Una actividad en sintonía con el Sínodo sobre la Sinodalidad Sínodo del Deporte: una oportunidad para compartir valores de vida y superación

Sínodo del deporte
Sínodo del deporte

La predisposición como camino para educar en el sacrificio que implica el deporte, especialmente pensando en los más jóvenes

En su testimonio habló sobre la estrategia y la superación, pero también sobre la importancia de Dios en su vida, en cuya gracia encuentra la fuerza para mantener una sonrisa en la cara y seguir adelante, para decir abiertamente que es un privilegiado

Importancia de la educación de las mujeres, para así cambiar la mentalidad, algo que se puede conseguir a través de la educación

El Palacio de San Calixto acogió en la tarde del 25 de octubre la primera edición de “El Sínodo del Deporte, un diálogo con atletas refugiados, paralímpicos y olímpicos”. Un momento de intercambio y diálogo con el apoyo del Dicasterio para la Cultura y la Educación y el Dicasterio para la Comunicación del Vaticano.

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Educar en el sacrificio

No podemos olvidar que hablar de deporte es hablar de valores y de vida, como se dijo durante el encuentro sinodal. Uno de los participantes en el Sínodo del Deporte ha sido el atleta olímpico italiano de origen cubano Andy Díaz Hernández, que en los recientes Juegos Olímpicos de París obtuvo una medalla de bronce en la prueba de triple salto. El deportista, acompañado por su entrenador Fabrizio Donato, también ganador de una medalla de bronce en Londres, compartió las dificultades que vivió a su llegada a Italia ante la falta de documentos que le permitiesen competir.

La campeona olímpica en 20 km marcha en los Juegos Olímpicos de Tokio y en los Campeonatos de Europa de Roma de 2024, la italiana Antonella Palmisano, que es voluntaria y realiza un trabajo social con personas necesitadas, reflexionó sobre la predisposición como camino para educar en el sacrificio que implica el deporte, especialmente pensando en los más jóvenes. Un testimonio que también fue compartido por la velocista italiana, especialista en 400 metros, Alice Mangione.

Dios me permite sonreír y seguir adelante

Uno de los testimonios más impactantes de la tarde fue el de Amelio Castro Grueso, atleta paralímpico en París 2024 en esgrima con el Equipo de refugiados. Hace dos años se vio obligado a huir de Colombia, su país natal, donde con 16 años perdió a su madre y poco después sufrió un accidente de coche que le dejó parapléjico.

Un momento difícil que ha conseguido dejar atrás con la práctica del deporte, después de cuatro años en el hospital. En su testimonio habló sobre la estrategia y la superación, pero también sobre la importancia de Dios en su vida, en cuya gracia encuentra la fuerza para mantener una sonrisa en la cara y seguir adelante, para decir abiertamente que es un privilegiado. El refugiado colombiano agradeció el apoyo de Caritas, hablando sobre los valores que transmite a su hijo, a quien se enseña la importancia del sacrificio, de seguir adelante y hacer siempre las cosas bien.

Amelio Castro

Las cosas siempre pueden cambiar

No menos impactante fue el testimonio de la refugiada afgana Mahdia Sharifi, que hoy vive en Italia, donde los primeros tiempos no fueron fáciles, ante el rechazo de una parte de la sociedad a los migrantes, aunque reconoce que con el paso del tiempo las cosas han mejorado. En 2021 salió de su país con solo 17 años buscando seguridad. Desde los 11 años empezó a practicar taekwondo, convirtiéndose en una de las grandes promesas de este deporte, entrando con 15 años a formar parte del equipo nacional.

Mahdia, que se entrena con el equipo nacional italiano y colabora como voluntaria con fundaciones humanitarias, afirmó que las cosas siempre pueden cambiar. La refugiada testimonió que el deporte es un milagro que permitió salvar mi alma. Con respecto a su país destacó la importancia de la educación de las mujeres, para así cambiar la mentalidad, algo que se puede conseguir a través de la educación. Alguien que desde niña soñó con convertirse en atleta olímpica, lo consiguió finalmente en París 2024.

Mahdia Sharifi

El deporte es de todos y para todos

El encuentro fue finalizado recordando las palabras del Papa Francisco que antes de las Olimpiadas veía ese tempo como “una oportunidad para la paz”, el Papa afirmó en su día que “mi esperanza es que el deporte pueda concretamente tender puentes, derribar barreras, fomentar relaciones pacíficas… Mi esperanza es que el deporte olímpico y paralímpico -con sus apasionantes historias humanas de redención y fraternidad, sacrificio y lealtad, espíritu de equipo e inclusión- pueda ser un canal diplomático original para superar obstáculos aparentemente infranqueables”.

Para el Papa, “el deporte es de todos y para todos: es un derecho… El verdadero deporte -tejido de gratuidad, de amateurismo- es una gran ‘carrera de relevos’ en el ‘maratón de la vida’, con el testigo que pasa de mano en mano, cuidando de que nadie se quede solo. Ajustando el propio ritmo al del último”. Según él, “cuando hacemos deporte juntos, no importa de dónde venga una persona, su lengua o su cultura o religión. Esto también es una lección para nuestras vidas y nos recuerda la fraternidad entre las personas, independientemente de sus capacidades físicas, económicas o sociales”. Palabras que iluminan lo vivido por aquellos que hoy fueron los protagonistas del Sínodo.

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