"El corazón y la conversión se parecen en que garantizan la vida y la gracia" La conversión, como el corazón con la sangre, bombea la vida de la gracia para que no perezcamos
"La conversión nos invita a hacer un camino en la verdad, en la vida, transformándose en la fuerza de un amor que lleva a la plenitud"
"La conversión significa tomar consciencia de aquello que hay que corregir, desde una voluntad movida por el amor en la verdad"
"Eso le basta a Dios, dejarse tocar el corazón por su palabra y reaccionar en un cambio de vida, que corrige para que simplemente el mal no nos destruya"
"Eso le basta a Dios, dejarse tocar el corazón por su palabra y reaccionar en un cambio de vida, que corrige para que simplemente el mal no nos destruya"
| Fray Alfredo Quintero Campoy OdeM
Para el corazón es importante que esa sangre que bombea a todo el cuerpo esté en la mejor calidad, sino es así, entonces todos los miembros empezarán a perjudicarse con una sangre que revela la enfermedad y, todo se puede contagiar en esa sangre que hace falta limpiar y sanar, sino el cuerpo puede ir pereciendo poco a poco.
Al corazón lo que más le importa es garantizar la vida de todos sus miembros, con su pulso de bombear la sangre que lleva la vida a todo el cuerpo.
Así es la conversión, como un corazón que no deja de bombear la gracia para que tengamos vida en todo nuestro ser y vayamos sanando.
El corazón y la conversión se parecen en que garantizan la vida y la gracia.
En este tercer domingo del tiempo ordinario, la liturgia de la palabra nos invita a tener una mirada consciente de lo temporal que se esfuma y la importancia de aprovechar el tiempo para la conversión, ante la gracia y la vida de Dios que está lista para manifestarse.
Dios siempre se comunica en un amor que da vida.
La conversión nos invita a hacer un camino en la verdad, en la vida, transformándose en la fuerza de un amor que lleva a la plenitud.
La conversión significa tomar consciencia de aquello que hay que corregir, desde una voluntad movida por el amor en la verdad, porque si no lo hacemos, esa vida, como bendición divina, puede pasar de largo. No queremos que Jesús pase o se vaya de largo sino como Pedro, los discípulos de Emaús, Zaqueo y los hermanos: Lazaro, Martha y María, queremos que se quede con nosotros en nuestra vida, nuestra casa.
Creo que a nadie nos gustaría perder esa gran oportunidad de gracia, sin embargo, hay quienes prefieren lo trivial, lo que se esfuma, sin entender que todo es temporal.
Así, Jesús, en este domingo, según nos relata el Evangelista Marcos, se retira a Galilea porque ha llegado el kairos( manifestación única de gracia) de Dios.
Esta manifestación única de Dios hay que aprovecharla para escuchar a la Palabra que se comunica y nos habla en Jesús, Él nos trae la buena nueva que nos dará regocijo en una paz sin límites.
Así lo dirá la samaritana, después del encuentro con Jesús, vengan a conocer a aquel que me ha dicho toda la verdad.
Esa verdad que nos comunica Jesús, porque Él es la verdad, ilumina lo más profundo de nuestro corazón para ver aquello que está ahí en lo profundo de nuestra vida y nuestra historia, y en esa claridad que nos da consciencia, tomar la firme voluntad de cambiar lo que nos ha oscurecido en nuestra vida.
Muchos de nosotros, sabemos y entendemos lo que ha oscurecido nuestra vida, y creo, que nadie quisiera caminar sin luz, porque seguro podrá tropezar, caer, tambalearse o irse al precipicio que no advierte adelante de sus pasos la caída que no tiene regreso de piso, porque todo está oscuro ante una mirada carente de luz y envuelta en tinieblas u oscuridad.
Ahí que veamos al Profeta Jonás encaminarse, por mandato de Dios, quien envía al profeta a un pueblo numeroso y pagano, el cual, sin embargo, recibe la luz del profeta en el mensaje que comunica a una esperanza en la conversión que invita.
Aunque hacen falta tres días para recorrer Nínive, en la imagen de que son tres días los que Jesús pasa en el sepulcro, y Jonás en un día comunica su mensaje de conversión, tocando el corazón de los Ninivitas, quienes reaccionan aprovechando el kairos de esa manifestación única y oportuna de Dios, haciendo penitencia y vistiéndose de sayal.
Eso le basta a Dios, dejarse tocar el corazón por su palabra y reaccionar en un cambio de vida, que corrige para que simplemente el mal no nos destruya.
Lo que mal se hace, mal acaba. Toda la actividad en el mal tiene en esencia una acción que destruye, que elimina la vida, si no hay oxígeno para respirar no hay paz, y viene en automático la desesperación. Esta última siempre nos acaba.
A Jesús, sus enemigos malos, lo quieren eliminar, inventan mentiras, testimonian falsedades, pero ante la resurrección de la vida, de quien solo ha hecho bien y comunicado la verdad, quedan en estos malos al descubierto.
Por eso Jesús dirá: no hay nada oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse.
De ahí que San Pablo, en su carta a los Corintios, nos invita a vivir en la consciencia de que ahora vivimos en un mundo que es temporal.
La luz se enciende al despertar el día y viene la noche al acabar el día; aparecen las nubes en el cielo y desciende la lluvia, luego desaparecen las nubes y viene el sol con toda su fuerza, absorbiendo la humedad y secando lo que se ha mojado; las frutas y la carne que se consumen tienen su tiempo para ingerir o comer; a los comestibles se les pone la advertencia de caducidad.
Vivimos constantemente ante los datos de caducidad, las tecnologías que hoy nos sirven mañana quedarán caducas ante el avance y desarrollo tecnológico.
En fin, lo más importante es que la vida no deje de estar latiendo, lo caduco que da vida hace que se mantenga la vida, por eso, lo importante de la conversión es que podamos aprovechar la vida que se manifiesta y la recuperemos, en caso de estarla perdiendo por el mal que muchas veces nos domina.
Abrámonos a la bendición que nos trae o nos prepara la conversión, porque el Reino de Dios ya está entre nosotros en la persona de Jesús.
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