Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol, (Martin Luher King.)
01. HACIA EL FIN DE CURSO.
Mediado ya el mes de junio es el tiempo de fin de curso, por otra parte y en muchas partes es el momento de la siega, de la cosecha del trigo, del cereal… Tiempo de cosechar.
Las lecturas de hoy están llenas de vida:
+ El profeta Ezequiel nos habla de ramas tiernas, cedros altos, palmeras, brotes tiernos, árboles que florecen…
+ El salmo que hemos rezado, 126, nos llena de esperanza: al ir iban llorando llevando la semilla, al volver vuelven cantando trayendo las gavillas.
+ Jesús en el evangelio nos habla de semillas pequeñas que crecen, trigo, el grano de mostaza se convierte en un gran árbol…
Jesús compara el Reino de los cielos a la semilla humilde pero llena de vida que poco a poco, calladamente va creciendo, creando vida.
La semilla del Reino de Dios está ya en el surco de la historia humana. Poco a poco irá creciendo. Tengamos fe y esperanza.
02. LA HUMILDE SEMILLA.
La sociedad industrial nos ha hecho olvidar y desconocer el mundo rural, la estima y el valor de la semilla, de la siembra, de la cosecha…
Por otra parte, ha cambiado mucho el estilo de vida y la calma, la paciencia, la espera que requiere la semilla y la espiga, el tiempo sereno de dejar que la naturaleza, el día, la noche, la lluvia, el sol, la tierra hagan su tarea “vital”.
Sería interesante que recordáramos el sosiego del tiempo en la cultura rural, en el mundo rural: las estaciones de año: la quietud del invierno, el duro trabajo de la siega en verano – otoño. El día estaba regulado por el sol, por el ángelus, las campanadas, las fiestas se celebraban con gozo e intensidad. Se vivía al ritmo de la naturaleza. Había que saber esperar… Todo tiene su tiempo (Eclesiastés).
Todo eso nos es ya desconocido y las prisas, la ansiedad, el stress regulan nuestra vida. Escribía el neurólogo y psiquiatra V. Frankl que la prisa y el continuo movimiento, el stress es como una “falsa” automedicación ante la ansiedad.
Las prisas y eficacias, la impaciencia no sirven en estas cosas de la vida.
Seguramente hemos visto la película “Campeones”. En una escena de aquel equipo de baloncesto de chicos y chicas con síndrome de Down, uno de ellos se queda un tanto bloqueado. El entrenador se exaspera y otro muchacho del equipo le dice: “hay que esperar”. ¿Esperar a qué? A que vuelva…
No tengamos prisas en las cuestiones educativas, (cuesta mucho tiempo que el grano de trigo vuelva a ser espiga, cuesta mucha dedicación, trabajo y, a veces, sufrimiento, educar un niño, un adolescente).
Es inútil que tiremos de la espiga, de la planta, porque no va a crecer ni antes, ni mejor y, con toda seguridad la vamos a romper y destrozar.
En otro orden de cosas, no tengamos urgencias morales, ni precipitaciones en las conversiones, en los cambios personales, sociales, políticos, teológicos, pastorales, etc., porque nos puede invadir la ansiedad, y la ansiedad puede generar miedo y angustia, lo cual puede llevarnos a pretender solucionar las cosas con una insaciable prisa y avidez de poder, de placer, etc.
Por otra parte el grano de trigo, un grano de mostaza son semillas humildes, pequeñas, pero llenas de vida. La semilla es paciente, callada, pero va creciendo poco a poco: duermas o veles, de día o de noche, la semilla sigue creciendo, desarrollando toda su vitalidad.
El crecimiento de la semilla no depende -al menos no totalmente- del trabajo humano, de los esfuerzos humanos. La semilla está llena de vida en sí misma y sigue creciendo aun cuando estemos dormidos.
03. SEMBRAR ES UNA TAREA SENCILLA PERO MUY NOBLE.
Sembrar es en todos los sentidos una tarea noble.
¿Quizás hoy sembramos poco?
SOCIALIZACIÓN
No me refiero al orden político, sino que en el mundo de la pedagogía, en el ámbito de la familia y de la educación por socialización se entiende la transmisión de lo que para nosotros (para un pueblo, para una sociedad) es bueno y valioso: comunicar la cultura en la que vivimos: desde el o los idiomas y la alimentación, hasta las fiestas, las costumbres, las tradiciones, los mitos, la fe, las normas de vida, la esperanza, etc…
Todo pueblo, toda sociedad tiene la obligación de transmitir a las siguientes generaciones lo que para ella es valioso.
Hoy transmitimos poco, sembramos poco, quizás porque para muchos padres -para la sociedad- ya no son valiosos y buenos los criterios y valores que configuraron la existencia en otros tiempos. (Quizás por eso se ha establecido como un “puente” y educan más los abuelos que los padres (¿)).
Sembrar es una tarea noble. Salió el sembrador a sembrar su semilla (Mt 13). Podríamos decir que vivir hasta cierto punto es sembrar.
04. SEMBRAMOS PORQUE ESPERAMOS LA COSECHA.
(CALMA Y PACIENCIA Y ESPERANZA).
Los que todavía conocimos y vivimos, al menos en la infancia, el mundo rural sabemos que cuando el labrador sembraba el trigo en otoño lo hacía lleno de esperanza. No tiene sentido sembrar si no esperas recoger. Cuando uno siembra es porque espera la cosecha y hay que esperar (esperanza) con calma y paciencia.
Sembrar es una tarea muy noble: sembrar vida. En muchas ocasiones sembrar es duro, difícil, sobre todo cuando no se ven ni se intuyen frutos. A veces hemos de hacer nuestro el salmo 126 que hemos rezado:
5Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares.
6Al ir, iba llorando, llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.
Sembrar es un acto -una actitud- de esperanza. El labrador que siembra en otoño espera recoger en verano.
La cosecha será el momento de la alegría, de la plenitud, la siembra se hace con esfuerzo.
Si supiera que el mundo se acaba mañana,
yo, hoy todavía, plantaría un árbol, (Martin Luher King.)
07. LA ESPIGA Y EL ÁRBOL SON UN CANTO A LA SEMILL