El escolapio publica 'Simplemente, déjate encontrar' en Laude Edelvives Juan Carlos de la Riva: "La persona es más feliz cuando le da sentido a todas las cosas que vive"
"Necesitaba una herramienta que cogiera lo narrativo para que los jóvenes se narrasen. Y ahí nació la idea de hacer una novela con un talante vocacional-espiritual-religioso. Con la intención de acompañar"
"Hoy la pastoral tiene que tener como clave generar una profundidad espiritual en la persona que le prepare para poder llevar una vida feliz y hacer felices a los que no lo estén, en cualquier situación"
"En la novela se mezclan las historias de varias personas que, de alguna manera, representan diferentes vocaciones cristianas del seguidor de jesús"
"El leitmotiv son los procesos espirituales que se van despertando en las personas. La realidad es la llamada que interpela a los personajes y estos van respondiendo, creando su proceso de respuestas"
"Me parecía importante señalar con este trabajo que la persona es más feliz cuando le da sentido a todas las cosas que vive y las plantea en una continuidad: como una historia"
"Nosotros tenemos siempre una novela llena de gente y esa interacción con tanta persona que te complementa, es como una especie de apoyo que Dios te va a dar"
"Hoy en la escuela, los contenidos han pasado a ser una excusa para dotar a la persona de competencias, pero también de modos de abordar la realidad, de modos de abordar la vida. Y desde ahí trabajamos los escolapios"
"En esta novelita se producen también tragedias dentro de las tramas. Pero la propuesta cristiana no elude o no mira para otro lado en las tragedias, sino que las acompaña, las ilumina"
"Cada capítulo tiene una ficha de acompañamiento para el que quiera ponerse a escribir o pensar o hablar en su grupo de jóvenes de esas preguntas"
"Queremos seguir cultivando el portal digital donde recabamos colaboraciones de personas que piensen en inteligencia pastoral, que den luz desde la sociología, desde la psicología, desde la espiritualidad, desde la pastoral al trabajo con jóvenes"
Compra aquí 'Simplemente, déjate encontrar'
"En la novela se mezclan las historias de varias personas que, de alguna manera, representan diferentes vocaciones cristianas del seguidor de jesús"
"El leitmotiv son los procesos espirituales que se van despertando en las personas. La realidad es la llamada que interpela a los personajes y estos van respondiendo, creando su proceso de respuestas"
"Me parecía importante señalar con este trabajo que la persona es más feliz cuando le da sentido a todas las cosas que vive y las plantea en una continuidad: como una historia"
"Nosotros tenemos siempre una novela llena de gente y esa interacción con tanta persona que te complementa, es como una especie de apoyo que Dios te va a dar"
"Hoy en la escuela, los contenidos han pasado a ser una excusa para dotar a la persona de competencias, pero también de modos de abordar la realidad, de modos de abordar la vida. Y desde ahí trabajamos los escolapios"
"En esta novelita se producen también tragedias dentro de las tramas. Pero la propuesta cristiana no elude o no mira para otro lado en las tragedias, sino que las acompaña, las ilumina"
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"Hoy en la escuela, los contenidos han pasado a ser una excusa para dotar a la persona de competencias, pero también de modos de abordar la realidad, de modos de abordar la vida. Y desde ahí trabajamos los escolapios"
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"Cada capítulo tiene una ficha de acompañamiento para el que quiera ponerse a escribir o pensar o hablar en su grupo de jóvenes de esas preguntas"
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Un escritor novato. Así se describe Juan Carlos de la Riva, pastoralista escolapio que acaba de publicar un libro, 'Simplemente, déjate encontrar', editado por Laude Edelvives que define como una herramienta para acompañamiento de jóvenes que echaba de menos, y decidió crear él mismo. Como educador, sabe que la enseñanza de hoy, veinte años después va aestar desfasada, así que considera, como el papa Francisco, que el foco educativo ha de ponerse en la persona, ayudarla a generar respuestas ante los acontecimientos de su vida.
-¿Quién es Juan Carlos de la Riva y por qué una aventura literaria?
-Una aventura literaria… como como escritor novato. Juan Carlos de la Riva es un pastoralista escolapio que ha dedicado toda la vida a estar entre jóvenes, grupos, campamentos y vivencias en general. En mi trabajo, a veces recurrimos a buscar herramientas que nos sirvan en el trabajo pastoral. Y como no la encontraba pensé «la tendré que hacer yo». Necestiaba una una herramienta que cogiera lo narrativo para que los jóvenes se narrasen. Y ahí nació la idea de hacer una novela con un talante vocacional-espiritual-religioso. Con la intención de acompañar a jóvenes.
