenemos dentro para ver si esta iglesia deja de oler a formol y las ventanas abiertas (Juan XXIII) nos posibilitan respirar oxígeno puro.
La diferencia entre el modelo eclesial de Francisco respecto de posiciones anteriores y de algunos jerarcas y obispos actuales es que Francisco mira hacia delante, hacia fuera, (las periferias) y con bondad, mientras que algunos obispos miran hacia dentro, hacia atrás y hacia la doctrina, no a las personas.
Estas últimas semanas han recrudecido los embates y la cerrazón contra Francisco y contra la línea pastoral de Francisco. El caso del arzobispo y ex nuncio Viganò, es el ariete, la punta del iceberg de un gran sector de la jerarquía católica, así como de laicos y algunos movimientos religiosos contrarios a un Effatá evangélico.


04. SED FUERTES, NO TEMÁIS. (ISAÍAS 35,4-7A).
Puede que se cierren puertas y ventanas, puede que no se quieran abrir caminos y recorridos teológicos, nos está tocando vivir tiempos duros y sordos en nuestra iglesia diocesana. Esto produce mucha frustración y mina los cimientos de la existencia y de la esperanza Sin embargo: no temáis sed fuertes, (Isaías). La apertura hacia lo auténtico es un buen antídoto contra las cerrazones.
La saliva, el bautismo, el ESPÍRITU DE CRISTO nos hace seres nuevos y nos abre hacia el horizonte infinito.
¡ÁBRETE Y NO TEMAS: SÉ FUERTE EN LA VIDA! (ISAÍAS)







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