un presente que no tiene pasado, carece de futuro.
01 Escucha Israel
Las dos lecturas de hoy nos hablan de una actitud clásica y valiosa en el pensamiento bíblico: Escucha Israel.
Se refiere a escuchar la voz de Dios, la voz de la ultimidad, la voz de la conciencia
El ser humano es quien en la historia presta atención, escucha, la voz de la vida, de la propia conciencia, de la solidaridad, de los que sufren. Algo de todo eso es la voz de Dios. Escucha y atiende a razones.
Escuchar no es meramente oír, sino que la escucha es prestar atención a la vida, a los demás, a la conciencia, a Dios. El oído es un órgano físico, la escucha es una actitud personal.
Como consecuencia de nuestro modernismo, fruto de la Ilustración (siglo XVIII) y de nuestra fe en el progreso hoy en día despreciamos el pasado. No tenemos raíces. Lo de ayer, lo antiguo es malo, lo mismo da que sea un ordenador, un coche, un pensamiento o una persona, si es vieja, mal asunto.
Pensamos que con nosotros, hoy, ha amanecido el bienestar, la verdad, la razón del universo.
Pero no es así.
La humanidad ha pensado y vivido desde hace miles de años.
Es una actitud sensata escuchar la voz que se nos ha transmitido, la voz de la experiencia, la voz de los pueblos, de la filosofía, de la cultura, la voz de la conciencia, la palabra de Dios.
Hace unas pocas semanas una chica fue madre joven. Al preguntarle si era un niño o niña la madre decía: no, ha nacido y cuando sea mayor decidirá su género.
¿No será conveniente acudir y escuchar los conceptos que en la historia se ha vertido sobre el individuo, sobre lo que es persona, sobre la corporeidad y el espíritu del ser humano, sobre quién dice, decide y con qué criterios la identidad de un ser humano?).
Por ejemplo: el profeta Isaías, Platón, S Tomás, Kant, K Rahner y tantos otros han pensado mucho y bien antes que nosotros.
El ser humano es quien en la historia presta atención, escucha, atiende la voz de la vida, de los que han pensado y piensan, la voz de los pobres y de los que sufren, la voz de la solidaridad, y algo de todo eso es la voz de Dios.
Quizás también nosotros pudiéramos decirnos a nosotros mismos: escucha y atiende a razones de la vida, de la historia y de Dios.
Decía el profesor jesuita René Latourelle (1918-2017) que: un presente que no tiene pasado, carece de futuro.
Escucha, Israel. Escuchemos lo que se dicho en la historia.
- La moralidad cristiana no consiste en el mero cumplimiento mecánico de la ley
Jesús nos remite a nuestra interioridad, a nuestro corazón. Un corazón y una mente limpios son el motor de una buena moral. Donde se ventila la personalidad humana es en el interior, no en la exterioridad.
El Señor Jesús dio importancia a jugar limpio en la vida: bienaventurados los limpios de corazón.
El bien y el mal no surgen de la mera confrontación matemática de un comportamiento con determinada ley eclesiástica o civil. El bien y el mal surgen de la intencionalidad del corazón humano.
No todo lo legal es moralmente bueno, ni todo lo ilegal es moralmente malo.
+ El sistema económico vigente en nuestra civilización es legal pero profundamente inmoral
+ Puede que la pena de muerte sea legal (al menos en determinados países y estados), pero es profundamente inmoral.
+ Recoger a los migrantes en el Mediterráneo es ilegal, pero profundamente moral y bueno. (Posiblemente el barco Aita-Mari se salte muchas leyes marítimas y políticas, pero lleva a cabo una labor muy humanitaria).
Desde JesuCristo y desde el humanismo es bueno o malo lo que sale del interior del ser humano, del corazón. La bondad y la maldad radican en la intencionalidad del corazón. El mero cumplimiento de la ley, el quedar bien, una moral de mínimos canónicos, todo eso es una búsqueda ansiosa de seguridad.
Del hecho de que una persona cumpliera con todas las normas y preceptos del Código de Derecho Canónico y de la liturgia no se concluiría que fuese cristiano.