-¿Qué nos cuentas en la novela?
-En la novela se mezclan las historias de varias personas que, de alguna manera, representan diferentes vocaciones cristianas del seguidor de jesús. Son historias que se entrelazan, alguna más protagonista que otras, pero el leitmotiv son los procesos espirituales que se van despertando en las personas al hilo de su manera de responder a la realidad.
La realidad es está muy presente; se describe una realidad de aquí, del contexto europeo, la realidad americana (Venezuela, Colombia) con todas sus contradicciones y conflictos. Esa realidad aparece como una llamada que al mismo tiempo es llamada de Dios y los personajes van respondiendo, van dejándose interpelar y van creando su proceso de respuestas.
Por otro lado, a mí me parece que los cristianos pecamos mucho de que lo queremos hacer todo nosotros, y a veces hay que reconocer que bastante de lo que podamos terminar haciendo, lo ha hecho Dios con nosotros; primero nos ha buscado, nos ha acompañado… Por eso lo de 'déjate encontrar', como si fuéramos la oveja perdida o como si fuéramos personas que buscamos pero también somos encontrados.
-¿Cómo perciben la llamada los protagonistas?
-Hay muchas llamadas, pero todos tenemos una respuesta que dar a nuestra propia narración. Tenemos que terminar la novela de nuestra vida, o llevarla capítulo a capítulo, de la mejor manera posible; siendo felices, siendo plenos, intentando que tenga coherencia y sentido. Quizá el peligro no es de tantas llamadas, sino de que vivamos todas las cosas que nos pasan como puntitos sueltos; una experiencia aquí, otra experiencia allá.
Me parecía importante señalar con este trabajo que la persona es más feliz cuando le da sentido a todas las cosas que vive y las plantea en una continuidad: como una historia. Todos somos una historia y todos queremos terminar bien. De alguna manera, esa es la responsabilidad que tenemos, una llamada que no nos queda más remedio que atender. Entonces, el mundo puede ser todo lo complejo que quieras, pero es cada uno el que puede ir dando sentido a esa complejidad con sus respuestas.
-¿Cómo estáis viviendo el Camino Sinodal?
-Es un tema muy bonito. De hecho, en la novela aparecen diversas vocaciones como complementándose porque yo siempre he pensado que la comunidad eclesial tiene que ser como un ecosistema donde todo se alimenta y todo se complementa. Creo que estamos en un momento donde Francisco nos hace un llamado a no ser clericales. A no pensar que la vocación del religioso o del sacerdote es mejor que otra y a que caminemos todos juntos complementándonos. Cada quien estamos en una manera de vivir nuestra vocación diferente y muy complementaria.
Mi vivencia personal es fabulosa. Vivo con una comunidad que es así; vivimos, convivimos y trabajamos juntos religiosos sacerdotes, laicos y laicas, personas más metidas en la Iglesia, personas de fuera de la Iglesia que comparten con nosotros, también, el camino y con los que también caminamos juntos. Porque el camino sinodal también lo hacemos con otras personas.
Entonces, yo creo que es parte de lo que te decía antes, de la narración. Mi narración siempre necesita muchos personajes. Una novela nunca es una historia de una persona. Hubo aquello de 'Cinco horas con Mario' pero, incluso ahí, había el muerto de la caja. Nosotros tenemos siempre una novela llena de gente y esa interacción con tanta persona que te complementa, es como una especie de apoyo que Dios te va a dar.
-Eres escolapio ¿Cómo afronta la escuela escolapia este mundo de desafíos que vive la educación?
-La sociedad cambia tan rápida que pretender que vas a preparar personas para un trabajo dentro de 20 años pues es imposible porque ese trabajo ya no va a existir, seguramente. Entonces, yo creo que el foco, y en esto Francisco también ha puesto el punto de mira, está en la persona. La persona es el centro y el objetivo es generar en la escuela un sujeto potente que tenga estructura de persona capaz de afrontar los retos que una vida cambiante y compleja le va a ir trayendo. Y para potenciar ese sujeto que tenga valores, que tenga principios, que tenga profundidad, hay muchas estrategias. Yo creo que ahora mismo en la escuela, los contenidos, que antes tenían el protagonismo, han pasado a ser una excusa. Una excusa para dotar a la persona de competencias, por supuesto, pero también de modos de abordar la realidad, de modos de abordar la vida. Y desde ahí trabajamos.
También la pastoral tiene que tener esa misma clave generar una profundidad espiritual en la persona que le prepare para poder llevar una vida feliz y hacer felices a los que no lo estén en cualquier situación. Yo creo que ahora mismo el reto, también, para la Iglesia y para los trabajos pastorales que llevamos en las escuelas es ese; cómo hacer sujetos que sepan aportar a la sociedad ese optimismo y esa esperanza que quizá los tiempos no permiten tener.
