Nuevo Módulo en la Asamblea Sinodal Itinerarios: “Pensar en los procesos a través de los cuales la Iglesia cambia los caminos que debemos seguir”

Radcliffe reflexiona sobre los itinerarios
Radcliffe reflexiona sobre los itinerarios

“Nuestra tarea en el Sínodo es vivir con preguntas difíciles y no, como los discípulos, deshacernos de ellas”

“Por favor, quédense, cualquiera que sea su frustración con la Iglesia. ¡Sigan preguntando! Juntos descubriremos la voluntad del Señor”

“El cuidado es, por tanto, el primer objetivo de nuestro Módulo: ¿con qué herramientas podemos apoyar y nutrir el tejido relacional que necesitan las personas y las comunidades? ¿Qué puede fortalecerlos y qué, en cambio, amortigua y extingue las relaciones?”

“Las acciones son más fuertes que las palabras”

“Reflexionar y dialogar sobre el cuidado de las relaciones y la coherencia entre las palabras y las prácticas nos brinda una valiosa oportunidad para actuar”

La Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad, que se está realizando en Roma de 2 a 27 de octubre de 2024, está dando un paso más. Acaba de iniciar la reflexión sobre el módulo de los itinerarios, con la presencia de Francisco, queriendo así “pensar en los procesos a través de los cuales la Iglesia cambia los caminos que debemos seguir”, como indicó el padre Timothy Radcliffe en la meditación previa al inicio de la presentación, posteriormente realizada por el relator general, cardenal Hollerich.

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Jesús y la mujer cananea

Para la meditación usó el encuentro de Jesús con la mujer cananea, donde “a primera vista parece que Jesús está siendo grosero, llamándola perro". Un texto que está la misión a los judíos y a los gentiles, “un momento de profunda transición”. Para el recientemente nombrado cardenal, “este silencio no es un rechazo”, pues “en este silencio, Nuestro Señor escucha a la mujer y escucha a su Padre. La Iglesia entra más profundamente en el misterio del Amor Divino al habitar con preguntas profundas para las que no tenemos respuestas rápidas”, recordando lo sucedido en el Concilio de Jerusalén.

Desde ahí afirmó que “nuestra tarea en el Sínodo es vivir con preguntas difíciles y no, como los discípulos, deshacernos de ellas”, afirmando que “debemos responder a todos los gritos de madres y padres de todo el mundo por las hijas e hijos jóvenes atrapados en la guerra y la pobreza. No debemos cerrar los oídos como hicieron los discípulos en ese momento”. Refiriéndose a las discusiones en la aula sinodal, dijo: “¿Cómo pueden los hombres y mujeres, hechos a imagen y semejanza de Dios, ser iguales y, sin embargo, diferentes? No debemos evitar la pregunta como los discípulos negando la igualdad o la diferencia. ¿Y cómo puede la Iglesia ser la comunidad de los bautizados, todos iguales, y sin embargo el Cuerpo de Cristo con diferentes roles y jerarquías? Estas son preguntas profundas”.

El Sínodo no da un Sí y un No inmediato

El dominico mostró algunos pasajes bíblicos que hablan sobre los perros, que para los judíos eran animales impuros, pero Jesús “trasciende las limitaciones culturales de su pueblo”. Para Radcliffe, “muchas personas quieren que este Sínodo dé un Sí o un No inmediato en varios temas. ¡Pero esa no es la forma en que la Iglesia avanza hacia el profundo misterio del Amor Divino! No debemos huir de las preguntas difíciles como los discípulos que decían: “¡Calladla!” Habitamos con estas preguntas en el silencio de la oración y la escucha mutua. Escuchamos, como alguien dijo, no para responder, sino para aprender. Ampliamos nuestra imaginación a nuevas formas de ser la casa de Dios, en la que hay lugar para todos”.

Desde ahí concluyó diciendo que “a pesar de la recepción hostil de los discípulos, la mujer se queda. No se rinde ni se va. Por favor, quédense, cualquiera que sea su frustración con la Iglesia. ¡Sigan preguntando! Juntos descubriremos la voluntad del Señor”.

Itinerarios

Itinerarios para sostener las relaciones

Para Hollerich, el tercer Módulo asume “la perspectiva de los Itinerarios que sostienen y alimentan concretamente el dinamismo de las relaciones”, haciendo ver que “nos situamos así en continuidad con el Módulo 2, con un paso más concreto. La riqueza de la red de relaciones que forman la Iglesia, que hemos contemplado estos días, es a la vez poderosa y frágil, es un gran don que recibimos, pero necesita cuidados. Sin cuidado, las relaciones se marchitan rápidamente y, sobre todo, se vuelven tóxicas para las personas implicadas, como nos demuestran los numerosos casos de fracasos relacionales en nuestras sociedades e incluso en nuestras comunidades”.

Para el relator general, “el cuidado es, por tanto, el primer objetivo de nuestro Módulo: ¿con qué herramientas podemos apoyar y nutrir el tejido relacional que necesitan las personas y las comunidades? ¿Qué puede fortalecerlos y qué, en cambio, amortigua y extingue las relaciones?”. Partiendo de que “las relaciones son, con razón, objeto de nuestra contemplación y oración, así como de nuestra reflexión y elaboración teológica e incluso canónica”, agradeció por el tesoro inagotable que la Iglesia ofrece. Según el cardenal, “las relaciones son algo que vivimos en prácticas concretas, día tras día. Estas prácticas tienen que ser coherentes con lo que decimos, de lo contrario la gente escuchará nuestras palabras, pero creerá nuestras prácticas y esto hará que nuestro patrimonio carezca de sentido y lo erosionará lentamente”.

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Las acciones son más fuertes que las palabras

En ese sentido, “las acciones son más fuertes que las palabras”. Eso le llevó a preguntar: “¿Qué articulación de los procesos de toma de decisiones en la Iglesia es coherente con lo que decimos sobre las relaciones entre vocaciones, carismas y ministerios, sobre su reciprocidad y complementariedad? ¿Y con lo que decimos sobre la dignidad de todo bautizado?”, resaltando como claves el cuidado y la coherencia, para abordar los itinerarios, una sección dividida en cuatro párrafos.

Un primer para abordar la formación; un segundo sobre la profundidad espiritual; un tercero sobre la necesidad de que en la Iglesia desarrollemos modos participativos de toma de decisiones, en la circularidad del diálogo entre todos los miembros del Pueblo de Dios y con respeto a los distintos roles; un cuarto sobre la transparencia y la evaluación periódica. Todo ello como para entender que “reflexionar y dialogar sobre el cuidado de las relaciones y la coherencia entre las palabras y las prácticas nos brinda una valiosa oportunidad para actuar”.

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