- Jesús fue un ilegal.
Jesús -hombre libre y liberador- no tiene ningún reparo en saltarse todas las leyes habidas y por haber en aras de salvar una vida, una persona. De hecho Jesús transgredió muchas normas y muchas leyes de la cultura-religión en la que nació y vivió:
+ Respecto de la sangre: la hemorroisa se acerca a Jesús, (hemo: sangre / reo: fluir: perdía sangre, y a los judíos no les estaba permitido tocar sangre). El buen samaritano recoge al malherido en el camino
+ ¿A cuántos leprosos se acercó Jesús, los tocó y sanó? (Los leprosos eran seres marginados que no podían acercarse a la convivencia de la vida normal).
+ Jesús se acerca a ese mundo difícil de la epilepsia y enfermedades psíquicas. ¿Cuántos demonios echó Jesús y a cuántas personas rehabilitó?, (Los endemoniados vivían igualmente a las afueras, en los cementerios, etc.
+ Jesús se salta igualmente las prescripciones sobre la impureza de la muerte (Jesús está cerca de los que mueren a su alrededor: la hija de Jairo, Lázaro, etc.).
+ La mujer era menospreciada y postergada. Jesús no puso verjas de hierro para hablar con la samaritana (Jn 4), y es acusado de comer con toda clase de mujeres y pecadores, de tratar con samaritanos y paganos, extranjeros.
La moralidad, como la persona, no están en la ley, sino en el corazón. Lo que salva es el evangelio, no el Derecho Canónico.
- La moral del derecho canónico
La moral católica ha quedado reducida a unas rebajas legalistas. Es bueno o malo lo que se hace conforme a Derecho.
A muchos católicos les gustaría y les parecería bien, incluso sería signo de progresismo, que el papa y la Iglesia suprimieran la obligación de ir a Misa, permitiera los anticonceptivos, admitiera el divorcio y tres o cuatro cosas más, con lo cual seríamos el “no va más” de modernidad moral. Todo eso es tan estúpido como que una persona con infarto se sienta feliz porque el médico le ha dado permiso para fumar.
En el fondo todos se mueven en la misma longitud de onda de los judaizantes y el legalismo: entre lo permitido y lo prohibido. Sin embargo el corazón y el pensamiento van por otros derroteros: por los derroteros del corazón humano, de la confianza, la gracia y la libertad.
La ley pretende asegurar la salvación sin lograrlo, la ley mata. La confianza, la gracia crea personas libres, la gracia, la bondad, salvan.
- Vivir desde la bondad.
Jesús nos llama a vivir desde la bondad que brota del interior del corazón del ser humano, desde la honradez, etc. Nos llama a jugar limpio en la vida: bienaventurados los limpios de corazón…
En la vida social, política, eclesiástica vivimos manejando criterios de ideología, de poder, de competencia, de economía, a veces de amiguismos, etc., pero no vivimos desde la bondad.
Quizás nosotros mismos no apreciamos mucho la bondad. A la hora de elegir y nombrar a un presidente, a un obispo, un superior o superiora no pensamos en si es bondadosa o, como solemos decir familiarmente, si es “buena gente”. Nos interesa más si es de mi manera de pensar, de mi ideología, si sabe mandar (poder).
Sin embargo cuánto bien hacen una persona bondadosa: un cura bondadoso, un maestro paciente, un médico comprensivo, un obispo misericordioso…
Cultivar la bondad en nuestro interior nos ayuda a vivir en paz, con la conciencia tranquila, en una alegría profunda aun en medio de las dificultades y de las incomprensiones. La bondad no es debilidad, sino fuerza, capaz de renunciar a la venganza»
La bondad hace bien al que la tiene y a quienes la reciben
- Ama y haz lo que quieras. vivir desde la bondad: ser buena gente.
Ama y haz lo que quieras decía San Agustín. Podríamos darle la vuelta a este principio y aplicarnos a nuestra vida: Ama y lo que quieras, hazlo, y no tengas miedo.