El libro de Manuel Díaz Pineda, en Sola Fide Editorial Mujer y ministerio. Un acercamiento bíblico, histórico y teológico

Manuel díaz Pineda
Manuel díaz Pineda

"Al presente todavía hay algunas jerarquías y mentalidades que relegan a la mujer fuera de los lugares de responsabilidad eclesial y la ubican, siempre y cuando sea posible, al hogar estando sometida a su esposo y al cuidado de sus hijos"

"¿Qué ocurriría si los textos bíblicos que se presentan para excluir a la mujer no fueran tan simples de entender como parecieran con una sencilla lectura?"

"¿Qué pasaría si esos textos han sido torcidos en su interpretación precisamente por la tendencia del varón a creerse por delante de la mujer? ¿Y si históricamente existieran evidencias de mujeres que fueron incluso obispos?"

"El trabajo de investigación del acercamiento histórico por parte de Pineda es brillante. Este trabajo es lapidario de tal forma que no es posible ya sostener esa idea de que la mujer nunca llevó un ministerio reconocido en la historia de la Iglesia más allá de un diaconado humilde y sujeto al presbíter"

Si a una persona de color se le negara la posibilidad de estar al frente de una institución, organización o empresa por el simple hecho de ser de color, a esto se le llamaría racismo. Si de análoga forma se procediera con un extranjero, por el simple hecho de ser extranjero a esto se le llamaría xenofobia. ¿Qué pasaría si el caso fuera por ser mujer? Está claro que estaríamos ante un caso de machismo.

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Lo anterior no lo discutiría nadie, ya que la negación a que esas personas ocuparan los lugares apuntados no se basaría en razones de capacitación o preparación, sino por el simple hecho de ser de color, extranjero o mujer. Decía que no lo discutiría nadie, a menos precisamente de que alguien fuera un racista, un xenófobo o un machista.

Lo que llama tremendamente la atención es que no ocurre de esa misma forma en algunos sectores de la Iglesia, ya sea esta católica o no. En concreto es el caso de la mujer que se la deja fuera de los ministerios de responsabilidad, como pueden ser pastora o predicadora, o en el caso católico sacerdote y otras dignidades superiores.

En un mundo secular en donde la mujer ya ha alcanzado los lugares más altos de cualquier instancia u organización el contraste todavía es más llamativo. Tenemos a mujeres directivas e incluso aquellas que están políticamente al frente de un país. Con ello han demostrado que no tienen ninguna incapacidad en comparación al hombre que las haga no aptas, todo lo contrario. Ya quedaron atrás los tiempos en donde eminentes escritores y teólogos de la cristiandad concebían a la mujer como alguien inferior, dependiente y destinada únicamente al servicio del varón y al cometido de cuidar de la familia en el hogar.

Pero tristemente, al presente todavía hay algunas jerarquías y mentalidades que relegan a la mujer fuera de los lugares de responsabilidad eclesial y la ubican, siempre y cuando sea posible, al hogar estando sometida a su esposo y al cuidado de sus hijos. Cuando se les pregunta el porqué de esto responderán que no fueron a ellas a quienes Dios les dio los ministerios sagrados o los lugares de mayor responsabilidad en la Iglesia. Si vuelves a preguntar por qué Dios decidió precisamente esto, la respuesta será algo parecido a porque el Creador ha dispuesto un orden en donde el hombre tiene un lugar y la mujer otro.

Ya comentamos al principio de esta reseña que si alguien descartaba a una persona por el simple hecho de ser negra, extranjera o mujer se trataba de claros ejemplos de racismo, xenofobia y machismo. Ante lo anterior, si argumentas, por tanto, que si Dios ha dicho eso debe ser un machista la respuesta es negativa, lo que ocurre es que el Creador es un Dios de orden y es este el orden establecido... Claro, por eso mismo tampoco existe el racismo, lo que ocurre es que a ese blanco también le gusta el orden si le niega a la persona negra que pueda ser pastor o predicador. Ya sabemos que Dios es un Dios de orden...

Pero, además ¿qué ocurriría si los textos bíblicos que se presentan para excluir a la mujer no fueran tan simples de entender como parecieran con una sencilla lectura? Es más, ¿qué pasaría si esos textos han sido torcidos en su interpretación precisamente por la tendencia del varón a creerse por delante de la mujer?Pero es más, ¿y si históricamente existieran evidencias de mujeres que fueron incluso obispos? A esto precisamente está destinado el contenido del presente libro. Dividido en tres partes principales, en ellas el Dr. Manuel Díaz Pineda va a tratar el tema de la mujer y ministerio desde una perspectiva bíblica, histórica y teológica.

