Khaf publica 'Simplemente, déjate encontrar', de Juan Carlos de la Riva La novela como acompañamiento pastoral para jóvenes
'Simplemente, déjate encontrar' es una novela destinada a contribuir a que jóvenes y mayores descubran “que la montaña, en su ascenso, se convertirá de repente en escalera para tocar el cielo”
Un libro que hable, trate y eduque para el encuentro y por el encuentro, tanto en las esferas religiosas como en las otras, está abocado al éxito, por ser y sentirse tantas personas hoy necesitadas de hacer uso y con-vivir con alguna de sus fórmulas
En los alrededores del término gramatical “encontrar-encuentro" mariposean conceptos académicos tales como “buscar, hallar, descubrir (cosa o persona), coincidir, estar de acuerdo, confluir en un punto, llevarse bien, reunión para tratar un asunto” y otros similares. Todos ellos conforman parte esencial del rosario de misteriosos gloriosos que impulsa y estimula el rezo de la vida y de la convivencia en la pluralidad de sus estaciones gozosas, dolorosas, pero definidas todas ellas con firmes esperanzas de gozo por la resurrección y la Vida.
Un libro —el que sea— que hable, trate y eduque para el encuentro y por el encuentro, tanto en las esferas religiosas como en las otras, está abocado al éxito, por ser y sentirse tantas personas hoy necesitadas de hacer uso y con-vivir con alguna de sus fórmulas. El “desencuentro” es palabra nefasta, destructora, anti cívica y anti-cristiana
Es esta una de las impresiones que acentúan el interés por la lectura del nuevo y excelente libro publicado por la Fundación Edelvives” con sus 432 páginas, con el título de Simplemente, déjate encontrar, firmado por su autor Juan Carlos de la Riva, religioso escolapio, con prólogo de Jesús Elizari, “de las Escuelas Pías Emaús”
El libro es una novela. Pero una novela “concebida como una herramienta pastoral para el acompañamiento de jóvenes en la narración de su propia vida como narración”, por lo de que uno no llega a desvelar donde comienza la realidad, cuantas páginas hay de ficción y si esta —la ficción— es más vida y más real, que la misma existencia “vivida en las periferias de las grandes ciudades hispanoamericanas, la cárcel, la realidad indígena, la guerrilla colombiana serán sus escuelas de vida y de fe”.
¡Qué lejos quedan aquellos tiempos católicos, apostólicos y romanos de toda la vida, en los que a jóvenes y a mayores se nos educaba absurda y timoratamente, con el tedioso y condenador lema de “novelas”-“no-verlas”, con lo que se nos urgía a ser educados e informados en la fe tan solo con el catecismo, con las homilías clericales, los rezos más o menos litúrgicos y los misterios en su diversidad de versiones mágicas e indeclinables….
Sí, una novela destinada a contribuir a que jóvenes y mayores descubran “que la montaña, en su ascenso, se convertirá de repente en escalera para tocar el cielo”.
A la Iglesia le faltan encuentros. Ella —la Iglesia— es de por sí y por naturaleza y sobre-naturaleza, ENCUENTRO, pero no ejerce, en multitud de sectores, sobre todo como quisiera el papa Francisco, con mención especial para los segmentos y sectores juveniles, ausentes “de por vida” de las realidades “religiosas”, dado que las que les intenta dar a conocer la Iglesia —que no los evangelios—, de encuentros- encuentros ella tiene muy poco, sobre todo en sus primeras líneas y posiciones jerárquicas, en las que se da la impresión de que el encuentro-diálogo es desencuentro y monólogo.
Una novela buena, fervorosa, ardorosa y de sorprendente actualidad, inédita no pocas veces para los lectores, también españoles, pese al hispanoamericanismo que la define en gran parte.
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