El sacerdote y teólogo publica 'Curas célibes, curas casados. Dos pulmones para una Iglesia sinodal' Xavier Morlans: "El celibato no es un elemento constitutivo del sacerdocio"
Pocos días después de haber presentado De zero a Déu en 55 dies (Albada), un curso de iniciación a la experiencia cristiana, Xavier Morlans (Llinars del Vallès, 1949) ya espera la llegada inminente a las librerías de una otra obra suya: Capellans cèlibes, capellans casats, dos pulmons per a una Església sinodal (Curas célibes, curas casados. Dos pulmones para una Iglesia sinodal), publicada por la editorial Claret.
Con este nuevo libro, escrito en unos pocos meses, pero “cocinado mentalmente” durante los últimos veinte años, el cura y teólogo aprovecha el momento de discernimiento eclesial colectivo que supone el Sínodo 2021-2024 para aportar sus razonamientos sobre el celibato opcional de los sacerdotes católicos. Y lo hace, asegura, con la voluntad de colaborar en ese gran proceso de reflexión que culminará en Roma el próximo mes de octubre
(Flama).- Pocos días después de haber presentado De cero a Dios en 55 días (Albada), un curso de iniciación a la experiencia cristiana, Xavier Morlans (Llinars del Vallès, 1949) ya espera la llegada inminente a las librerías de una otra obra suya: Capellans cèlibes, capellans casats, dos pulmons per a una Església sinodal (Curas célibes, curas casados. Dos pulmones para una Iglesia sinodal), publicada por la editorial Claret.
Con este nuevo libro, escrito en unos pocos meses, pero “cocinado mentalmente” durante los últimos veinte años, el cura y teólogo aprovecha el momento de discernimiento eclesial colectivo que supone el Sínodo 2021-2024 para aportar sus razonamientos sobre el celibato opcional de los sacerdotes católicos. Y lo hace, asegura, con la voluntad de colaborar en ese gran proceso de reflexión que culminará en Roma el próximo mes de octubre.
¿Qué idea quiere reflejar el subtítulo: Dos pulmones para una Iglesia sinodal?
La expresión de los dos pulmones la utilizó Juan Pablo II para decir que la Iglesia católica tiene un pulmón occidental y también uno oriental. La tradición de Oriente da más importancia al papel del Espíritu Santo y ha conservado determinados acentos y sabiduría que ayudan al cristianismo de una manera más completa. En Occidente, a menudo preocupa más la precisión conceptual y el sentido romano de la ley; en cambio, en Oriente, la ley no la ven tanto como una obligación que si no cumples implica castigo, sino como una utopía, un horizonte hacia el que debemos avanzar, sabiendo de antemano que somos limitados y pecadores por naturaleza.
¿Cómo sería esto, aplicado a los sacerdotes?
Por un lado, tenemos el pulmón del cura célibe, dedicado en cuerpo y alma a la comunidad. Y por otra, el pulmón del cura casado, que ya existía desde los inicios del cristianismo y existe actualmente en las iglesias grecocatólicas fieles a Roma, minoritarias en países del este como Hungría, Rumanía o Ucrania, donde los curas pueden contraer matrimonio antes de ser ordenados.
¿Qué pueden aportar los curas casados que no puedan los célibes?
Aportan sobre todo otro tipo de afinidad y sensibilidad al ejercicio del sacerdocio. Por eso hablo de dos pulmones que se complementan. Nosotros, como personas, necesitamos dos pulmones para respirar bien. Y esto, aplicado a la Iglesia católica, nos sugiere que quizás podríamos respirar mejor con la combinación de los curas célibes y de los curas casados.
El libro parte del reconocimiento sincero de las vidas de tantos sacerdotes que viven el celibato positivamente y con una dedicación total al servicio del Pueblo de Dios. ¿Cree que éste es un factor no siempre bien valorado?
Creo que se valora bastante bien. Lo que pretendo es dejar bien claro que valoro mucho a mis compañeros curas que viven su celibato asumido positivamente y al servicio de la gente. Por eso he puesto de antemano esta idea. No quiero que parezca que, porque he escrito un libro defendiendo la posibilidad del celibato opcional, estoy despreciando a los presbíteros célibes de la Iglesia católica de ritos latino, en la que todos somos célibes excepto los doscientos curas que dejaron la Iglesia anglicana y fueron acogidos en la católica con sus esposas.
La argumentación que despliega en este ensayo, como bien sabe, genera reacciones contrarias en ambientes en los que se ven con recelo sus ideas sobre el tema. ¿Cómo lleva esto?
Intento vivir aquella bienaventuranza que dice: “Dichosos quienes trabajan por la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Entonces, me siento parte de una cadena inmensa de hombres y mujeres que han sido incomprendidos, criticados, por despertar la sensibilidad de la sociedad hacia unos derechos de las personas que hasta entonces habían sido ignorados.
El pontificado de Francisco cumple once años. En todo este tiempo, muchos han aplaudido sus reformas, pero también otros muchos lo han criticado con dureza, como el grupo de curas que aseguraban rezar mucho por el Papa para que "pueda ir al cielo lo antes posible”. ¿Qué piensa de este tipo de actitudes dentro de la Iglesia?
Hacer este libro me ha obligado a repasar la historia de la Iglesia, y en este proceso he descubierto que siempre ha habido tensiones entre las distintas formas de entender la doctrina y el papel de la Iglesia en la sociedad. Lo que ocurre ahora es que, con Internet y las redes sociales, estas polarizaciones son más abiertas, tienen más difusión.
¿Qué más puede avanzarnos del libro?
El libro parte de un hecho que es comúnmente aceptado por toda la doctrina de los papas y de los concilios, y es que el celibato no es un elemento constitutivo ni una exigencia dogmática interna del sacerdocio: es una conveniencia para que aquel que se haga presbítero pueda dedicar todas sus energías a la comunidad. Entonces, lo que defiendo es que hay otra afinidad más allá del celibato, que es la que se daba en las primeras comunidades cristianas. En este sentido, es muy correcto que un cristiano que ha demostrado ser fiel a su esposa y que ha logrado transmitir la fe a sus hijos y gobernar la casa, pueda ser ordenado cura. Son dos conveniencias, distintas entre sí, pero afines a la misión que es propia de los pastores.
En este sentido, usted hace énfasis en un argumento contundente a favor de la admisión de hombres casados en el presbiterado, que son los 9.000 curas católicos casados ya existentes, curas de las Iglesias orientales —grecocatólicas— que permanecieron fieles a Roma cuando los ortodoxos se separaron.
En efecto. Éste es un argumento que se desconoce, que se olvida, pero hay que reconocer que estos miles de curas llevan adelante unas misas y unas actividades pastorales tan evangélicas y eficaces como las de los casados.