El acercamiento bíblico consta denueve capítulos. El mismo nos lleva al relato de la creación del hombre y de la mujer que se realiza en igualdad de condiciones y dándoles la misma dignidad. Dentro de estas condiciones y dignidad está una igual responsabilidad para con la creación en una total armonía.

No será hasta la caída y sus consecuencias que se dará una diferenciación entre ellos, pero una diferenciación de carácter negativo en donde el hombre y la mujer sufrirán consecuencias y las mismas llegarán a degenerar hasta la relación entre ellos. La mujer a partir de entonces será poco más que otra de las pertenencias del esposo y esto se verá a lo largo del Antiguo Testamento con una serie de ejemplos. En claro contraste, Jesús tendrá una relación nueva, de vuelta al paraíso, esto es de la concepción original que Dios quiso darle. 

El trato de Jesús con las mujeres fue absolutamente revolucionario en su entorno religioso y cultural, más allá incluso de las fronteras de Palestina. Un ejemplo que se presenta es el caso de María Magdalena a la que muchos han llamado “apóstol de los apóstoles” por haber sido la primera testigo de la resurrección y por ello también la primera que dio las buenas nuevas a todos los discípulos. 

En esta primera parte también se abordará el ministerio de la mujer en la Iglesia apostólica, el caso de Febe y otro realmente importante y llamativo como es el caso de Junia la apóstol.

La segunda parte es el acercamiento histórico, y estamos realmente en un apartado que no suele encontrarse en aquellos libros que tratan sobre esta temática. De hecho, hasta el presente yo no lo he encontrado. Se trata de una auténtica investigación que abarca ocho capítulos en donde se van presentando las inscripciones, epitafios, dedicatorias, pinturas al fresco, documentos lapidarios e iconográficos, etc. en donde se habla de las mujeres y sus ministerios en la comunidad primitiva cristiana, cómo era la ordenación en esta comunidad y cómo tenemos datos indiscutibles de que fueron presbíteras, ancianas, diaconisas, obispas, abadesas, conhospites y sororas.

En la última parte, la tercera, es el acercamiento teológico a los textos que normalmente se suelen aducir como que presentan las prohibiciones para que la mujer pueda llevar un ministerio de relevancia. Son un total de cuatro capítulos.

Febe de Cencreas

El buen hacer del autor demuestra cómo todo este asunto debe ser considerado desde una óptica muy distinta a cómo históricamente se ha realizado y todavía en el presente algunos, o muchos, se empecinan en hacerlo. Si las Escrituras son la máxima autoridad, pues será a ella a la que habrá que escuchar. Además, hay que tener mucho cuidado cuando se sostenga alguna opinión al respecto ya que es posible que aquello que se esté argumentando sea con base a las consecuencias del pecado y, así, algo enormemente negativo se perpetúe y todo ello en nombre de Dios. Esto queda demostrado en la primera parte, la bíblica, cuando se examinan los textos que hablan de la creación original del varón y de la mujer, de las consecuencias del pecado y cómo algunos sin percatarse, eso al menos espero, defienden algo que no fue así en el diseño y propósito original de Dios, sino una de las consecuencias de la entrada del mal en nuestro mundo.

El trabajo de investigación del acercamiento histórico por parte de Pineda es brillante. Este trabajo es lapidario de tal forma que no es posible ya sostener esa idea de que la mujer nunca llevó un ministerio reconocido en la historia de la Iglesia más allá de un diaconado humilde y sujeto al presbítero.

También merecen unas palabras la tercera parte, el acercamiento teológico, con el análisis de los textos que se suelen presentar como apoyatura para la prohibición a las mujeres de los ministerios más relevantes. Manuel Díaz Pineda realiza una muy acertada exégesis de los mismos apoyándose en los textos griegos sin olvidar el contexto y destinatarios de las cartas, esto es desde la sociología, y entonces plasma la interpretación consecuente y cómo la misma encaja con todo lo ya expuesto.

Se puede concluir que cuando se quiera llevar a cabo un debate o un intercambio de opiniones sobre este tema, el presente volumen es de esos que deben tenerse en cuenta.

Jesús no fue ningún machista ni Pablo tampoco, y el NT. está muy lejos también de ser considerado así. Las razones para ello y para sostener que la mujer puede y debe tener las mismas obligaciones y derechos que el hombre en el ámbito religioso están todas presentes en este muy recomendable libro.

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