Liturgia del 19º DOMINGO ORDINARIO 2024 (B)

El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu ESTÁN con todos nosotros.


MONICIÓN DE ENTRADA


Seguimos avanzando en el capítulo sobre Jesús como Pan que da la Vida. En estos versículos que leeremos el domingo, la intención del evangelista es seguir ensalzando a Jesús, pero advierte del peligro de ponerlo por encima de Dios: «Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado». Y termina así: «El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo». Seguir su ejemplo –su vida de carne y hueso– es pan, alimento para una forma nueva de vivir. Nuestra religiosidad, en muchos casos, ha trastocado el mensaje construyendo un nuevo Becerro de Oro. En lugar de traer a Jesús a nuestras vidas, lo hemos encerrado en el sagrario para adorarlo.


ACTO DE RECONOCIMIENTO


Cuanto más sintonicemos con Jesús en la oración de impregnación, más nos daremos cuenta de la luz que el Padre ha puesto en nosotros, que se manifiesta en nuestras cualidades. Un domingo más demos gracias por ellas y comprometámonos a vivirlas en nuestra maduración personal y en la maduración de la humanidad.


Queremos vivir el don de la PAZ cultivando cada día nuestra paz interior y construyendo con los hermanos la paz en nuestros ambientes y en el mundo. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR


Queremos vivir el don de la ALEGRÍA,  la alegría interior de sentirnos amados y acompañados por Ti nuestro Padre, y la alegría de compartir la vida con los hermanos. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR


Queremos comprometernos a vivir los dones de la BONDAD y la AYUDA preocupándonos de nuestro desarrollo personal y ayudando a los demás en todo lo que podamos. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR.


Dios Padre amoroso TIENE siempre misericordia de nosotros, conoce nuestras limitaciones y nos guía de su mano a la vida eterna.


GLORIA


Gloria a Dios en el cielo…


Tú que quitas el pecado del mundo,   TÚ TIENES PIEDAD DE NOSOTROS...

Tú que quitas el pecado del mundo,   TÚ ATIENDES NUESTRAS SÚPLICAS…

Tú que estás sentado a la derecha del Padre,  TÚ TIENES PIEDAD DE NOSOTROS…


ORACIÓN COLECTA


PAN VIVO, EN UN MUNDO MUERTO

Fortaleces, con tu pan, al que hambriento de otros panes, cae bajo el peso de su propia debilidad. Nos sacias, Señor, con tu ternura y, cuando falla el calor humano, te haces encuentro, caricia, abrazo, respuesta y amor entregado.


Eres pan vivo, Señor, en un mundo que, creyéndose seguro, es zarandeado al viento de su propio egoísmo. Eres pan vivo, Señor, que, cuando se acoge con fe, produce el milagro del amor sin farsa, el milagro de la fe sin fisuras, el milagro de las manos abiertas, el milagro de darse sin agotarse.


Eres pan vivo, Señor, y quien te sigue, vive eternamente, quien te sigue cree y espera, quien se identifica contigo come, ama y se entrega, quien te comulga, perdona y olvida.


Eres pan vivo, Señor que me ayudas a responderte con mi fe, me enseñas a ver más allá de mí mismo, me conduces hasta tu regazo, para que, allá donde yo vaya, siempre contigo me encuentre. Y, cuando yo crea sentirme demasiado vivo, haces que, con tu pan, comprenda que el mundo está demasiado muerto cuando es incapaz de reconocerte como el pan vivo y verdadero sustento. Amén.


Lectura del primer libro de los Reyes (19,4-8):


En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de camino, y, al final, se sentó bajo una retama y se deseó la muerte: «¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!»

Se echó bajo la retama y se durmió. De pronto un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate, come!»

Miró Elías, y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar.

Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo: «¡Levántate, come! que el camino es superior a tus fuerzas».

Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.


Salmo 33


R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor


Bendigo al Señor en todo momento,

su alabanza está siempre en mi boca;

mi alma se gloría en el Señor:

que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.


Proclamad conmigo la grandeza del Señor,

ensalcemos juntos su nombre.

Yo consulté al Señor, y me respondió,

me libró de todas mis ansias. R/.


Contempladlo, y quedaréis radiantes,

vuestro rostro no se avergonzará.

Si el afligido invoca al Señor,

él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.


El ángel del Señor acampa

en torno a sus fieles y los protege.

Gustad y ved qué bueno es el Señor,

dichoso el que se acoge a él. R/.


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,30–5,2):


No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado para el día de la liberación final.

Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación.


Lectura del santo evangelio según san Juan (6,41-51):


En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: «¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»

Jesús tomó la palabra y les dijo: «No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: «Serán todos discípulos de Dios.» Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»


HOMILÍA

Esto sucedió en Francia después de la II guerra Mundial

Alguien preguntó en una reunión: ¿cuál es la comida de la que guardas un buen recuerdo? Y un hombre se levantó y dijo:

La mejor comida que yo he hecho a lo largo de mi vida fue durante la segunda guerra mundial después de una noche de batalla. Subí a trompicones la colina y allí vi a una mujer de la Cruz Roja con su carrito en un campo lleno de barro. Estaba repartiendo pan y café frío. Cuando me lo dio sonrió.

