El poder es como el nogal, que no deja crecer nada a su sombra.

Santiago

  1. Las raíces de nuestra fe y de nuestra traditio

Celebramos hoy la fiesta de Santiago Apóstol hermano de Juan, hijos del Zebedeo y apodados, “hijos del trueno” posiblemente por su violencia cercana al zelotismo.

Aunque evangelizó fuera de Jerusalén probablemente muere en Jerusalén, al poco tiempo de la muerte y resurrección de Jesús, hacia el año 41-44.

Estas celebraciones de las fiestas de los apóstoles: Pedro y Pablo, Andrés, Bartolomé, Santiago, etc. constituyen una llamada a pensar y a agradecer las raíces de nuestra fe, así como de nuestra tradición cultural.

Ellos nos transmitieron y hasta nosotros ha llegado la fe en el Señor Jesús.

  1. Resurrección de Cristo

        En la primera lectura del libro de los Hechos hemos escuchado el cómo Santiago y los primeros cristianos vivían y predicaban el núcleo original de la fe cristiana: predicaban a Cristo resucitado: daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús.

        La resurrección es el centro de nuestra fe y de nuestra esperanza. Sin embargo la resurrección del Señor, y la nuestra, ha quedado muy difuminada en la vida de la Iglesia. De la resurrección no pensamos ni hablamos ya ni en los funerales.

        Y sin embargo la resurrección es la piedra angular de nuestra fe, porque como “aquello” (la resurrección), no; “esto” del “más acá”, tampoco…

        Si Cristo no ha resucitado, nuestra fe y nuestra palabra es inútil, (1Cor 15,14).

        La resurrección es la meta de nuestra esperanza y la esperanza que aguardamos es la alegría y serenidad del presente.

        No nos dispersemos y perdamos el tiempo y el humor en cuestiones secundarias o terciarias.

Miremos y esperemos (esperanza) la resurrección y la vida a la que estamos llamados.

  1. Aires de Grandeza

        No sé qué tiene el poder que tanto atrae.

        Entre los discípulos y personas cercanas a Jesús había ansias de poder. Un grupo de discípulos esperaban un mesías poderoso; la suegra (la familia) de Pedro vivía en una fiebre de poder…, que Cristo hubo de curar. En el pasaje del evangelio de hoy encontramos la petición de la madre de los Zebedeos a Jesús de dos puestos (¿dos carteras?) en su futuro Reino (gobierno)  para sus hijos.

Lo de Jesús es otra historia. Para Jesús grande es quien sirve. El poder tiraniza: los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor.

El poder tiraniza. O dicho de otra manera, el poder es como el nogal, que no deja crecer nada a su sombra.

Contrasta mucho el liderazgo de Jesús y de los cristianos con el poder mundano. La autoridad de Jesús se basa en la misericordia y el servicio. El mayor entre ellos debe ser el servidor de todos, y el primero debe ser el último. Jesús mismo es el ejemplo, ya que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida.

El modo de entender Jesús estas cosas es una llamada a reconsiderar nuestras ideas sobre el poder y el liderazgo.

En un mundo y en una Iglesia donde la grandeza a menudo se mide por el estatus, la riqueza, el apellido, los cargos, el poder, Jesús nos llama a un modelo radicalmente diferente. Nos invita a buscar la grandeza a través del servicio y la humildad, poniendo las necesidades de los demás por encima de las nuestras.

El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor

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