"Gente a la que no se le suben los humos a la cabeza" Relaciones y reacciones en una Iglesia sinodal: sobre los cardenales nombrados en plena Asamblea

Cabrera y Spengler
Cabrera y Spengler

Las relaciones determinan la misión eclesial, pues solo cuando esas relaciones se purifican podemos interactuar, y en consecuencia testimoniar, escuchar, dialogar y discernir

Ser cardenal tiene que ser entendido como un servicio, un servicio importante, pero servicio

A nadie se le niega la última palabra en la toma de decisiones cuando debe tenerla, pero es importante el camino que se recorre para llegar a ese punto, las relaciones que se establecen con los otros para poder discernir lo que se nos pide

La reflexión teológica, que nos dice que nadie se salva solo, como la propia vida cotidiana, nos muestran la importancia de las relaciones. El Instrumentum laboris de la Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad, que se realiza de 2 a 27 de octubre de 2024 en la Aula Pablo VI, tiene en las relaciones uno de los módulos en que se divide el documento que orienta los trabajos de los participantes.

Mesa redonda 2024

Purificar las relaciones

Es algo evidente que las relaciones determinan la misión, pues solo cuando esas relaciones se purifican podemos interactuar, y en consecuencia testimoniar, escuchar, dialogar y discernir. Si las relaciones se deterioran, la cuerda se rompe en algún punto, acabando con el gran objetivo: llevar a cabo la misión que nos permite construir el Reino de Dios, que es algo que tiene que ser hecho por todos y juntos.

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La falta de escucha, la autorreferencialidad, el clericalismo, son algunos de los peligros que hacen que las relaciones se deterioren. El domingo 6 de octubre, en plena Asamblea Sinodal, Francisco anunciaba la creación la creación de 21 nuevos cardenales para el 8 de diciembre. Nueve de ellos están dentro del aula sinodal y es interesante estudiar las reacciones que uno fue percibiendo, que ponen de manifiesto que la sinodalidad va permeando los diversos estratos de la vida de la Iglesia, también el en teoría más alto, el colegio cardenalicio, aunque en una Iglesia en la que todos se sientan en mesas redondas, parece que esas consideraciones piramidales se van perdiendo. Esperemos que no sea algo pasajero.

Relacionarse en un plano de fraternidad

Desde el lugar en que nos encontramos los periodistas, el “corralito” a la entrada de la Aula Pablo VI, o el piso superior de la propia aula, en los momentos en que es liberada la entrada, que es en las oraciones y en los momentos de presentación de los diversos módulos, uno ve pasar y relacionarse a los participantes de la asamblea, y, en este caso, hemos visto a quienes el Papa ha decidido sumar al Colegio cardenalicio.

Relacionarse en un plano de fraternidad, sabiendo y asumiendo el ministerio y el servicio que cada uno asume, pero sin mirar a nadie por encima del hombro, es un requisito importante cuando se quiere que la sinodalidad se instale como modo de ser Iglesia en el siglo XXI. Ser cardenal tiene que ser entendido como un servicio, un servicio importante, pero servicio. Cuando la responsabilidad va creciendo en la Iglesia, tiene que aumentar en el mismo grado la disponibilidad para escuchar, con relaciones evangélicas y fraternas.

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Servir para ser el mayor

A nadie se le niega la última palabra en la toma de decisiones cuando debe tenerla, pero es importante el camino que se recorre para llegar a ese punto, las relaciones que se establecen con los otros para poder discernir lo que se nos pide, lo que Dios espera de nosotros en el caso de la Iglesia. No es nada nuevo, el Evangelio, que debería ser nuestra fuente de inspiración, nos lo dice: “el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo”.

Se perciben esas actitudes en muchos de los cardenales nombrados por el Papa Francisco, gente a la que no se le suben los humos a la cabeza, que no muda el paso, ni la forma de mirar al otro, de relacionarse. Uno de ellos decía que la primera noche la sorpresa no le dejó dormir, pero la vida sigue, de un modo diferente, y como siempre hizo, sin decir no a nada que la Iglesia le pide.

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