-¿Podemos ser optimistas, pese a todo?
-Profundamente optimistas. Ya sabes que los cristianos tenemos otra palabra mejor para el optimismo, que es la esperanza. Y esperanza no es pensar que todo va a salir bien. Es pensar que, aunque haya cosas que no salgan bien, todo tiene sentido a la larga; el éxito y el fracaso de todas las cosas que hagamos. Era una frase de Václav Havel, hombre profético en Polonia, y creo que además coincide con lo que los cristianos proponemos.
En esta novelita (vuelvo un poco a lo que estoy vendiendo, voy a hacer de Paco Umbral), se producen también tragedias dentro de las tramas. Pero la propuesta cristiana no elude o no mira para otro lado en las tragedias, sino que las acompaña, las ilumnia. La cruz de jesús es esperanzadora, no soluciona los problemas pero los acompaña y las ilumina.
-¿A quién va dirigida la novela?
A veces aviso: – ¡Ojo! que es una novela muy espiritual, muy religiosa.
No sé si recuerdas a López Vigil en aquellos tiempos de 'Una chabola en Bilbao' o 'La vida, sala de encuentro'. Pues son unas novelas que me alimentaron a mí de joven y esta novela vine a resucitar el género religioso o espiritual. Entonces, a los que no lo viven tanto, pues a lo mejor les parece como demasiado. Y yo la he pensado más para jóvenes de procesos, jóvenes que viven en grupo, jóvenes que están siendo voluntarios y para los que los acompañamos; personas, hombres y mujeres a los que nos apasiona el proceso de un joven o de un grupo de jóvenes.
Fíjate en que cada capítulo tiene una ficha de acompañamiento para el que quiera ponerse a escribir o pensar o hablar en su grupo de jóvenes de esas preguntas. Hay como diez-doce. Y también, el que quiera más, tiene un QR ahí que le lleva a un trabajo académico. Porque esto es fruto de un máster de Espiritualidad transcultural, que quiero citar y agradecer, de la Universidad Ramón Llull y la Fundación Vidal i Barraquer, en Barcelona, que me permitió que el trabajo de fin de máster fuera narrativo, pero que también tiene un pequeño trabajo académico que explica un poco lo que aquí se cuenta como proceso espiritual.
Por tanto a las personas que acompañan a jóvenes le puede dar unas pautas que describen un poco el proceso espiritual de una persona que va dejando sus niveles más egocéntricos y en el trascenderse hacia los demás, en el ser en salida -por usar una expresión de Francisco- va encontrando el sentido de su vida. La plenitud de su vocación. Por ahí va un poco la propuesta
-¿Cómo es la nueva etapa de colaboración entre Edelvives y RPJ?
-En la nueva etapa seguimos siendo una revista. Queremos seguir cultivando el portal digital donde recabamos colaboraciones de personas que piensen en inteligencia pastoral, que den luz desde la sociología, desde la psicología, desde la espiritualidad, desde la pastoral al trabajo con jóvenes. Especialmente pensando en acompañar jóvenes de 18 años en adelante. Un sector que nos va abandonando en la iglesia y que, sin embargo, cuando hay propuestas serias, bonitas y atrayentes, sirven. RPJ sigue siendo una revista en ese sentido. Es una revista digital gratuita que ya no se vende, sino que funciona pues por colaboraciones como también vuestro propio portal.
Por otro lado, estamos ampliando en la formación de los que acompañamos a jóvenes. Ahora mismo se está cerrando la inscripción de un curso de pastoral con jóvenes para animadores que dura un año. Y también queremos sacar más módulos más pequeños.
Y luego, una cosa que nos ilusiona y nos nos rejuvenece mucho es que hemos incorporado un equipo de catorce-quince jóvenes en España y otro igual en América que nos mueven, nos ponen los pies en el suelo y, de vez en cuando, nos dicen: a dónde vas con eso. Y nos ayudan a sentir con los jóvenes. Además de que supone un ejercicio de sinodalidad para nosotros el que los tengamos incorporados tanto al consejo de redacción de la revista como a las propuestas formativas, como a una especie de interés por evangelizar en redes y ser misioneros digitales. Es una apuesta muy bonita que nos está dando mucha vidilla y una propuesta que lanzamos a todo joven que quiera vincularse a aprender a evangelizar desde un medio digital, formarse en eso y vivirlo, también, como un voluntariado. Como una misión que tiene hoy la Iglesia, como nos dice la 'Christus vivit' y el sínodo pasado de 2018.
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