Después de lo que había sufrido aquella noche, ese momento fue para mi la mejor comida de mi vida.

“El que come de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”

La invitación que nos hace Jesús no se refiere aquí al acto físico de comer. (El hombre de la anécdota se sintió más reconfortado por la sonrisa de la enfermera que por la propia comida). Muchos hablarán hoy diciendo que este texto se refiere a la Eucaristía, pero realmente no es así, es un reduccionismo y va mucho más allá.

Jesús nos pide a quienes le escuchamos que nos nutramos interiormente de él, que asimilemos su palabra y su persona. En la cultura judía “carne” significaba “persona”, no la carne física que nos envuelve. Por tanto, lo que nos está diciendo Jesús es que nos alimentemos de su PERSONA, de su forma de pensar, sentir y actuar.

Todos somos caminantes, como nos recuerda Elías en la primera lectura. Ciertamente podemos decidir no caminar o, cansados, decidir quedarnos en algún albergue confortable del camino. Pero si decidimos caminar necesitaremos alimento.

Unos buscan ese alimento en los sacramentos, en la liturgia, en los ritos (son albergues cómodos: es más fácil y cómodo creer en un Dios lejano, al que suplicamos una y otra y otra vez para que nos ayude, que creer en un Dios encarnado en la humanidad, en cada uno, que nos cuestiona y nos compromete a movernos a hacer eso mismo que le pedimos).

Pero Juan nos dice que el PAN es Jesús mismo. Podemos y debemos pensar que el alimento es la propia praxis de Jesús, son sus criterios, sus valores, sus actitudes, su proyecto colosal de una humanidad fraterna

Esto significa que nos alimentamos cuando perdonamos, cuando compadecemos, cuando damos de comer, cuando acompañamos, cuando consolamos, cuando trabajamos por la paz y la justicia. 

Todo esto lo recordamos y renovamos cada vez que celebramos la Eucaristía, reforzamos nuestra adhesión a Jesús y nos comprometemos a vivir la vida desde Él.

Pero para ello, como el mismo Jesús, también es necesario que cada día busquemos espacio para la oración, para entrar dentro de nosotros mismos y conectar con la fuente, que es Dios-Abba, que es Jesús mismo, y llenarnos de su amor, su luz, su paz, su coraje=Reino interior, y que luego todo eso rebose hacia fuera, hacia los demás=Reino exterior

Y por supuesto podemos dudar del acierto de esta interpretación, pero tiene a su favor dos factores que podemos calificar de empíricos. Uno nos viene de fuera de nosotros, pues vemos que las personas que han decidido apostar sin reservas por los criterios de Jesús, lo hacen cada día con más fuerza y convicción. Y el segundo factor lo encontramos dentro de nosotros, pues cuando actuamos de este modo notamos que nuestro ánimo se conforta y nos sentimos mejor.  


CREDO


Sacerdote.- ¿Creéis en Dios, que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios Padre?

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia y a todos para hacer un mundo mejor?

Todos. Sí, Creemos.


Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la Vida eterna, que ya comenzamos a disfrutar aquí y disfrutaremos plenamente al final de nuestro camino por esta vida?

Todos. Sí, Creemos.


ORACIÓN UNIVERSAL

Hermanos, la Palabra que hemos proclamado hoy nos invita a una vida con más profundidad, con una nueva calidad, con y desde los valores encarnados en Jesús de Nazaret. Oremos. 

Queremos vivir como discípulos de Jesús.

• Deseamos que nuestra Iglesia sea audaz en su renovación, no ponga su empeño en conservar sino en ser referencia evangélica en medio del mundo y de la historia.

Queremos vivir como discípulos de Jesús. 

• Los cristianos nos comprometemos a vivir la fe de manera más realista y humilde, con gozo y agradecimiento, desde el compromiso y la implicación social en favor de los más desfavorecidos.

Queremos vivir como discípulos de Jesús.

• Todos nosotros queremos atrevernos a vivir evangélicamente, ofreciendo libertad, acogida, ternura, respeto en la diversidad y la vida en plenitud a la que somos convocados en Jesús. 

Queremos vivir como discípulos de Jesús.

• Deseamos que en nuestras comunidades parroquiales y religiosas sea verdad la vida partida y compartida, la opción por los pobres del Reino y el compromiso con una sociedad más justa y en paz.

Queremos vivir como discípulos de Jesús.

•  Cuantos disfrutamos en estos días de nuestras vacaciones recordémonos de  quienes no las pueden disfrutar y seamos solidarios en tiempo y bienes con los que nos necesitan.

Queremos vivir como discípulos de Jesús. 

Padre bueno, deseamos ser capaces de enfrentarnos a la vida con sinceridad total, dejándonos guiar siempre por tu mano amorosa, viviendo conscientemente enraizados en tu hijo Jesús, nuestro hermano y maestro.

