"¿En dónde sea hace fecunda y plena nuestra existencia?" La unidad de vida con la que Dios ha grabado nuestra existencia

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"Estamos llamados a ver nuestra existencia en relación de vida … Debemos preguntarnos: ¿en qué relación de unidad mi vida se hace fecunda?"

"Lo que Dios bendice siempre recibe fecundidad, expansión, desarrollo y plenitud … El ser humano se encamina en esta búsqueda continua de encontrar su plenitud"

Estamos llamados a ver nuestra existencia en relación de vida.

Debemos preguntarnos: ¿en qué relación de unidad mi vida se hace fecunda?

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Siempre estamos relacionándonos, pero no siempre estas relaciones generan vida.

Lo que Dios bendice siempre recibe fecundidad, expansión, desarrollo y plenitud.

Splash de colada de agua en la mano y el fondo de la naturaleza | Foto  Premium

¿En dónde sea hace fecunda y plena nuestra existencia?

El ser humano se encamina en esta búsqueda continua de encontrar su plenitud.

Muchas veces tomamos decisiones que no generan fecundidad y vida.

En este domingo 27 del tiempo ordinario en el evangelio de Marcos, en la parte final, le acercan a Jesús a unos niños a los cuales los discípulos tratan de impedirlo y Jesús se molesta con los discípulos y pide que no impidan a los niños acercarse a Él, porque de los que son como niños es el Reino de Dios.

Esto significa que el amor y la vida deben generar relaciones auténticas, sanas, puras y confiadas. 

Cuando las relaciones se ven lastimadas entre dos personas que han vivido desde el amor, en unidad de vida, se hace necesario limpiar para que esa relación sea transparente, como es el alma de los niños, y lo importante es que se pueda volver a confiar para que ese amor siga siendo fecundo.

Que Jesús diga, ante la pregunta: ¿es lícito que el hombre se divorcie de su mujer? Jesús responde que lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.

Una posibilidad de entender esto puede ser: Jesús lo que nos quiere decir es que donde ha brotado el auténtico amor como una vocación de esposos, ahí hay una bendición de vida y de unidad.

Que no se pierda en los esposos siempre esa posibilidad definitiva de volver a revitalizar el amor y la confianza que los ha llevado a unirse, a entregarse mutuamente, a tener los hijos que son la mayor expresión de su amor.

Que se luche en esa unidad de vida, abiertos a madurar, reconociendo que son seres humanos, como dice hoy en la primera lectura la expresión de Adán: esta si es hueso de mis huesos y carne de mi carne.

Al hacer caer Dios al hombre en un profundo sueño y tomar del hombre una costilla y de ahí formar a la mujer, puede significar que se tiene que luchar con una gran comprensión en primera persona, la costilla es tomada del hombre de donde se forma la mujer, que al mirar los errores o fallas del otro, antes también yo tengo errores y fragilidades que hay que trabajar y madurar, pero hacerlo juntos, como resalta en el libro del Génesis las palabras referidas a Dios.

Es decir, Dios busca a alguien que le ayude al hombre, alguien semejante, que mejor que alguien que sale de su propia vida en la costilla, para que en esa unidad de vida del hombre y mujer vengan los hijos.

De ahí que la carta a los hebreos diga que el Santificador y los santificados tienen la misma condición humana.

No dejemos de mirar a nuestra vocación, donde en la realidad humana que nos relaciona siempre Dios quiere que lleguemos a ese encuentro pleno con Él, que Jesús nos ha abierto ese camino de estar con Dios, ya por el bautismo, con toda la manifestación de vida que nos comunica el Espíritu Santo, y mientras en este tramo de nuestra existencia temporal humana, con esa gracia que nos asiste, no dejemos de mirar a lo definitivo.

Nunca dejemos de mirar a lo definitivo, luchemos por esa unidad de vida, con la transparencia auténtica de los niños para que la confianza nos permita levantarnos y caminar a la meta de nuestra plenitud de unidad de vida.

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