En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso

El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…

ORACIÓN OFRENDAS

Te presentamos este pan y vino, frutos de la tierra y del trabajo de los hombres y mujeres. Ofrecemos también nuestras vidas y nuestros esfuerzos por seguir el ejemplo de sencillez, de convivencia y de buen corazón que nos dio tu Hijo Jesús. Amén.

PREFACIO


El Señor ESTÁ con vosotros…

Levantemos el corazón…

DAMOS gracias al Señor nuestro Dios…


Es nuestra diaria obligación darte gracias, 

Padre Dios,

por la vida que nos das y la creación 

que nos acompaña.

Nos alegra y satisface, Dios Padre, 

sentirnos agradecidos

ahora y siempre por tu bondad infinita y por ello,

bendecimos tu nombre y humildemente 

te alabamos.

Gracias, Señor, porque eres nuestro 

refugio y consuelo

y nos haces partícipes de tu mismo ser,

de tu vida, la definitiva, la vida eterna.

Nuestra alegría es saber que eres

nuestro Padre y Madre entrañable.

Y llenos de esa felicidad de sentirnos hijos tuyos

te bendecimos entonando este himno de alabanza.

SANTO, SANTO, SANTO…


CONSAGRACIÓN Y PLEGARIA

Señor,

Tú eres Santo y Misericordioso,

y no rechazas a los sinceros y sencillos de corazón.

No te importa que te critiquen,

por comer con publicanos y pecadores.

Tú prefieres la verdad de los humildes

que la arrogancia de los que se llaman justos.


Recibimos tu Espíritu con alegría

para que santifique este pan y este vino y

se conviertan para nosotros

en el sacramento del Cuerpo y + la Sangre de Jesús, en la Persona y la Vida de Jesús, aquí significadas.

Jesús en su última comida con sus amigos

tomó un trozo de pan, lo partió y se lo paso

diciendo:

Tomad y comed todos de él,

porque esto es mi Cuerpo,

que será entregado por vosotros.

Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:

Tomad y bebed todos de él,

porque éste es el cáliz de mi Sangre,

Sangre de la alianza nueva y eterna,

que será derramada por vosotros

y por todos los hombres

para iluminar vuestras vidas.

Haced esto en conmemoración mía.

Éste es el Sacramento de nuestra fe.


Por eso, Padre de bondad,

celebramos ahora

el memorial que Jesús nos encargó,

y proclamamos la obra de tu amor:

Cristo, tu Hijo, a través del servicio

y la entrega de su vida

ha resucitado a la vida nueva y ha sido glorificado a tu derecha.

Señor, Padre de misericordia, Tú derramas 

sobre nosotros

el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo.

Fortaleces a tu pueblo con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y nos renuevas  a todos a su imagen.

Derramas tu bendición abundante sobre el Papa Francisco,  sobre nuestro Obispo N… y sobre todos tus hijos

Para que  todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir los signos de los tiempos y crezcamos en la fidelidad al Evangelio; preocupándonos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres, y mostrándoles así el camino de la salvación.

Gracias una vez más porque

has acogido en tu casa del Cielo

a nuestros hermanos difuntos ...

todos nuestros familiares, amigos

y fieles difuntos de esta Comunidad

Y ahora, Padre santo, nos unimos a toda tu creación

para brindar por tu mayor gloria y por la germinación de tu Bondad en nuestro mundo,

en la feliz compañía de tu hijo Jesús,

unidos a nuestra Madre María, a su esposo San José

a los apóstoles, a  los santos y a todas las personas

de buena voluntad diciendo

Por Cristo con él y en él…


PADRENUESTRO

PADRE Y MADRE NUESTRA

EN QUIEN SOMOS Y VIVIMOS.

Santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo

TÚ NOS DAS HOY 

NUESTRO PAN DE CADA DÍA.

TÚ PERDONAS NUESTROS PECADOS

Y NOSOTROS QUEREMOS PERDONAR

A LOS QUE NOS OFENDEN.

No nos dejes caer en la tentación.

Y líbranos del mal. Amen

CORDERO DE DIOS

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú NOS DAS la paz


Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.


ORACIÓN FINAL


Señor, hoy nos has enseñado a caminar unidos y en armonía, a no criticar tus enseñanzas, ni criticar a los que nos rodean, dividiendo el mundo entre buenos y malos. Queremos aceptarte, Jesús, como "el Pan Bajado del Cielo", el alimento de nuestras vidas de cristianos, que nos hace llevar dentro de nosotros, la semilla de vida eterna.

Hemos celebrado esta Eucaristía juntos, y juntos queremos seguir en la vida codo con codo en el trabajo, unidos en las alegrías y penas, y sabiendo compartir nuestras vidas, para gozar un día del hogar caliente de tu casa. Amén


BENDICIÓN

El Señor os bendice, os guarda

y en sus palmas os lleva tatuados.

Os acompaña en todos los caminos.

y hace prósperas las obras de vuestras manos.

Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dios enamorado,

Padre, Hijo y Espíritu Santo. AMÉN.

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